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miércoles, 8 de junio de 2011

Evangelio del Jueves VII Semana de Pascua. Ciclo A. 09 de junio 2011

Evangelio del Jueves VII Semana de Pascua. Ciclo A. 09 de junio 2011.

† Lectura del santo Evangelio según san Juan (17, 20-26)
Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús levantó los ojos al cielo y dijo: “Padre, no sólo te pido por mis discípulos, sino también por los que van a creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí y yo en ti somos uno, a fin de que sean uno en nosotros y el mundo crea que tú me has enviado.
Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno. Yo en ellos y tú en mí, para que su unidad sea perfecta y así el mundo conozca que tú me has enviado y que los amas, como me amas a mí.
Padre, quiero que donde yo esté, estén también conmigo los que me has dado, para que contemplen mi gloria, la que me diste, porque me has amado desde antes de la creación del mundo.
Padre justo, el mundo no te ha conocido; pero yo sí te conozco y éstos han conocido que tú me enviaste. Yo les he dado a conocer tu nombre y se lo seguiré dando a conocer, para que el amor con que me amas esté en ellos y yo también en ellos”.

Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión:
El diálogo íntimo que sostiene Jesús con su Padre Dios, orando y suplicando a favor de sus discípulos, nos subraya dos cosas fundamentales: “La unidad” y “el conocimiento”. Para Juan es importante que los que se hacen llamar discípulos de Jesús vivan en com-unión y conozcan al Padre. Es fundamental para el cristiano mantener la unidad, que no significa uniformidad (todos en igualdad de pensamientos y acciones), sino unión de todos con Aquel que nos ha llamado (Dios), y unión con los hermanos que, a pesar de ser diversos, comparten un mismo ideal: el Reino. La verdadera unidad de los cristianos, enriquecida por su variedad, es fruto del amor con que el Padre y el Hijo por el Espíritu Santo se aman y nos aman. El ser con Jesús implica adherirse plenamente a su mensaje y llevarlo al mundo que aún no lo conoce. Por tal motivo, la llamada de Jesús está relacionada con el envío que es inherente al discípulo. Ser enviado implica conocer y vivenciar el mensaje que se le encomienda. Busca por todos los medios llevar el amor a toda la humanidad.

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