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martes, 7 de diciembre de 2010

Evangelio del día. Miercoles II Semana de Adviento. Ciclo A. 8 de diciembre 2010

Evangelio del Miércoles II Semana de Adviento. Ciclo A. 8 de diciembre 2010.
FESTIVIDAD DE LA INMACULADA CONCEPCION

† Lectura del santo Evangelio según san Lucas (1, 26-38)

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón de la estirpe de David, llamado José. La virgen se llamaba María.
Entró el ángel a donde ella estaba y le dijo: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”. Al oír estas palabras, ella se preocupó mucho y se preguntaba qué querría decir semejante saludo.
El ángel le dijo: “No temas, María, porque has hallado gracia ante Dios. Vas a concebir y a dar a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús. El será grande y será llamado Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, y él reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reinado no tendrá fin”.
María le dijo entonces al ángel: “¿Cómo podrá ser esto, puesto que yo permanezco virgen?” El ángel le contestó:
“El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso, el Santo, que va a nacer de ti, será llamado Hijo de Dios. Ahí tienes a tu parienta Isabel, que a pesar de su vejez, ha concebido un hijo y ya va en el sexto mes la que llamaban estéril, porque no hay nada imposible para Dios”. María contestó:
“Yo soy la esclava del Señor, cúmplase en mí lo que me has dicho”. Y el ángel se retiró de su presencia.

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión:

Lucas hace una comparación entre la anunciación a María y la anunciación a Zacarías. La esposa de éste último, de avanzada edad, ha concebido un hijo. Ahora Dios se fija en una joven del otro extremo de Isabel. Zacarías, sacerdote que oficiaba en el templo, que era tenido por muy cercano a Dios, no cree en el anuncio que le hace el ángel. María, mujer pobre, humilde y sencilla, de un lugar muy lejano del Templo de Jerusalén, le dice “sí” al proyecto de Dios, acepta lo increíble y lo más deseado en la historia de su pueblo, ser la madre del mesías. Los grandes planes de Dios suceden en lo sencillo, en lo que no es importante para la estructura social, política, económica y religiosa, es decir, en lo cotidiano, en los pobres. Este anuncio revela la novedad de Dios en Jesús, que en lugar de limitar lo sagrado al templo y los oficios religiosos, desea santificar la vida, con sus tareas, luchas, fiestas y fatigas. Celebrar la Inmaculada Concepción de María es comprometernos con los planes de Dios para con la humanidad: la salvación para todos, sin exclusiones ni divisiones. ¿Cómo estamos aceptando hoy la voluntad de Dios en nuestra propia vida?

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