Evangelio del Viernes XI Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 17 de junio 2011
† Lectura del santo Evangelio según san Mateo (6, 19-23)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “No acumulen ustedes tesoros en la tierra, donde la polilla y el moho los destruyen, donde los ladrones perforan las paredes y se los roban.
Más bien acumulen tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el moho los destruyen, ni hay ladrones que perforen las paredes y se los roben; porque donde está tu tesoro,
ahí también está tu corazón.
Tus ojos son la luz de tu cuerpo; de manera que, si tus ojos están sanos, todo tu cuerpo tendrá luz. Pero si tus ojos están enfermos, todo tu cuerpo tendrá oscuridad.
Y si lo que en ti debería ser luz, no es más que oscuridad, ¡qué negra no será tu propia oscuridad!”
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Reflexión:
Muchas veces, las cosas materiales pueden causar egoísmos y envidias. Obviamente, quien se apega a lo material no puede ser llamado discípulo del Señor, simple y llanamente porque no es libre para actuar; está apegado de tal forma a las cosas, que no podrá dejarlas para entregarse al proyecto de Jesús, el Reino. El Señor mismo lo dice claramente: “Donde está tu tesoro, allí estará también tu corazón”. Dice un refrán popular: , y Jesús expresa una idea similar: “La lámpara del cuerpo es el ojo”. La mirada expresa enfado, odio, ofensa, tristeza, dolor, alegría, tranquilidad, paz… La persona generosa, entregada, servicial alumbra con su mirar, mientras que la tacaña y egoísta vive en las tinieblas de la avaricia y la codicia. Mantener los ojos fijos en el Señor significa mirar desde él la realidad que nos rodea y buscar, por todos los medios, su transformación para el bien de la humanidad, en especial de los más pobres. La lucha por un mundo mejor, más justo, más digno para todos, es una de las prioridades de nuestra labor como evangelizadores-humanizadores.
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