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sábado, 21 de agosto de 2010

Homilia (1) Domingo XXI Semana Tiempo Ordinario Ciclo C. 22 de agosto 2010

NUESTRA FE NOS LLEVA NECESARIAMENTE AL COMPROMISO
Por Pedro Juan Díaz
1.- ¿Qué hubiera sido de nosotros si el mensaje de la salvación no se hubiera abierto a todos los pueblos? No lo podemos saber. Lo que sí que podemos saber es que nosotros somos esos “paganos” de los que habla el Evangelio. Nuestros antepasados fueron evangelizados y convertidos en “nuevos cristianos”. Cuando Jesús decía “vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios” pensaba también en nosotros. La fe del pueblo de Israel fue viviendo distintas etapas. Siempre creyeron que su Dios era solo uno, pero empezaron reconociendo que podrían existir otros dioses y que cada pueblo podía tener uno o más, pero que ellos sólo tenían uno. De ahí pasaron a creer que su Dios era el único para todos los pueblos y que los demás dioses eran falsos. Con el tema de la salvación ocurrió algo parecido: pasaron de creer que la salvación era para ellos solos, que eran el pueblo elegido, a creer en la dimensión universal de la salvación, es decir, en un Dios que había creado todo el mundo y toda la humanidad y que, por tanto, ofrecía y abría la salvación a todas las personas.
2.- Ya el profeta Isaías lo anuncia en este “pregón” que puede ser la primera lectura de hoy. El profeta hace una gran convocatoria para todos los pueblos, incluyendo los paganos, en el monte santo de Sión, en Jerusalén. Todos están convocados a contemplar la gloria y la fama de Dios. La salvación que Dios ofrece es universal para todos sus hijos e hijas, porque Él lo ha creado todo y nos ha creado a todos. Y Jesús lo avala hablando de una Mesa en la que se sentarán gentes de todos los puntos cardinales, “de oriente y de occidente, del norte y del sur”. Por tanto, y esta es la segunda idea de hoy, la salvación no está “reservada” y exigen una gran responsabilidad. “Esforzaos en entrar por la puerta estrecha”. La pertenencia a un grupo determinado no nos asegura nada, porque “hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos”. ¿Qué quiere decir Jesús con todo esto? Que nuestra fe nos lleva necesariamente al compromiso. Que, aunque el Señor nos ofrece la salvación de manera gratuita, esa salvación es acogida por nosotros a través de un compromiso moral y una exigencia de vida, es decir, a través de un estilo de vida. No podemos vivir como los paganos, que no conocen a Dios, decía San Pablo. Nuestra vida ha de ser reflejo de esa fe y de esa salvación que el Señor nos regala y que nosotros acogemos.
3.- Por eso no es cuestión de conformarnos con lo que hacemos y ya, la fe siempre nos exige un poquito más, un paso más, para acercarnos cada vez más a Dios, para conocerle mejor, para amarle más, para seguirle más de cerca, más comprometidos con la vida, con nuestros hermanos y hermanas, especialmente con los más pobres y desfavorecidos. No nos podemos conformar con nuestras prácticas religiosas. La fe se vive; su espacio de realización es la vida; somos cristianos en nuestro día a día, no solo cuando venimos a la Iglesia. Aquí dentro es muy fácil ser cristiano, pero el “esfuerzo” que nos pide el Evangelio hoy, la “puerta estrecha” está ahí fuera.
4.- Para poder salir ahí fuera y ser signo de la presencia amorosa de Dios entre las personas necesitamos vivir este encuentro aquí dentro. Necesitamos encontrarnos con otros hermanos, vivir la fraternidad, reconocer al Señor Jesús en medio de nosotros, alimentarnos con su Pan de Vida y sentirnos enviados a anunciar la salvación de Dios a todas las personas. Ojala que este encuentro semanal sea revitalizador para nuestra fe y nos haga salir a la vida con fuerzas renovadas.

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