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martes, 31 de enero de 2012
Meditación: Jueves de la semana 4 del tiempo ordinario. 2 de febrero, 201
Meditación: Jueves de la semana 4 del tiempo ordinario. 2 de febrero, 2012.
«Y llamó a los doce y comenzó a enviarlos de dos en dos, dándoles potestad sobre los espíritus inmundos. Y les mandó que no llevasen nada para el camino, ni pan, ni alforja, ni dinero en la bolsa, sino solamente un bastón; y que fueran calzados con sandalias y no llevaran dos túnicas. Y les decía: Si entráis en una casa, permaneced allí hasta que salgáis de aquel lugar. Y si en algún sitio no os reciben ni os escuchan, al salir de allí sacudid el polvo de vuestros pies en testimonio contra ellos. Y habiendo marchado, predicaron que hicieran penitencia; y expulsaban muchos demonios y ungían con óleo a muchos enfermos y los curaban.» (Marcos 6, 7-13)
1º. Jesús, envías a predicar a los apóstoles.
Pero, ¿no podías predicar directamente?
¿Para qué necesitas apóstoles?
¿Para qué me necesitas a mí?
A veces me excuso con estos razonamientos y me olvido de que Tú quieres necesitarme a mí porque así yo te necesitaré más a Ti, y entonces te buscaré más y te amaré más.
«Dándoles potestad sobre los espíritus inmundos.»
Jesús, me das gracia abundante para que no me deje dominar por el ambiente pagano y materialista que me rodea.
Si acudo frecuentemente a los sacramentos y soy constante en la oración, recibiré tu gracia.
Entonces, seré yo el que vaya con mi propio ambiente, dando ejemplo de vida cristiana.
El camino del apóstol no requiere muchos medios materiales.
Es más, requiere desprenderse de lo superfluo y aún de lo necesario.
Jesús, a veces estoy lleno de caprichos: necesito un jersey especial, el compact disk de moda, o los guantes de “ski” de la marca tal.
¿Cómo me vas a pedir algo, si tengo el corazón lleno de cosas humanas?
2º. «El desprendimiento que predico, después de mirar a nuestro Modelo, es señorío; no clamorosa y llamativa pobretería, careta de la pereza y del abandono. Debes ir vestido de acuerdo con el tono de tu condición, de tu ambiente, de tu familia, de tu trabajo..., como tus compañeros, pero por Dios, con el afán de dar una imagen auténtica y atractiva de la verdadera vida cristiana. Con naturalidad, sin extravagancias: os aseguro que es mejor que pequéis por carta de más que por carta de menos. Tú, ¿ cómo imaginas el porte de Nuestro Señor?, ¿no has pensado con qué dignidad llevaría aquella túnica inconsútil, que probablemente habrían tejido las manos de Santa María? (...) Tú y yo nos esforzaremos en estar despegados de los bienes y de las comodidades de la tierra, pero sin salidas de tono ni hacer cosas raras.
Para mí, una manifestación de que nos sentimos señores del mundo, administradores fieles de Dios, es cuidar lo que usamos, con interés en que se conserve, en que dure, en que luzca, en que sirva el mayor tiempo posible para su finalidad, de manera que no se eche a perder» (Amigos de Dios.-122).
Jesús, si quieres que sea apóstol en medio del mundo, debo usar los instrumentos (vestido, coche, casa, etc.) que correspondan a mi entorno laboral, social y familiar.
Pero con señorío, es decir, sin dejar que el corazón se apegue a esos medios materiales.
«El espíritu de penitencia y su práctica nos conducen a desprendernos sinceramente de todo lo que poseemos de superfluo, y a veces incluso de lo necesario, que nos impide «ser» verdaderamente lo que Dios quiere que seamos» (Juan Pablo II.-Alocución.-20-II-1980).
Jesús, Tú ibas elegante, no cochambroso.
Tenias una túnica sin costuras, de las buenas, que te habría tejido tu madre, Santa María, y la cuidarías bien.
Por eso los soldados no la rompen en partes, como solían hacer con la ropa de los ajusticiados, sino que se la juegan a los dados.
Que aprenda a imitarte también en esto: cuidando bien lo que tengo, para que dure; no haciendo gastos superfluos; prescindiendo con naturalidad de lo que no es estrictamente necesario para servirte en medio del mundo.
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