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jueves, 13 de enero de 2011

Evangelio del Viernes I Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 14 de enero 2011

Evangelio del Viernes I Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 14 de enero 2011.

† Lectura del santo Evangelio según san Marcos (2, 1-12)
Gloria a ti, Señor.

Cuando Jesús volvió a Cafarnaúm, corrió la voz de que estaba en casa, y muy pronto se aglomeró tanta gente, que ya no había sitio frente a la puerta. Mientras él enseñaba su doctrina, le quisiéron presentar a un paralítico, que iban cargando entre cuatro. Pero como no podían acercarse a Jesús por la cantidad de gente, quitaron parte del techo, encima de donde estaba Jesús, y por el agujero bajaron al enfermo en una camilla.
Viendo Jesús la fe de aquellos hombres, le dijo al paralítico:
“Hijo, tus pecados te quedan perdonados”. Algunos escribas que estaban allí sentados comenzaron a pensar: “¿Por qué habla éste así? Eso es una blasfemia. ¿Quién puede perdonar los pecados sino sólo Dios?”
Conociendo Jesús lo que estaban pensando, les dijo:
“¿Por qué piensan así? ¿Qué es más fácil, decirle al paralítico: ‘Tus pecados te son perdonados’ o decirle: ‘Levántate, recoge tu camilla y vete a tu casa?’ Pues para que sepan que el Hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar los pecados —le dijo al paralítico—: Yo te lo mando: levántate, recoge tu camilla y vete a tu casa”.
El hombre se levantó inmediatamente, recogió su camilla y salió de allí a la vista de todos, que se quedaron atónitos y daban gloria a Dios, diciendo: “¡Nunca habíamos visto cosa igual!”

Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión:
La experiencia de fe se alimenta esencialmente de la vida comunitaria. Este carácter comunitario de la fe lo vemos claramente en los cuatro hombres que se esfuerzan por acercar al paralítico a los pies de Jesús, hacen todo lo que está a su alcance para que el enfermo escuche y sea partícipe de las palabras del Maestro. La generosidad de estos cuatro hombres, movidos por la fe, es la que logra la salvación del paralítico. Esta sanación es fuente de controversia con las autoridades judías, en este caso con los escribas, quienes murmuran al escuchar las palabras de Jesús, considerándolas como una blasfemia, pues solo Dios perdona los pecados. A esta reclamación Jesús responde no con más palabras, sino con una acción mayor, revelando así que Dios está con él y con los marginados: “Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa”. Tomar la camilla y volver a casa significa iniciar una nueva vida, una vida alejada del pecado y de la muerte; es volver a los brazos de Dios, es participar activamente del amor y la justicia del Reino. Hoy nos sentimos llamados a “levantarnos” de nuestros egoísmos e injusticias que nos paralizan, y a ponernos en el camino de la conversión.

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