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lunes, 30 de abril de 2012

Evangelio del Martes IV Semana de Pascua. Ciclo B. 1 de Mayo, 2012

Evangelio del Martes IV Semana de Pascua. Ciclo B. 1 de Mayo, 2012
† Lectura del santo Evangelio según san Juan (10, 22-30)
Gloria a ti, Señor.

Por aquellos días, se celebraba en Jerusalén la fiesta de la dedicación del templo. Era invierno. Jesús se paseaba por el templo, bajo el pórtico de Salomón. Entonces lo rodearon los judíos y le preguntaron:
“¿Hasta cuándo nos vas a tener en suspenso? Si tú eres el Mesías, dínoslo claramente”.
Jesús les respondió:
“Ya se los he dicho y no me creen. Las obras que hago en nombre de mi Padre dan testimonio de mí, pero ustedes no creen, porque no son de mis ovejas. Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy la vida eterna y no perecerán jamás; nadie las arrebatará de mi mano. Me las ha dado mi Padre, y él es superior a todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano del padre. El Padre y yo somos uno”.

Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Comentario:
La verdadera experiencia de fe en Jesús se caracteriza por la creación de un fuerte vínculo entre el proyecto de Dios y la voluntad del ser humano, entre el misterio de la resurrección, donde ha actuado plenamente el Padre, y la trascendencia del hombre y la mujer. Ese vínculo hermoso entre Dios y la Creación se percibe perfectamente en el relato que la liturgia nos ofrece hoy, cuando vemos a Jesús reafirmar su estrecha relación con Dios y con sus ovejas. Los judíos no comprenden tal relación porque no se han conectado con las palabras y las obras de Jesús; no han creído, y por ello no entienden. Son ovejas de otro aprisco; es decir, son personas que no se han atrevido a comprender de una manera distinta la lógica de Dios; no son capaces de romper el vínculo con la ley y el orden social que los somete; no son capaces de reconocer la verdadera voz de Dios, porque están distraídos con sus propias voces y sus propios intereses. El único vínculo que como Iglesia debemos tener es con el Dios de la Vida, ya que él es quien realmente nos cuida y nos conduce por el camino de la vida digna y justa.
Fuente: www.lecturadeldia.com; www.servicioskoinonia.org

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