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viernes, 12 de noviembre de 2010

Lecturas y Oraciones del Sábado XXXII Semana Tiempo Ordinario. Ciclo C.13 de noviembre 2010

Sabado 13 de Noviembre, 2010
Santa María en Sábado
Memoria libre
Dichosos los que temen al Señor
Antífona de Entrada
María, el Altísimo te ha bendecido más que a todas las mujeres de la tierra, y de tal manera te ha glorificado, que los hombres no cesan de alabarte.
Oración Colecta
Oremos:
Por intercesión de la santísima Virgen María, llena de gracia, cuya gloriosa memoria estamos celebrando, haz, Señor, que también nosotros podamos participar de los dones de tu amor.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.

Primera Lectura
Lectura de la tercera carta
del apóstol san Juan (5-8)
Querido hermano: En todo lo que has hecho por los hermanos, y eso que son forasteros, te has portado como verdadero cristiano. Ellos han elogiado públicamente ante esta comunidad el amor con que los has tratado.
Harás bien en ayudarlos de una manera agradable a Dios con lo que necesitan para su viaje, pues ellos se han puesto en camino por Cristo, sin aceptar nada de los paganos.Debemos, pues, ayudar a esos hermanos nuestros, para que seamos colaboradores en la difusión de la verdad.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 111
Dichosos los que temen
al Señor.
Dichosos los que temen al Señor y aman de corazón sus mandamientos; poderosos serán sus descendientes. Dios bendice a los hijos de los buenos.
Dichosos los que temen
al Señor.
Fortuna y bienestar habrá en su casa; siempre obrarán conforme a la justicia. Quien es justo, clemente y compasivo, como una luz en las tinieblas brilla.
Dichosos los que temen
al Señor.
Quienes, compadecidos, prestan y llevan su negocio honradamente jamás se desviarán; vivirá su recuerdo para siempre.
Dichosos los que temen
al Señor.

Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Dios nos ha llamado, por medio del Evangelio, a participar de la gloria de nuestro Señor Jesucristo.
Aleluya.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Lucas (18, 1-8)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, para enseñar a sus discípulos la necesidad de orar siempre y sin desfallecer, Jesús les propuso esta parábola:
“En cierta ciudad había un juez que no temía a Dios ni respetaba a los hombres. Vivía en aquella misma ciudad una viuda que acudía a él con frecuencia para decirle: ‘Hazme justicia contra mi adversario’.
Por mucho tiempo el juez no le hizo caso, pero después se dijo: ‘Aunque no temo a Dios ni respeto a los hombres, sin embargo, por la insistencia de esta viuda, voy a hacerle justicia para que no me siga molestando’ ”.
Dicho esto, Jesús comentó:
“Si así pensaba el juez injusto, ¿creen acaso que Dios no hará justicia a sus elegidos, que claman a él día y noche, y que los hará esperar? Yo les digo que les hará justicia sin tardar.
Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿creen que encontrará fe sobre la tierra?”
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión.
La esperanza en Dios es el elemento fundamental que sostiene a muchos pobres y marginados de nuestras sociedades, es la que los mantiene vivos, alegres y dispuestos a seguir luchando por una vida más digna y justa. Sin embargo, las realidades de pobreza extrema, de persecución, de violencia y de muerte se han encargado de ir eliminando en las comunidades esta fuente vital. La viuda representa a todos aquéllos que a pesar de las difíciles condiciones de vida se mantienen firmes en la fe y en la esperanza, pues están convencidos que Dios está de su parte y los acompaña en sus fatigas. El llamado que hace Jesús a la constante oración no tiene que ver con el olvido de nuestra realidad, ni de desentendernos del compromiso que tenemos como cristianos de ir construyendo en el ahora un mundo más fraterno y solidario; la oración nos mantiene unidos a la esperanza mayor: El Dios de la Vida; nos mantiene firmes en la fe y animados en la esperanza del reino. La tarea hoy es fortalecer nuestra fe en Dios; en ese Dios que siente el dolor de su pueblo; un Dios que no respalda la injusticia y la muerte.


Oración sobre las Ofrendas
Jubilosos de poder celebrar la festividad de la Madre de tu Hijo, te presentamos, Señor, estas ofrendas de alabanza, y te pedimos que por este santo, intercambio de dones, se acrecienten en nosotros los frutos de la redención eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio de Santa María Virgen III
María, modelo de la Iglesia
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, y alabarte en esta festividad de la Virgen María. Porque al aceptar ella a tu Unigénito en su corazón inmaculado, mereció concebirlo en su seno virginal y, al dar a luz a Cristo, preparó el nacimiento de la Iglesia. Porque al aceptar, junto a la cruz, el encargo de tu amor, recibió como hijos a todos los hombres, redimidos por la sangre de Cristo.
Porque al unirse a las oraciones de los apóstoles y de los discípulos, que esperaban la venida del Espíritu Consolador, se convirtió en el modelo de la Iglesia suplicante y, desde su asunción gloriosa a los cielos, sigue mostrando su amor y protección a la Iglesia que peregrina hacia la vida eterna, hasta que venga el Señor, lleno de gloria.
Por eso, con todos los ángeles y santos, te alabamos sin cesar, diciendo:
Santo, Santo, Santo…

Antífona de la Comunión
Me llamarán bienaventurada todas las generaciones, porque ha puesto Dios sus ojos en la humildad de su esclava.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Habiendo recibido el sacramento celestial, te pedimos, Señor, que cuantos hemos celebrado con veneración, la memoria de la santísima Virgen María, merezcamos participar del banquete eterno.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

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