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martes, 3 de abril de 2012

Evangelio del Miércoles Santo. Ciclo B. 04 de Abril, 2012

Evangelio del Miércoles Santo. Ciclo B. 04 de Abril, 2012 † Lectura del santo Evangelio según san Mateo (26, 14-25) Gloria a ti, Señor. En aquel tiempo, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a ver a los sumos sacerdotes y les dijo: “¿Cuánto me dan si les entrego a Jesús?” Ellos quedaron en darle treinta monedas de plata. Y desde ese momento andaba buscando una oportunidad para entregárselo. El primer día de la fiesta de los panes Azimos, los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron: “¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?” El respondió: “Vayan a la ciudad, a casa de fulano y díganle: ‘El Maestro dice: Mi hora está ya cerca. Voy a celebrar la Pascua con mis discípulos en tu casa’ ”. Ellos hicieron lo que Jesús les había ordenado y prepararon la cena de Pascua. Al atardecer, se sentó a la mesa con los Doce y mientras cenaban, les dijo: “Yo les aseguro que uno de ustedes va a entregarme”. Ellos se pusieron muy tristes y comenzaron a preguntarle uno por uno: “¿Acaso soy yo, Señor?” El respondió: “El que moja su pan en el mismo plato que yo, ése va a entregarme. Porque el Hijo del hombre va a morir, como está escrito de él; pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre va a ser entregado! Más le valiera a ese hombre no haber nacido”. Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar: “¿Acaso soy yo, Maestro?” Jesús le respondió: “Tú lo has dicho”. Palabra del Señor. Gloria ti, Señor Jesús. Comentario: Continúa la narración de la traición y la entrega de Jesús por parte de Judas. El poder religioso y político se vale de la fragilidad y la ambición humana para alcanzar sus objetivos. La codicia y el deseo de poder encienden el corazón humano y los valores y principios ético-morales más profundos quedan vulnerados. Más allá de la visión fatalista que se le ha dado a la traición de Judas, tenemos que mirarnos en ese espejo para confrontar nuestra vida. ¡Cuántas veces vendemos nuestros principios por un puesto, una prebenda, un ascenso o una condecoración! ¡Cuántas personas, hermanas y hermanos nuestros, han abandonado sus compromisos con los empobrecidos y excluidos, para evitarse conflictos, persecuciones o pérdida de prestigio! Ser coherentes, llegar, de verdad, hasta las últimas consecuencias, no es fácil. Se necesita la gracia de Dios y la fuerza fraterna de la comunidad para no claudicar o desfallecer y no vender los principios a cualquier postor. También al interior de la iglesia se da este fenómeno de ambición de poder y de prestigio. Incluso se llega a sacrificar personas con tal de salvaguardar intereses particulares. Se sacrifica la justicia y la verdad por la conveniencia y la seguridad.

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