Martes 12 de Octubre, 2010
Señor, ten misericordia de mí
Feria de la 28a. semana del Tiempo Ordinario o memoria libre de Nuestra Señora del Pilar
La palabra de Dios es viva y eficaz
Antífona de Entrada
Dios mío, ten piedad de mí, pues sin cesar te invoco. Tú eres bueno y clemente y no niegas tu amor al que te invoca.
Oración Colecta
Oremos:
Dios misericordioso, de quien procede todo lo bueno, inflámanos con tu amor y acércanos más a ti a fin de que podamos crecer en tu gracia y perseveremos en ella.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.
Primera Lectura
Lectura de la carta del apóstol
san Pablo a los gálatas (5, 1-6)
Hermanos: Cristo nos ha liberado para que seamos libres. Conserven, pues, la libertad y no se sometan de nuevo al yugo de la esclavitud.
Yo mismo, Pablo, les aseguro que, si se dejan circuncidar, Cristo no les servirá de nada. Y vuelvo a declarar que todo el que se deja circuncidar, queda obligado a cumplir toda la ley. Ustedes, los que pretenden alcanzar la justificación por medio de la ley, han perdido a Cristo, han rechazado la gracia.
Nosotros, en cambio, movidos por el Espíritu Santo, esperamos ansiosamente la justificación por medio de la fe. Porque para los cristianos no vale nada estar o no estar circuncidado; lo único que vale es la fe, que actúa a través de la caridad.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial Salmo 118
Señor, ten misericordia de mí.
Señor, ten misericordia de mí y sálvame según tu promesa. No quites de mi boca las palabras sinceras, porque yo espero en tus mandamientos.
Señor, ten misericordia de mí.
Cumpliré tu voluntad sin cesar y para siempre. Caminaré por un camino ancho, pues he seguido tus preceptos.
Señor, ten misericordia de mí.
Serán mi delicia tus mandatos, que tanto amo. Levantaré mis manos hacia ti, mientras recito tus mandamientos.
Señor, ten misericordia de mí.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
La palabra de Dios es viva y eficaz y descubre los pensamientos e intenciones del corazón.
Aleluya.
Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Lucas (11, 37-41)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, un fariseo invitó a Jesús a comer. Jesús fue a la casa del fariseo y se sentó a la mesa. El fariseo se extrañó de que Jesús no hubiera cumplido con la ceremonia de lavarse las manos antes de comer.
Pero el Señor le dijo:
“Ustedes, los fariseos, limpian el exterior del vaso y del plato; en cambio, el interior de ustedes está lleno de robos y maldad. ¡Insensatos! ¿Acaso el que hizo lo exterior no hizo también lo interior? Den más bien limosna de lo que tienen y todo lo de ustedes quedará limpio”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Reflexión:
Jesús acepta la invitación del maestro de la ley con una intención más profunda que la de simplemente comer con él. El beneplácito de Jesús apunta a la transformación de la vida del fariseo. La motivación es salvífica: provocar un cambio radical y alternativo en la vida de los que se encuentran con él. Para Jesús, las purificaciones rituales, las limosnas, la ofrenda meticulosa, los discursos arrogantes, el afán de ocupar los primeros puestos, son actitudes que no llegan al sentido de lo que es el verdadero seguimiento. Lo que interesa es como la persona desde dentro va volcando su vida hacia la implantación del reino y del reinado de Dios en las realidades sociales, políticas, culturales y religiosas de la humanidad. En definitiva, lo realmente importante y lo que clarifica el interior de la persona no son las práctica rituales o las prácticas de la misericordia vacías, sino la ruptura de todos aquellos límites que no permiten la ayuda del marginado, del empobrecido, del ajusticiado. Arriesguémonos a romper con todas aquellas leyes que con apariencia de “palabra divina” nos deshumanizan, alienan nuestra conciencia y nos hacen perder el horizonte del reino: la humanización y dignificación de todo ser humano.
Oración sobre las Ofrendas
Acepta, Señor, los dones que te presentamos y realiza en nosotros con el poder de tu Espíritu, la obra redentora que se actualiza en esta Eucaristía.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio Común VIII
Jesús, buen samaritano
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo darte gracias, y deber nuestro alabarte, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, en todos los momentos y circunstancias de la vida, en la salud y en la enfermedad, en el sufrimiento y en el gozo, por tu siervo, Jesús, nuestro Redentor. Porque él, en su vida terrena, pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el mal. También hoy, como buen samaritano, se acerca a todo hombre que sufre en su cuerpo o en su espíritu, y cura sus heridas con el aceite del consuelo y el vino de la esperanza.
Por este don de tu gracia, incluso cuando nos vemos sumergidos en la noche del dolor, vislumbramos la luz pascual en tu Hijo, muerto y resucitado.
Por eso, unidos a los ángeles y a los santos, cantamos a una voz el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo…
Antífona de la Comunión
Qué grande es la delicadeza del amor que tienes reservada, Señor, para tus hijos.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Te rogamos, Señor, que este sacramento con que nos has alimentado, nos haga crecer en tu amor y nos impulse a servirte en nuestros prójimos.
Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
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