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jueves, 14 de octubre de 2010

Lecturas y Oraciones del Viernes XXVIII Semana Tiempo Ordinario. Ciclo C. 15 de octubre 2010

Viernes 15 de Octubre, 2010
Memoria de santa Teresa de Ávila
Virgen y Doctora de la Iglesia
Alabemos al Señor con alegría
Antífona de Entrada
Como la cierva busca el agua de los ríos, así, cansada mi alma, te busca a ti, Dios mío.
Oración Colecta
Oremos:
Dios nuestro, que por medio de tu Espíritu impulsaste a santa Teresa de Ávila a renovar en la Iglesia la vida religiosa, concédenos, por su intercesión, un ardiente deseo de renovar nuestra vida cristiana y de servirte con alegría.
Por nuestro Señor Jesucristo.
Amén.
Primera Lectura
Lectura de la carta del apóstol
san Pablo a los efesios (1, 11-14)
Hermanos: Con Cristo somos herederos también nosotros. Para esto estábamos destinados, por decisión del que lo hace todo según su voluntad: para que fuéramos una alabanza continua de su gloria, nosotros, los que ya antes esperábamos en Cristo.
En él, también ustedes, después de escuchar la palabra de la verdad, el Evangelio de su salvación, y después de creer, han sido marcados con el Espíritu Santo prometido.
Este Espíritu es la garantía de nuestra herencia, mientras llega la liberación del pueblo adquirido por Dios, para alabanza de su gloria.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 32
Alabemos al Señor con alegría.
Que los justos aclamen al Señor; es propio de los justos alabarlo. Demos gracias a Dios al son del arpa, que la lira acompañe nuestros cantos.
Alabemos al Señor con alegría.
Sincera es la palabra del Señor y todas sus acciones son leales. El ama la justicia y el derecho, la tierra llena está de sus bondades.
Alabemos al Señor con alegría.
Feliz la nación cuyo Dios es el Señor, dichoso el pueblo que escogió por suyo. Desde el cielo el Señor, atentamente, mira a todos los hombres.
Alabemos al Señor con alegría.

Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Muéstrate bondadoso con nosotros, Señor, puesto que en ti hemos confiado.
Aleluya.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Lucas (12, 1-7)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, la multitud rodeaba a Jesús en tan gran número, que se atropellaban unos a otros. Entonces Jesús les dijo a sus discípulos:
“Cuídense de la levadura de los fariseos, es decir de la hipocresía. Porque no hay nada oculto que no llegue a descubrirse, ni nada secreto que no llegue a conocerse.
Por eso, todo lo que ustedes hayan dicho en la oscuridad, se dirá a plena luz, y lo que hayan dicho en voz baja y en privado, se proclamará desde las azoteas.
Yo les digo a ustedes, amigos míos: No teman a aquellos que matan el cuerpo y después ya no pueden hacer nada más. Les voy a decir a quién han de temer: Teman a aquel que, después de darles muerte, los puede arrojar al lugar de castigo.
Se lo repito:
A él sí tienen que temerlo.
¿No se venden cinco pajarillos por dos monedas? Sin embargo, ni de uno solo de ellos se olvida Dios; y por lo que a ustedes toca, todos los cabellos de su cabeza están contados. No teman, pues, porque ustedes valen mucho más que todos los pajarillos”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión:
Lucas polemiza una vez más contra los legalismos de su comunidad, cuyas exigencias no son coherentes con la enseñanza divina. La multitud que asiste para escuchar a Jesús no es garantía de la coherencia y práctica de la palabra de Dios. Sin lugar a dudas, los espectáculos multitudinarios apuntan más a la propaganda mediática, a los populismos y los ideologismos históricos que a la verdadera adhesión libre y consciente al proyecto del reino y el reinado de Dios. Los discípulos de Jesús debemos estar atentos a no contaminarnos con la levadura de la hipocresía y la mediocridad que tergiversan las enseñanzas del Maestro. La hipocresía no es evangélica, es una distorsión que se erige a sí misma como modelo de perfección haciendo que olvidemos que la voluntad de Dios no es narcisismo o engreimiento personal o comunitario, sino más bien, la ardua tarea del servicio solidario y alternativo a los más pequeños del reino. Tenemos que ser fieles a Dios, a su amistad y palabra manifestada en Jesús. Dios es quien tiene la soberanía sobre nuestra vida y proyecto, por tanto, es necesario poner nuestra confianza y valentía en Aquél que es el Señor de la creación y de la historia.

Oración sobre las Ofrendas
Acepta, Señor, los dones que te presentamos y concédenos celebrar esta Eucaristía, con el mismo fervor con que santa Teresa de Ávila se consagró a tu Hijo y al servicio de la Iglesia.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio de Santas Vírgenes
y Santos Religiosos
La vida consagrada a Dios es un
signo del Reino de los cielos
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario que te alaben, Señor, tus criaturas del cielo y de la tierra. Porque al celebrar a los santos que por amor al Reino de los cielos se consagraron a Cristo, reconocemos tu Providencia admirable, que no cesa de llamar al hombre a la santidad primera, para hacerlo participar ya desde ahora de la vida que gozará en el cielo, por Cristo nuestro Señor.
Por eso, con todos los ángeles y santos, te alabamos, proclamando sin cesar:
Santo, Santo, Santo…

Antífona de la Comunión
Cantaré tus misericordias, Señor, eternamente y proclamaré tu fidelidad de generación en generación.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Tú, que nos has alimentado con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, concédenos, Señor, que, a ejemplo de santa Teresa de Ávila, no nos cansemos nunca de cantar las maravillas de tu amor.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

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