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jueves, 9 de febrero de 2012

Ordinario de la Misa: Sábado V Semana Tiempo Ordinario. Ciclo B. 11 de Febrero, 2012

Ordinario de la Misa: Sábado V Semana Tiempo Ordinario. Ciclo B. 11 de Febrero, 2012 Nuestra Señora de Lourdes Memoria libre Perdona, Señor, las culpas de tu pueblo Antífona de Entrada Te aclamamos, santa Madre de Dios, porque has dado a luz al Rey que gobierna cielo y tierra por los siglos de los siglos. Oración Colecta Oremos: Padre misericordioso, ven en ayuda de nuestra debilidad y, por intercesión de María, Madre inmaculada de tu Hijo, haz que podamos resurgir del pecado a una vida nueva. Por nuestro Señor Jesucristo… Amén. Primera Lectura Lectura del primer libro de los Reyes (12, 26-32; 13, 33-34) En aquellos días, Jeroboam, rey de Israel, pensaba para sus adentros: “El reino todavía puede volver a la casa de David. Si el pueblo sigue yendo a Jerusalén a ofrecer sacrificios en el templo del Señor, acabará por ponerse de parte de Roboam, rey de Judá, y a mí me matarán”. Por tanto, después de consultarlo, Jeroboam mandó hacer dos becerros de oro y le dijo al pueblo: “Ya no tienen para qué ir a Jerusalén, porque aquí tienes, Israel, a tu Dios, el que te sacó de Egipto”. El colocó uno de los becerros en Betel, mientras el pueblo iba con el otro a la ciudad de Dan. Además mandó construir templos en la cima de los montes y puso de sacerdotes a hombres del pueblo, que no pertenecían a la tribu de Leví. Instituyó una fiesta el día quince del octavo mes, parecida a la que se celebraba en Judá. El mismo subió al altar en Betel para ofrecer sacrificios a los becerros que había mandado hacer; y ahí, en Betel, designó a los sacerdotes para los templos que había construido. Jeroboam no cambió su mala conducta y siguió nombrando a gente común y corriente para que fueran sacerdotes de los templos que había construido en la cima de los montes; consagraba como sacerdote a todo aquel que lo deseaba. Este fue el pecado que causó la destrucción y el exterminio de la dinastía de Jeroboam. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor. Salmo Responsorial Salmo 105 Perdona, Señor, las culpas de tu pueblo. Hemos pecado igual que nuestros padres, cometimos maldades e injusticias. Allá en Egipto, nuestros padres no entendieron, Señor, tus maravillas. Perdona, Señor, las culpas de tu pueblo. En el Horeb hicieron un becerro, un ídolo de oro, y lo adoraron. Cambiaron al Dios que era su gloria por la imagen de un buey que come pasto. Perdona, Señor, las culpas de tu pueblo. Se olvidaron del Dios que los salvó, y que hizo portentos en Egipto, en la tierra de Cam, mil maravillas, y en las aguas del mar Rojo, sus prodigios. Perdona, Señor, las culpas de tu pueblo. Aclamación antes del Evangelio Aleluya, aleluya. No sólo de pan vive el hombre, sino también de toda palabra que sale de la boca de Dios. Aleluya. Evangelio † Lectura del santo Evangelio según san Marcos (8, 1-10) Gloria a ti, Señor. En aquellos días, vio Jesús que lo seguía mucha gente y no tenían qué comer. Entonces llamó a sus discípulos y les dijo: “Me da lástima esta gente: ya llevan tres días conmigo y no tienen qué comer. Si los mando a sus casas en ayunas, se van a desmayar en el camino. Además, algunos han venido de lejos”. Sus discípulos le respondieron: “¿Y dónde se puede conseguir pan, aquí en despoblado, para que coma esta gente?” El les preguntó: “¿Cuántos panes tienen?” Ellos le contestaron: “Siete”. Jesús mandó a la gente que se sentara en el suelo; tomó los siete panes, pronunció la acción de gracias, los partió y se los fue dando a sus discípulos, para que los distribuyeran. Y ellos los fueron distribuyendo entre la gente. Tenían, además, unos cuantos pescados. Jesús los bendijo también y mandó que los distribuyeran. La gente comió hasta quedar satisfecha, y todavía se recogieron siete canastos de sobras. Eran unos cuatro mil. Jesús los despidió y luego se embarcó con sus discípulos y llegó a la región de Dalmanuta. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús. Comentario: El principal milagro que realiza Jesús es hacer entender a sus discípulos que únicamente repartiendo lo que tienen pueden alimentar a la multitud que marcha tras él. La pista para entender esto nos la da la reacción con la que los discípulos contestan a la constatación que Jesús hace sobre el estado de cansancio y hambre de la multitud. Los discípulos aún no aceptan el creciente número de simpatizantes de Jesús y, para ellos lo más sencillo es despacharlos y que cada quien se arregle como pueda. La respuesta de Jesús es dar de lo poco que tiene el grupo para así propiciar la solidaridad entre todos. – Hoy enfrentamos en nuestras comunidades cristianas una realidad semejante. Nos aferramos a las necesidades y limitaciones internas y no nos damos cuenta de que el único camino para salir de esa situación es ir hacia los demás, hacia la multitud hambrienta y necesitada, sea de medios de subsistencia o bien de orientaciones para dar sentido a su existencia. La comunidad cristiana crece en la medida en que responde a las necesidades de su realidad social y cultural. Debemos medir nuestras fuerzas por las posibilidades del evangelio y no por nuestras propias limitaciones. Oración sobre las Ofrendas Padre lleno de bondad, que nos socorra el inmenso amor de tu Hijo unigénito para que, quien al nacer de la Virgen María, no menoscabó la integridad de la Madre, sino que la consagró, nos libre de nuestras culpas y haga acepta a ti nuestra oblación. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén. Prefacio de Santa María Virgen I Maternidad de la santísima Virgen María El Señor esté con ustedes. Y con tu espíritu. Levantemos el corazón. Lo tenemos levantado hacia el Señor. Demos gracias al Señor, nuestro Dios. Es justo y necesario. En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno. Y alabar, bendecir y proclamar tu gloria en la conmemoración de Santa María, siempre virgen: Porque ella concibió a tu único Hijo por obra del Espíritu Santo y sin perder la gloria de su virginidad, hizo brillar sobre el mundo la luz eterna, Jesucristo nuestro Señor. Por él, los ángeles y los arcángeles y todos los coros celestiales, celebran tu gloria, unidos en común alegría. Permítenos asociarnos a sus voces, cantando humildemente tu alabanza: Santo, Santo, Santo… Antífona de la Comunión Dichosa la Virgen María, que llevó en su seno al Hijo del eterno Padre. Oración después de la Comunión Oremos: Señor, al recibir el sacramento celestial en esta conmemoración de la santísima Virgen María, te pedimos que nos concedas celebrar dignamente, a imitación suya, el misterio de nuestra redención. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

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