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viernes, 15 de octubre de 2010

Lecturas y Oraciones del Sábado XXVIII Semana Tiempo Ordinario. Ciclo C. 17 de octubre 2010

Sabado 16 de Octubre, 2010
¡Qué admirable, Señor, es tu poder!
Feria de la 28a. S. T. O. o memoria libre de santa Eduviges, religiosa; o de santa Margarita María de Alacoque, Virgen
El Espíritu de verdad dará testimonio de mí
.
Antífona de Entrada
Podrías hacer recaer sobre nosotros, Señor, todo el rigor de tu justicia, porque hemos pecado contra ti y hemos desobedecido tus mandatos; pero, haz honor a tu nombre y trátanos conforme a tu inmensa misericordia.
Oración Colecta
Oremos:
Dios nuestro, que con tu perdón y tu misericordia, nos das la prueba más delicada de tu omnipotencia, apiádate de nosotros, pecadores, para que no desfallezcamos en la lucha por obtener el cielo que nos has prometido.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.

Primera Lectura
Lectura de la carta del apóstol
san Pablo a los efesios (1, 15-23)
Hermanos: Me he enterado de su fe en el Señor Jesús y del amor que demuestran a todos los hermanos, por lo cual no dejo de dar gracias por ustedes, ni de recordarlos en mis oraciones, y le pido al Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, que les conceda espíritu de sabiduría y de reflexión para conocerlo.
Le pido que les ilumine la mente para que comprendan cuál es la esperanza que les da su llamamiento, cuán gloriosa y rica es la herencia que Dios da a los que son suyos y cuál la extraordinaria grandeza de su poder para con nosotros, los que confiamos en él, por la eficacia de su fuerza poderosa.
Con esta fuerza resucitó a Cristo de entre los muertos y lo hizo sentar a su derecha en el cielo, por encima de todos los ángeles, principados, potestades, virtudes y dominaciones, y por encima de cualquier persona, no sólo del mundo actual, sino también del futuro. Todo lo puso bajo sus pies y a él mismo lo constituyó cabeza suprema de la Iglesia, que es su cuerpo, y la plenitud del que lo consuma todo en todo.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 8
¡Qué admirable, Señor,
es tu poder!
¡Qué admirable es, Señor y Dios nuestro, tu poder en toda la tierra! Tu grandeza sobrepasa los cielos y hasta los niños de pecho te dan alabanza perfecta.
¡Qué admirable, Señor,
es tu poder!
Cuando contemplo el cielo, obra de tus manos, la luna y las estrellas que has creado, me pregunto: ¿Qué es el hombre para que de él te acuerdes; ese pobre ser humano, para que de él te preocupes?
¡Qué admirable, Señor,
es tu poder!
Sin embargo, lo hiciste un poquito inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y dignidad; le diste el mando sobre las obras de tus manos y todo lo sometiste bajo sus pies.
¡Qué admirable, Señor,
es tu poder!

Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
El Espíritu de verdad dará testimonio de mí, dice el Señor, y también ustedes serán mis testigos.
Aleluya.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Lucas (12, 8-12)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Yo les aseguro que a todo aquel que me reconozca abiertamente ante los hombres, lo reconocerá abiertamente el Hijo del hombre ante los ángeles de Dios; pero a aquel que me niegue ante los hombres, yo lo negaré ante los ángeles de Dios.
A todo aquel que diga una palabra contra el Hijo del hombre, se le perdonará; pero a aquel que blasfeme contra el Espíritu Santo, no se le perdonará.
Cuando los lleven a las sinagogas y ante los jueces y autoridades, no se preocupen de cómo se van a defender o qué van a decir, porque el Espíritu Santo les enseñará en aquel momento lo que convenga decir”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión:
La recompensa del discipulado es valiosa: los seguidores de Jesús que sean fieles a Jesús, el Maestro, recibirán su apoyo como Hijo del Hombre ante las adversidades. Los seguidores y amigos de Jesús no deben tener miedo, dado que la asistencia de Dios se hace manifiesta donándoles la libertad y valentía interior a través del Espíritu Santo. De tal manera que la tarea de los discípulos no es luchar contra los que no creen en Jesús, sino dar testimonio creíble de su presencia entre la humanidad. Sin embargo, es necesario apostar y luchar por el proyecto que Jesús amó y llevó hasta las últimas consecuencias. La actitud crítica de Jesús contra los que se creen dueños del poder radica en la hostilidad contra la fuerza liberadora y salvadora de Dios, su Espíritu. Jesús desenmascara toda pretensión de seguimiento ambiguo, incoherente; de un seguimiento que no crea en la posibilidad de que el reinado de Dios se construya en este mundo totalmente otro por medio de principios tan fundamentales como el de la justicia, la dignidad y el reconocimiento de los derechos y deberes humanos. Es preciso tomar conciencia que hacerse discípulo de Jesús implica necesariamente asumir el conflicto, compartir su causa y destino.



Oración sobre las Ofrendas
Acepta, Padre misericordioso, nuestros dones y conviértelos en el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, fuente de toda bendición para tu Iglesia.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio Común III
Alabanza a Dios por la creación
y la redención del hombre
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno. Pues por medio de tu amado Hijo, eres el creador del género humano, y también el autor bondadoso de la nueva creación. Por eso, con razón te sirven todas las criaturas, con justicia te alaban todos los redimidos, y unánimes te bendicen tus santos.
Con ellos, también nosotros, a una con los ángeles, cantamos tu gloria gozosos diciendo:
Santo, Santo, Santo...

Antífona de la Comunión
Recuerda, Señor, la promesa que le hiciste a tu siervo; en ella he puesto toda mi esperanza y ha sido ella mi consuelo en la aflicción.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Que esta Eucaristía renueve, Señor, nuestro cuerpo y nuestro espíritu a fin de que podamos participar de la herencia gloriosa de tu Hijo, cuya muerte hemos anunciado y compartido.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

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