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lunes, 14 de noviembre de 2011

Evangelio del Martes XXXIII Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 17 de noviembre, 2011

Evangelio del Martes XXXIII Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 17 de noviembre, 2011
Lectura del Santo Evangelio, según San Lucas 19,1-10
Gloria a ti, Señor
En aquel tiempo, entró Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad. Un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de distinguir quién era Jesús, pero la gente se lo impedía, porque era bajo de estatura. Corrió más adelante y se subió en una higuera, para verlo, porque tenía que pasar por allí. Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo: "Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa."
Él bajó en seguida y lo recibió muy contento. Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: "Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador." Pero Zaqueo se puso en pie, y dijo al Señor: "Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más." Jesús le contestó: "Hoy ha sido la salvación de esta casa; también éste es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido."
Palabra del Señor
Gloria a ti, Señor Jesús
Reflexión:
A los discípulos se les exhorta una vez más a la vigilancia en espera de la manifestación del Señor, y se les insta a que produzcan fruto con los dones que libre y generosamente se les ha confiado. La parábola pretende corregir la impresión de la gente de que el Reino de Dios se manifestaría de un momento a otro. Esto incrementa la necesidad de una actitud vigilante, añadiendo la dimensión de tener que comportarse de acuerdo a aquello que se les ha confiado.
Podemos reflexionar sobre con qué actitud administramos nuestros dones: Si de un modo obediente, haciendo que lo recibido se multiplique; o si de un modo temeroso, o incluso egoísta. Ambas actitudes plantean la cuestión no solamente en términos personales, sino también en términos colectivos, ya que, al habérsenos confiado estos dones, hemos sido elegidos para anunciar el Reino a los demás. Por tanto, si nuestros talentos se multiplican, lo harán para nosotros y para los demás, principalmente para los preferidos de Dios, y si guardamos esos talentos de forma mezquina, nadie se beneficiará con ellos, ni siquiera nosotros mismos.

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