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jueves, 30 de junio de 2011

Evangelio del Viernes XIII Semana T. O. Ciclo A. Sagrado Corazón de Jesús. 01 de julio 2011

Evangelio del Viernes XIII Semana T. O. Ciclo A. Sagrado Corazón de Jesús. 01 de julio 2011

† Lectura del santo Evangelio según san Mateo (11, 25-30)
Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús exclamó: “¡Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a la gente sencilla! Gracias, Padre, porque así te ha parecido bien.
El Padre ha puesto todas las cosas en mis manos. Nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
Vengan a mí, todos los que están fatigados y agobiados por la carga, y yo los aliviaré. Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontrarán descanso, porque mi yugo es suave y mi carga ligera”.

Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.


Reflexión:
En la primera lectura del Deuteronomio, el pueblo de Israel se siente elegido por el Dios verdadero, ellos han hecho alianza con este Dios, la que durará por muchas generaciones si le aman fielmente y guardan sus enseñanzas. En el evangelio, Jesús es desacreditado por los fariseos quienes en los versículos precedentes, lo acusan de ser seguidor de satanás, pues miran con sospecha su popularidad ante el pueblo, que ya comenzaba a pensar Jesús como el mesías esperado, les molesta que realice curaciones a gente del pueblo que están estigmatizados como “pecadores”, por sufrir algún defecto físico o enfermedad, por ello intentan denigrarlo diciendo que sus acciones son guiadas por el demonio. Este mismo pasaje del evangelio se sigue repitiendo en nuestro tiempo, quienes se creen poseedores de la verdad, no escatiman esfuerzos para desacreditar a aquellos que surgen haciendo propuestas nuevas en lo político, social y religioso en favor de los más excluidos y discriminados de nuestra sociedad. Jesús intuyendo su forma de pensar les aclara ayer y hoy, que todo país, toda familia, y toda persona que está dividida no puede subsistir, se desarma, se dispersa y no crece. Es lo que también entendemos de la 1 carta de Juan; quién ama a Dios y a sus semejantes, permanece en Dios y Dios en él, pues el que ama no divide, sino muy por el contrario reúne, aglutina, recoge y el que no”desparrama”

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