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jueves, 8 de marzo de 2012

Ordinario de la Misa: Domingo III Semana de Cuaresma. Ciclo B. 11 de Marzo, 2012

Ordinario de la Misa: Domingo III Semana de Cuaresma. Ciclo B. 11 de Marzo, 2012 Tercer Domingo de Cuaresma Tú tienes, Señor, palabras de vida eterna Señor, eres mi refugio y salvación Antífona de Entrada Tengo los ojos puestos en el Señor, porque él me libra de todo peligro. Mírame, Dios mío y ten piedad de mí, que estoy solo y afligido. No se dice Gloria. Oración Colecta Oremos: Dios misericordioso, fuente de toda bondad, que nos has propuesto como remedio del pecado el ayuno, la oración y las obras de misericordia, mira con piedad a quienes reconocemos nuestras miserias y estamos agobiados por nuestras culpas, y reconfórtanos con tu amor. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén. Primera Lectura Lectura del libro del Éxodo (20, 1-17) En aquellos días, el Señor promulgó estos preceptos para su pueblo en el monte Sinaí, diciendo: “Yo soy el Señor, tu Dios, que te sacó de la tierra de Egipto y de la esclavitud. No tendrás otros dioses fuera de mí; no te fabricarás ídolos ni imagen alguna de lo que hay arriba, en el cielo, o abajo, en la tierra, o en el agua, y debajo de la tierra. No adorarás nada de eso ni le rendirás culto, porque yo, el Señor, tu Dios, soy un Dios celoso, que castiga la maldad de los padres en los hijos hasta la tercera y cuarta generación de aquellos que me odian; pero soy misericordioso hasta la milésima generación de aquellos que me aman y cumplen mis mandamientos. No harás mal uso del nombre del Señor, tu Dios, porque no dejará el Señor sin castigo a quien haga mal uso de su nombre. Acuérdate de santificar el sábado. Seis días trabajarás y en ellos harás todos tus quehaceres; pero el día séptimo es día de descanso, dedicado al Señor, tu Dios. No harás en él trabajo alguno, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu esclavo, ni tu esclava, ni tus animales, ni el forastero que viva contigo. Porque en seis días hizo el Señor el cielo, la tierra, el mar y cuanto hay en ellos, pero el séptimo, descansó. Por eso bendijo el Señor el sábado y lo santificó. Honra a tu padre y a tu madre para que vivas largos años en la tierra que el Señor, tu Dios, te va a dar. No matarás. No cometerás adulterio. No robarás. No darás falso testimonio contra tu prójimo. No codiciarás la casa de tu prójimo, ni a su mujer, ni a su esclavo, ni a su esclava, ni su buey, ni su burro, ni cosa alguna que le pertenezca”. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor. Salmo Responsorial Salmo 18 Tú tienes, Señor, palabras de vida eterna. La ley del Señor es perfecta del todo y reconforta el alma; inmutables son las palabras del Señor y hacen sabio al sencillo. Tú tienes, Señor, palabras de vida eterna. En los mandamientos del Señor hay rectitud y alegría para el corazón; son luz los preceptos del Señor para alumbrar el camino. Tú tienes, Señor, palabras de vida eterna. La voluntad de Dios es santa y para siempre estable; los mandamientos del Señor son verdaderos y enteramente justos. Tú tienes, Señor, palabras de vida eterna. Que te sean gratas las palabras de mi boca y los anhelos de mi corazón. Haz, Señor, que siempre te busque, pues eres mi refugio y salvación. Tú tienes, Señor, palabras de vida eterna. Segunda Lectura Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los corintios (1, 22-25) Hermanos: Los judíos exigen señales milagrosas y los paganos piden sabiduría. Pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, que es escándalo para los judíos y locura para los paganos; en cambio, para los llamados, sean judíos o paganos, Cristo es la fuerza y la sabiduría de Dios. Porque la locura de Dios es más sabia que la sabiduría de los hombres, y la debilidad de Dios es más fuerte que la fuerza de los hombres. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor. Aclamación antes del Evangelio Honor y gloria a ti, Señor Jesús. Tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en él tenga vida eterna. Honor y gloria a ti, Señor Jesús. Evangelio † Lectura del santo Evangelio según san Juan (2, 13-25) Gloria a ti, Señor. Cuando se acercaba la Pascua de los judíos, Jesús llegó a Jerusalén y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas con sus mesas. Entonces hizo un látigo de cordeles y los echó del templo, con todo y sus ovejas y bueyes; a los cambistas les volcó las mesas y les tiró al suelo las monedas; y a los que vendían palomas les dijo: “Quiten todo de aquí y no conviertan en un mercado la casa de mi Padre”. En ese momento, sus discípulos se acordaron de lo que estaba escrito: El celo de tu casa me devora. Después intervinieron los judíos para preguntarle: “¿Qué señal nos das de que tienes autoridad para actuar así?” Jesús les respondió: “Destruyan este templo y en tres días lo reconstruiré”. Replicaron los judíos: “Cuarenta y seis años se ha llevado la construcción del templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?” Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Por eso, cuando resucitó Jesús de entre los muertos, se acordaron sus discípulos de que había dicho aquello y creyeron en la Escritura y en las palabras que Jesús había dicho. Mientras estuvo en Jerusalén para las fiestas de Pascua, muchos creyeron en él, al ver los prodigios que hacía. Pero Jesús no se fiaba de ellos, porque los conocía a todos y no necesitaba que nadie le descubriera lo que es el hombre, porque él sabía lo que hay en el hombre. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús. Comentario: El evangelio de Juan coloca la manifestación mesiánica de Jesús al comienzo de su actividad pública y en el contexto de una fiesta de Pascua en Jerusalén. Para Juan es muy importante relacionar a Jesús y su comunidad en el marco de la sucesión de las fiestas judías. Eso lo vemos a lo largo de todo el evangelio, pues no hay ningún acontecimiento fuera de ese marco. Juan optó por encuadrar toda la actividad pública de Jesús en el tiempo religioso de los que su propio Evangelio define como “los judíos”. El simbolismo de la revelación mesiánica de Jesús es sumamente resaltado en la confrontación con el templo. El relato necesita hacerlo, al fin y al cabo se está construyendo y afirmando una nueva identidad. El templo de Jerusalén es el centro de las instituciones y símbolo de la gloria y el poder de la nación judía (tanto la residente en Palestina como la que se encuentra en la Diáspora). El evangelio emplea un símbolo conocido para indicar la presentación mesiánica de Jesús: el “látigo con cuerdas”. Era proverbial la frase “el látigo del Mesías” para significar la violencia que implica la irrupción de la era mesiánica. El uso que Jesús hace del “látigo” no deja la menor duda acerca de su identidad y del proyecto que encarna: con él arroja fuera del templo el ganado que se vendía para los sacrificios, las ovejas y los bueyes. Sacrificios, como ovejas y bueyes, así como sus potenciales compradores (sólo los ricos podían ofrecer este tipo de ganado en el sacrificio) son puestos fuera del horizonte del nuevo proyecto mesiánico-profético. Al echar todos afuera del templo con sus ovejas y sus bueyes, declara Jesús la invalidez del culto de los potentados, del que los sacrificios constituían el momento cumbre. Jesús no denuncia solamente, como habían hecho los profetas, el culto que encubre la injusticia, sino que declara infame el culto que es en sí mismo una injusticia, por ser medio de explotación, pero sobre todo por ser legitimación religiosa de la injusticia y del crimen. No propone una reforma del culto, sino la abolición. La expulsión de los bueyes tiene que ver con la misma constitución de la sociedad tributaria-monárquica. El primer rey de Israel se constituyó a partir del “grupo de campesinos propietarios de bueyes”. No es de extrañar que a partir de entonces, latifundistas, bueyes y sacrificios en el templo estén articulados en un solo proyecto y se correspondan ideológica y religiosamente. Además el dios Baal de los agricultores cananeos se representaba con un buey. La agricultura y la ganadería necesitan su propio dios y su propio culto. Fueron los latifundistas aliados importantes de Herodes para la consolidación de su poder y éste en retribución mantuvo en forma opulenta al templo. Así podemos entender por qué el templo estaba lleno de bueyes, si la ideología religiosa dominante cuyo centro simbólico estaba allí, era la justificación principal para al sistema social estratificado y concentrador en Palestina desde la Reforma de Josías. La expulsión de las ovejas del templo tiene también un rico sentido simbólico. Las ovejas son figura del pueblo, encerrado en el recinto donde está condenado al sacrificio. Los dirigentes explotan y asesinan al pueblo, verdadera víctima del culto, sacrifican y destruyen al rebaño, a cuya costa viven. Jesús no se propone reformar aquella institución religiosa, propósito por cierto inútil, sino rescatar al pueblo de ella. Todos los grupos judíos esperaban el Reino, y la agitación del primer siglo hizo a muchos pensar que la hora estaba próxima. Para los celotas era la hora de tomar las armas contra la ocupación romana para instaurar el reino de Dios en el cual el templo y su personal ya no estuvieran sujetos a ningún imperio. Los saduceos no esperaban activamente el Reino y se contentaban con mantener como mejor podían el culto del templo con la ayuda de las autoridades romanas. Los esenios como los celotas estaban listos para tomar las armas por el Reino pero se habían retirado al desierto en espera del momento oportuno (kairós), considerando que el templo estaba en manos ilegítimas. Los fariseos también consideraban que para que llegara el Reino había que acabar con el dominio extranjero y restaurar la autonomía del templo. Sin embargo, no entraron a ninguna guerrilla y se dedicaron a la más riguroso observancia de la ley. A diferencia de los grupos anteriores, la actitud de Jesús y de su comunidad discipular es de tajante oposición al templo, lo que aparece de una manera mucho más radicalmente - no solo como rechazo de un culto de los poderosos en las acciones contra los cambistas a quienes les desparrama las monedas, y contra los vendedores de palomas a quienes les ordena quitar de en medio su mercancía. Los cambistas representaban “el sistema financiero” de la época. Todos los varones judíos mayores de 21 años estaban obligados a pagar un tributo anual al templo, e infinidad de donativos en dinero iban a parar al tesoro del templo. Además, en la antigüedad, los templos, por la inmunidad que les confería su carácter sagrado, era el lugar elegido por los pudientes para depositar sus tesoros. El templo de Jerusalén llegó a ser uno de los mayores bancos de la antigüedad. Para pagar el tributo y los donativos no se podía hacer en monedas que llevasen la efigie imperial, considerada idolátrica por los judíos. El templo acuñaba su propia moneda y los que iban a pagar tenían que cambiar sus monedas por las del templo. Los cambistas cobraban, naturalmente su comisión. Al volcar sus mesas y desparramar sus monedas, Jesús estaba atacando directamente el tributo al templo y, con él, al sistema económico religioso dominante. El templo es para Jesús una empresa que explota económicamente al pueblo. De hecho, el culto proporcionaba enormes riquezas a la ciudad y a los comerciantes, sostenía a la nobleza sacerdotal, al clero y a los empleados. La acción de Jesús toca, por tanto, un punto neurálgico: el sistema económico e ideológico que representaba el templo en Israel. La acción contra los vendedores de palomas es igualmente de enorme impacto ideológico. Las palomas eran animales sacrificiales de menor importancia, pues con ellas los pobres ofrecían sus cultos a Dios; sin embargo el hecho que sus vendedores hayan sido los únicos a quienes Jesús se dirige y a los que hace responsables de la corrupción del templo, deja ver la enorme preocupación de Dios por la suerte de los pobres y su enojo por quienes hacen negocio con su pobreza. En contraste con las dos acciones anteriores, Jesús no ejecuta acción alguna, sino que se dirige a los vendedores mismos acusándolos de explotar a los pobres por medio del culto, del impuesto, y del fraude de lo sagrado. El templo es “casa del mercado” y allí el dios es el dinero. Al llamar a Dios mi Padre, Jesús no lo identifica con el sistema religioso del templo. La relación con Dios no es religiosa sino familiar, está en el ámbito de la casa familiar. La relación se desacraliza y se familiariza. En la casa del Padre ya no puede haber comercio ni explotación, siendo casa-familia acoge a quien necesite amor, intimidad, confianza, afecto. Aún, Jesús da un paso más en su confrontación radical con el templo al proponerse él mismo como santuario de Dios. Frente al poder de Herodes (cuarenta y seis años de construcción del templo) emerge el poder del resucitado (tres días). En el Reino de Dios no se requiere templos sino cuerpos vivos. Estos son los santuarios de Dios, en donde brilla su presencia y su amor si viven dignamente. Jesús no viene a continuar la línea religiosa tradicional. Vino a proponer una humanidad restaurada a partir del principio de la ultimidad de la vida en cuerpos que viven con dignidad. Sobre esta base es posible soñar y construir otra manera de vivir y otra manera de creer. Para la revisión de vida 
¿Qué significan para mí «los diez mandamientos»? ¿Están en el centro de mi visión moral, o los he superado y transcendido en el mandamiento de Jesús, el «mandamiento nuevo»? 
¿Los tomo demasiado como «mandamientos», como una orden, como si fueran algo así como una orden irracional, o los he interiorizado y hecho míos? 
¿Vivo pendiente de la ley, o de alguna manera vivo ya en el espíritu de la ley, sin vivir atenazado por la «obligación»? Se dice Credo. Oración de los Fieles Celebrante: Al Señor nuestro Dios, que quiere liberarnos de cuanto nos esclaviza e impide ir a Él, supliquemos con confianza diciendo: Padre, escúchanos. Para que, anunciando la gracia del Señor, los cristianos nos comprometamos en la transformación de nuestra sociedad. Oremos. Padre, escúchanos. Para que la ley del amor sea la norma de nuestras vidas, y para que como Iglesia nunca traicionemos el Evangelio de la vida, el amor y la paz. Oremos. Padre, escúchanos. Para que en todo el mundo se respeten los derechos humanos, y todos gocen de salud, educación,vivienda y trabajo digno. Oremos. Padre, escúchanos. Para que cuantos viven angustiados por el peso del pecado, descubran que Jesús tiene palabras de vida eterna y que los quiere salvar. Oremos. Padre, escúchanos. Para que Jesucristo crucificado dé sentido al dolor de los enfermos, los marginados y excluidos de la sociedad. Oremos. Padre, escúchanos. Para que Jesucristo crucificado y ahora resucitado haga de nuestras vidas templos vivos de su gracia salvadora. Oremos. Padre, escúchanos. Celebrante: Acepta, Señor, nuestras oraciones y danos tu gracia para construir con ilusión la civilización del amor y el reino de la paz. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén. Oración sobre las Ofrendas Que esta Eucaristía, Señor, nos obtenga a quienes imploramos tu perdón, la gracia de saber perdonar a nuestros hermanos. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén. Prefacio de Cuaresma I Significado espiritual de la Cuaresma El Señor esté con ustedes. Y con tu espíritu. Levantemos el corazón. Lo tenemos levantado hacia el Señor. Demos gracias al Señor, nuestro Dios. Es justo y necesario. En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo nuestro Señor. Por Él concedes a tus hijos anhelar, año tras año, con el gozo de habernos purificado, la solemnidad de la Pascua, para que dedicados con mayor entrega a la alabanza divina y al amor fraterno, por la celebración de los misterios que nos dieron nueva vida, lleguemos a ser con plenitud hijos de Dios. Por eso, con los ángeles y los arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria: Santo, Santo, Santo... Antífona de la Comunión El ave ha encontrado un refugio y la tórtola un nido donde poner a sus polluelos. Dichosos los que se acercan a tu altar, Señor. Dichosos los que viven en tu casa y pueden alabarte siempre, Rey mío y Dios mío. Oración después de la Comunión Oremos: Tú que nos has alimentado, ya desde esta vida, con el pan del cielo, prenda de nuestra salvación, concédenos, Señor, manifestar en todos nuestros actos el misterio de tu Eucaristía. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

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