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jueves, 30 de junio de 2011

Ordinario de la Misa: Viernes XIII Semana T. O. Ciclo A. 01 de julio 2011

Ordinario de la Misa: Viernes XIII Semana T. O. Ciclo A. 01 de julio 2011

El Sagrado Corazón de Jesús
Solemnidad
El Señor perdona tus pecados
Bendice al Señor, alma mía
Antífona de Entrada
Los proyectos de su corazón subsisten de edad en edad, para librar de la muerte la vida de sus fieles y reanimarlos en tiempo de hambre.
Se dice Gloria.
Oración Colecta
Oremos:
Al celebrarse hoy la solemnidad del Corazón de Jesús, en la que recordamos el inmenso amor de tu Hijo hacia nosotros, te suplicamos, Padre todopoderoso, que nos concedas alcanzar de esa fuente inagotable la abundancia de tu gracia.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén

Primera Lectura
Lectura del libro del
Deuteronomio (7, 6-11)
En aquel tiempo, habló Moisés al pueblo y le dijo: “Eres un pueblo consagrado al Señor, tu Dios; él te ha elegido a ti para que seas pueblo suyo entre todos los pueblos de la tierra. El Señor se ha comprometido contigo y te ha elegido, no por ser tú el más numeroso de todos los pueblos, ya que al contrario, eres el menos numeroso; más bien te ha elegido por el amor que te tiene y para cumplir el juramento hecho a tus padres. Por eso, el Señor, con mano firme, te sacó de la esclavitud y del poder del faraón, rey de Egipto.
Reconoce, pues, que el Señor, tu Dios, es el Dios verdadero y fiel. El guarda su alianza y su misericordia hasta mil generaciones para los que lo aman y cumplen sus mandamientos; pero castiga a quienes lo odian, y los hace perecer sin demora.
Guarda, pues, los mandamientos, preceptos y leyes que yo te mando hoy poner en práctica”.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 102
El Señor es compasivo
y misericordioso.
Bendice al Señor, alma mía, que todo mi ser bendiga su santo nombre. Bendice al Señor, alma mía, y no te olvides de sus beneficios.
El Señor es compasivo
y misericordioso.
El Señor perdona tus pecados y cura tus enfermedades; él rescata tu vida del sepulcro y te colma de amor y de ternura.
El Señor es compasivo
y misericordioso.
El Señor hace justicia y le da la razón al oprimido. A Moisés le mostró su bondad y sus prodigios al pueblo de Israel.
El Señor es compasivo
y misericordioso.
El Señor es compasivo y misericordioso, lento para enojarse y generoso para perdonar. No nos trata como merecen nuestras culpas, ni nos paga según nuestros pecados.
El Señor es compasivo
y misericordioso.

Segunda Lectura
Lectura de la primera carta del
apóstol san Juan (4, 7-16)
Queridos hijos: Amémonos los unos a los otros, porque el amor viene de Dios y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. El que no ama, no conoce a Dios, porque Dios es amor.
El amor que Dios nos tiene, se ha manifestado en que envió al mundo a su Hijo unigénito para que vivamos por él.
El amor consiste en esto: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó primero y nos envió a su Hijo, como víctima de expiación por nuestros pecados.
Si Dios nos ha amado tanto, también nosotros debemos amarnos los unos a los otros. A Dios nadie lo ha visto nunca; pero si nos amamos los unos a los otros, Dios permanece en nosotros y su amor en nosotros es perfecto.
En esto conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros: en que nos ha dado su Espíritu. Nosotros hemos visto y de ello damos testimonio, que el Padre envió a su Hijo como salvador del mundo. Quien confiesa que Jesús es el Hijo de Dios, permanece en Dios y Dios en él.
Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en ese amor. Dios es amor y quien permanece en el amor, permanece en Dios y Dios en él.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Tomen mi yugo sobre ustedes, dice el Señor, y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón.
Aleluya.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Mateo (11, 25-30)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús exclamó: “¡Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a la gente sencilla! Gracias, Padre, porque así te ha parecido bien.
El Padre ha puesto todas las cosas en mis manos. Nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
Vengan a mí, todos los que están fatigados y agobiados por la carga, y yo los aliviaré. Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontrarán descanso, porque mi yugo es suave y mi carga ligera”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.


Reflexión:
En la primera lectura del Deuteronomio, el pueblo de Israel se siente elegido por el Dios verdadero, ellos han hecho alianza con este Dios, la que durará por muchas generaciones si le aman fielmente y guardan sus enseñanzas. En el evangelio, Jesús es desacreditado por los fariseos quienes en los versículos precedentes, lo acusan de ser seguidor de satanás, pues miran con sospecha su popularidad ante el pueblo, que ya comenzaba a pensar Jesús como el mesías esperado, les molesta que realice curaciones a gente del pueblo que están estigmatizados como “pecadores”, por sufrir algún defecto físico o enfermedad, por ello intentan denigrarlo diciendo que sus acciones son guiadas por el demonio. Este mismo pasaje del evangelio se sigue repitiendo en nuestro tiempo, quienes se creen poseedores de la verdad, no escatiman esfuerzos para desacreditar a aquellos que surgen haciendo propuestas nuevas en lo político, social y religioso en favor de los más excluidos y discriminados de nuestra sociedad. Jesús intuyendo su forma de pensar les aclara ayer y hoy, que todo país, toda familia, y toda persona que está dividida no puede subsistir, se desarma, se dispersa y no crece. Es lo que también entendemos de la 1 carta de Juan; quién ama a Dios y a sus semejantes, permanece en Dios y Dios en él, pues el que ama no divide, sino muy por el contrario reúne, aglutina, recoge y el que no”desparrama”

Se dice Credo.
Oración de los Fieles
Celebrante:
Dispuestos a aprender de Jesús, que es manso y humilde de corazón, oremos a Dios para que Él grabe en nuestro corazón los rasgos de su amor.
Digamos:
Enséñanos a amar.
Para que seamos imagen viva de Jesús:
Enséñanos a amar.
Para que la fidelidad de Dios estimule la respuesta fiel de los pastores de la Iglesia:
Enséñanos a amar.
Para que la misericordia de Dios siga manifestándose a los pecadores y a los que cierran sus entrañas a las necesidades de sus hermanos:
Enséñanos a amar.
Para que el amor que Cristo nos manifestó sea el distintivo de sus discípulos:
Enséñanos a amar.
Para que los enfermos que están cansados, los trabajadores que se sienten agobiados, los hombres que están tristes, encuentren en Jesús una ayuda y un consuelo:
Enséñanos a amar.
Para que nuestra vida esté marcada por la mansedumbre y la sencillez de Jesús y seamos imagen de su amor:
Enséñanos a amar.

Celebrante:
Tú, que eres manso y humilde de corazón, escucha nuestras oraciones, renuévanos en tu amor, y haz que amemos a nuestros hermanos como Tú nos amas.
Te lo pedimos a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

Oración sobre las Ofrendas
Ten en cuenta, Señor, el inefable amor del corazón de tu Hijo, para que este don que te ofrecemos, sea agradable a tus ojos y sirva como expiación de nuestros pecados.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio propio
Inmenso amor de Cristo
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo nuestro Señor.
El cual, con inmenso amor, se entregó por nosotros en la cruz e hizo salir sangre y agua de su costado herido, de donde habrían de brotar los sacramentos de la Iglesia, para que todos, atraídos hacia el corazón abierto del salvador, pudieran beber siempre, con gozo, de la fuente de la salvación.
Por eso, con los ángeles y con todos lo santos te alabamos, diciendo sin cesar:
Santo, Santo, Santo…

Antífona de la Comunión
Dice el Señor: Si alguno tiene sed, que venga a mí y beba. De aquel que cree en mí, brotarán ríos de agua viva.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Señor, que este sacramento de caridad nos haga arder en un santo amor que, atrayéndonos siempre hacia tu Hijo, nos enseñe a reconocerlo en cada uno de nuestros hermanos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

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