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miércoles, 12 de enero de 2011

Evangelio del Jueves I Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 13 de enero 2011

Evangelio del Jueves I Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 13 de enero 2011.

† Lectura del santo Evangelio según san Marcos (1, 40-45)
Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, se le acercó a Jesús un leproso para suplicarle de rodillas: “Si tú quieres, puedes curarme”.
Jesús se compadeció de él, y extendiendo la mano, lo tocó y le dijo: “¡Sí quiero: sana!” Inmediatamente se le quitó la lepra y quedó limpio.
Al despedirlo, Jesús le mandó con severidad: “No se lo cuentes a nadie; pero para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo prescrito
por Moisés”.
Pero aquel hombre comenzó a divulgar tanto el hecho, que Jesús no podía ya entrar abiertamente en la ciudad, sino que se quedaba fuera, en lugares solitarios, a donde acudían a él de todas partes.

Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión:
Jesús advierte al curado de la lepra que no comente con nadie esta acción, y que más bien se presente ante el sacerdote para que pueda nuevamente ser reintegrado y vinculado religiosa y socialmente a la comunidad. Esta exigencia de silencio tiene una significación importante dentro del evangelio de Marcos y se conoce como el “secreto mesiánico”; con ello se quiere expresar que la salvación anunciada por Jesús a la humanidad solo se puede comprender correctamente después de su muerte y resurrección; de lo contrario, los milagros pueden vincularse, erróneamente, a las expectativas mesiánicas latentes en su momento. Jesús no es un rey político, ni un mesías nacional que tenga como proyecto liberar al pueblo de Israel de las distintas estructuras que lo oprimen. Jesús es mesías porque con sus actitudes y comportamientos hace presente, de manera anticipada, la realidad del Reino de Dios, es mesías porque no se anuncia a sí mismo, sino que anuncia la misericordia y la bondad de Dios para con los pobres. Es importante, pues, para nuestra experiencia de fe comprender que en la solidaridad con el hermano vamos haciendo presente el Reino de Dios, de ello depende la eficacia de la misión de la Iglesia.

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