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martes, 31 de enero de 2012
Evangelio del Jueves IV Semana Tiempo Ordinario. Ciclo B. 02 de Febrero, 2012.
Evangelio del Jueves IV Semana Tiempo Ordinario. Ciclo B. 02 de Febrero, 2012.
† Lectura del santo Evangelio según san Lucas (2, 22-40)
Gloria a ti, Señor.
Transcurrido el tiempo de la purificación de María, según la ley de Moisés, ella y José llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor, de
acuerdo con lo escrito en la ley:
Todo primogénito varón será consagrado al Señor, y también para ofrecer, como dice la ley, un par de tórtolas o dos pichones.
Vivía en Jerusalén un hombre llamado Simeón, varón justo y temeroso de Dios, que aguardaba el consuelo de Israel; en él moraba el Espíritu Santo, el cual le había revelado que no moriría sin haber visto antes al Mesías del Señor. Movido por el Espíritu, fue al templo, y cuando José y María entraban con el niño Jesús para cumplir con lo prescrito por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios,
diciendo:
“Señor, ya puedes dejar morir en paz a tu siervo, según lo que me habías prometido, porque mis ojos han visto a tu Salvador, al que has preparado para bien de todos los pueblos; luz que alumbra a las naciones y gloria de tu pueblo, Israel”.
El padre y la madre del niño estaban admirados de semejantes palabras. Simeón los bendijo, y a María, la madre de Jesús, le anunció: “Este niño ha sido puesto para ruina y resurgimiento de muchos en Israel, como signo que provocará contradicción, para que queden al descubierto los pensamientos de todos los corazones. Y a ti, una espada te atravesará el alma”.
Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana. De joven, había vivido siete años casada y tenía ya ochenta y cuatro años de edad. No se apartaba del templo ni de día ni de noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones.
Ana se acercó en aquel momento, dando gracias a Dios y hablando del niño a todos los que aguardaban la liberación de Israel.
Y cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y fortaleciéndose, se llenaba de sabiduría y la gracia de Dios estaba con él.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Comentario:
En el Evangelio de Lucas la misión de Jesús se desvela en el ámbito de las profecías. El anciano Simeón y la profetisa Ana anuncian la esperanza que se ve realizada en ese niño, que se llama Jesús y que significa salvación. Según Lucas, toda la revelación del Primer Testamento condensada en la Ley, en los profetas y en los sabios se hace realidad en la acción de Jesús. Él encarna la nueva ley, la sabiduría divina y el anuncio del mundo nuevo que se hace realidad en la resurrección para la comunidad creyente, y en la predicación de la iglesia cristiana para el mundo. La fiesta de hoy, la ‘Presentación del Señor’, conmemora la consagración de Jesús como primogénito de su familia en el orden de la Ley Judía y anticipa la primogenitura por la resurrección en el nuevo orden del pueblo cristiano. La fiesta muestra a la familia de Nazaret como una familia fielmente creyente y hace patente cómo las limitaciones impuestas por su pobreza no le impiden cumplir cabalmente todos los requisitos religiosos de la época. Este relato, en definitiva, nos muestra a un Jesús plenamente inserto en su mundo, su cultura y su religión. Es decir, un ser humano como nosotros.
Hoy es también el día de la Vida Religiosa en la Iglesia.
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