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martes, 31 de mayo de 2011

Evangelio del Miércoles VI Semana de Pascua. Ciclo A. 01 de junio 2011

Evangelio del Miércoles VI Semana de Pascua. Ciclo A. 01 de junio 2011.

† Lectura del santo Evangelio según san Juan (16, 12-15)
Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Aún tengo muchas cosas que decirles, pero todavía no las pueden comprender. Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él los irá guiando hasta la verdad plena, porque no hablará por su cuenta, sino que dirá lo que haya oído y les anunciará las cosas que van a suceder. El me glorificará, porque primero recibirá de mí lo que les vaya comunicando. Todo
lo que tiene el Padre es mío.
Por eso he dicho que tomará de lo mío y se lo comunicará a ustedes”.

Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión:
El evangelio nos desvela la tarea fundamental del Espíritu que nos ha sido enviado: «El os guiará hasta la verdad plena», porque él es «el Espíritu de la verdad». La verdad de la que aquí se trata es la verdad de Dios tal y como ésta se ha revelado definitiva e inagotablemente en Jesucristo: esta verdad consiste en que Dios es amor y en que Dios Padre ha amado al mundo hasta el extremo de sacrificar a su propio Hijo. Esto jamás habrían podido comprenderlo los discípulos, ni nadie, ni siquiera nosotros, si el Espíritu de Dios no nos hubiera sido dado para introducirnos en los sentimientos íntimos y en la obra salvífica del propio Dios (cfr. 1 Co 2). El Espíritu Santo procede del amor infinito entre el Padre y el Hijo, es este amor y lo testimonia cuando como «amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones» (Rm 5,5). Como es el fruto de este amor recíproco en Dios, no habla de lo suyo, sino que simplemente desvela siempre de nuevo, a través de todos los siglos, cuán insondable e inconcebible es este amor eternal. Introduce en lo «mío», dice el Hijo, y esto mío es al mismo tiempo lo del Padre. Pero al amor no se puede introducir como se introduce a una ciencia teórica, sino haciendo partícipe de su realidad, enseñando a amar dentro del amor omnicomprensivo de Dios.

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