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martes, 1 de mayo de 2012

Ordinario de la Misa: Miércoles IV Semana de Pascua. Ciclo B. 02 de Mayo, 2012

Ordinario de la Misa: Miércoles IV Semana de Pascua. Ciclo B. 02 de Mayo, 2012
Memoria de san Atanasio
Obispo y doctor de la Iglesia
Cuidaré de mis ovejas, dice el Señor
Antífona de Entrada
Cuidaré de mis ovejas, dice el Señor, y les buscaré un pastor que las apaciente, y yo, el Señor, seré su Dios. Aleluya.
Oración Colecta
Oremos:
Dios todopoderoso y eterno, que en el santo obispo Atanasio otorgaste a la Iglesia un insigne defensor de la divinidad de tu Hijo, concédenos, por su intercesión, crecer cada día más en tu conocimiento y en tu amor.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.

Primera Lectura
Lectura del libro de los
Hechos de los Apóstoles
(12, 24—13, 5)
En aquel tiempo, la palabra del Señor cundía y se propagaba.
Cumplida su misión en Jerusalén, Saulo y Bernabé regresaron a Antioquía, llevando consigo a Juan Marcos.
Había en la comunidad cristiana de Antioquía algunos profetas y maestros, como Bernabé, Simón (apodado el “Negro”), Lucio el de Cirene, Manahén (que se crió junto con el tetrarca Herodes) y Saulo. Un día estaban ellos ayunando y dando culto al Señor, y el Espíritu Santo les dijo: “Resérvenme a Saulo y a Bernabé para la misión que les tengo destinada”. Todos volvieron a ayunar y a orar; después les impusieron las
manos y los despidieron.
Así, enviados por el Espíritu Santo, Saulo y Bernabé fueron a Seleucia y zarparon para Chipre. Al llegar a Salamina, anunciaron la palabra de Dios en las sinagogas de los judíos.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor

Salmo Responsorial Salmo 66
Que te alaben, Señor,
todos los pueblos.
Aleluya.
Ten piedad de nosotros y bendícenos; vuelve, Señor, tus ojos a nosotros. Que conozca la tierra tu bondad y los pueblos tu obra salvadora.
Que te alaben, Señor,
todos los pueblos.
Aleluya.
Las naciones con júbilo te canten, porque juzgas al mundo con justicia; con equidad tú juzgas a los pueblos y riges en la tierra a las naciones.
Que te alaben, Señor,
todos los pueblos.
Aleluya.
Que te alaben, Señor, todos los pueblos, que los pueblos te aclamen todos juntos. Que nos bendiga Dios y que le rinda honor el mundo entero.
Que te alaben, Señor,
todos los pueblos.
Aleluya.

Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Yo soy la luz del mundo, dice el Señor; el que me sigue tendrá la luz de la vida.
Aleluya.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Juan (12, 44-50)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, exclamó Jesús con fuerte voz:
“El que cree en mí, no cree en mí, sino en aquel que me ha enviado; el que me ve a mí, ve a aquel que me ha enviado. Yo he venido al mundo como luz, para que todo el que crea en mí no siga en tinieblas.
Si alguno oye mis palabras y no las pone en práctica, yo no lo voy a condenar; porque no he venido al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo.
El que me rechaza y no acepta mis palabras, tiene ya quien lo condene: las palabras que yo he hablado lo condenarán en el último día. Porque yo no he hablado por mi cuenta, sino que mi Padre, que me envió, me ha mandado lo que tengo que decir y hablar. Y yo sé que su mandamiento es vida eterna. Así, pues, lo que hablo, lo digo como el Padre me lo ha dicho”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Comentario:
Nuevamente el evangelista Juan nos recuerda el fuerte vínculo que existe entre Jesús y el Padre que lo ha enviado; de lo cual podemos inferir, según el relato de hoy, que creer en Jesús es creer en el Padre y verle a él es ver al Padre. Quien comprende a Jesús de esa manera es porque realmente ha creído en él y por ello se encuentra liberado de la oscuridad del egoísmo y el poder. Jesús se revela aquí como la luz que ha venido a salvar a la humanidad, como la Palabra viva de Dios que ha sido enviada no para juzgar, sino para liberar. Por lo tanto, las obras realizadas por Jesús en medio de la comunidad judía son el testimonio más claro del deseo entrañable de Dios; Jesús se hace luz, es decir, se hace justicia, se hace esperanza y vida para los más débiles y olvidados de la sociedad, combatiendo de esta manera la fuerza oscura del poder de dominio de algunos pocos. Todos los que integramos la Iglesia cristiana tenemos la difícil, y a la vez reconfortante, misión de irradiar esa luz de esperanza, amor y justicia que nos viene del Dios de la Vida.

Oración sobre las Ofrendas
Que el sacrificio que vamos a ofrecerte en la festividad de san Atanasio, nos ayude, Señor, a vivir conforme a la fe que él profesó y a obtener así la
salvación eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio de los Santos I
La gloria de los santos.
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo darte gracias y deber nuestro glorificarte, Padre santo. Porque tu gloria resplandece en cada uno de los santos, ya que, al coronar sus méritos,
coronas tus propios dones.
Con su vida, nos proporcionas ejemplo; ayuda, con su intercesión, y por la comunión con ellos, nos haces participar de sus bienes, para que, alentados por testigos tan insignes, lleguemos victoriosos al fin de la carrera y alcancemos con ellos la corona inmortal de la gloria. Por Cristo nuestro Señor.
Por eso, con los ángeles y arcángeles, y con la multitud de los santos, te cantamos un himno de alabanza, diciendo sin cesar:
Santo, Santo, Santo…

Antífona de la Comunión
No sois vosotros los que me habéis elegido, dice el Señor, soy yo quien os ha elegido, para que vayáis y deis fruto y ese fruto perdure. Aleluya.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Que tu Hijo, Jesucristo, en cuya divinidad creemos firmemente con san Atanasio nos comunique, Señor, tu propia vida por medio de este sacramento.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Fuente: www.lecturadeldia.com; www.servicioskoinonia.org

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