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lunes, 2 de abril de 2012
Ordinario de la Misa: Martes Santo. Ciclo B. 03 de Abril, 2012
Ordinario de la Misa: Martes Santo. Ciclo B. 03 de Abril, 2012
Martes Santo
En ti, Señor, he puesto mi esperanza
Señor, haz que seamos testigos del Evangelio
Antífona de Entrada
No me entregues, Señor, al odio de mis enemigos, pues han surgido contra mí testigos falsos, que respiran violencia.
Oración Colecta
Oremos:
Dios todopoderoso y eterno, ayúdanos a celebrar los misterios de la pasión del Señor con tal fe y arrepentimiento, que podamos merecer tu perdón.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.
Primera Lectura
Lectura del libro del profeta
Isaías (49, 1-6)
Escúchenme, islas; pueblos lejanos, atiéndanme. El Señor me llamó desde el vientre de mi madre; cuando aún estaba yo en el seno materno, él pronunció mi nombre. Hizo de mi boca una espada filosa, me escondió en la sombra de su mano, me hizo flecha puntiaguda, me guardó en su aljaba y me dijo: “Tú eres mi siervo, Israel; en ti manifestaré mi gloria”. Entonces yo pensé:
“En vano me he cansado, inútilmente he gastado mis fuerzas; en realidad mi causa estaba en manos del Señor, mi recompensa la tenía mi Dios”.
Ahora habla el Señor, el que me formó desde el seno materno, para que fuera su servidor, para hacer que Jacob volviera a él y congregar a Israel en torno suyo —tanto así me honró el Señor y mi Dios fue mi fuerza—. Ahora, pues, dice el Señor: “Es poco que seas mi siervo sólo para restablecer a las tribus de Jacob y reunir a los sobrevivientes de Israel; te voy a convertir en luz de las naciones, para que mi salvación llegue hasta los últimos rincones de la tierra”.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial Salmo 70
En ti, Señor,
he puesto mi esperanza.
Señor, tú eres mi esperanza, que no quede yo jamás defraudado. Tú, que eres justo, ayúdame y defiéndeme; escucha mi oración y ponme a salvo.
En ti, Señor,
he puesto mi esperanza.
Sé para mí un refugio, ciudad fortificada en que me salves. Y pues eres mi auxilio y mi defensa, líbrame, Señor, de los malvados.
En ti, Señor,
he puesto mi esperanza.
Señor, tú eres mi esperanza; desde mi juventud en ti confío. Desde que estaba en el seno de mi madre, yo me apoyaba en ti y tú me sostenías.
En ti, Señor,
he puesto mi esperanza.
Yo proclamaré siempre tu justicia y a todas horas, tu misericordia. Me enseñaste a alabarte desde niño y seguir alabándote es mi orgullo.
En ti, Señor,
he puesto mi esperanza.
Aclamación antes del Evangelio
Honor y gloria a ti,
Señor Jesús.
Señor Jesús, rey nuestro, para obedecer al Padre, quisiste ser llevado a la cruz como manso cordero al sacrificio.
Honor y gloria a ti,
Señor Jesús.
Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Juan (13, 21-33. 36-38)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, cuando Jesús estaba a la mesa con sus discípulos, se conmovió
profundamente y declaró:
“Yo les aseguro que uno de ustedes me va a entregar”. Los discípulos se miraron perplejos unos a otros, porque no sabían de quién hablaba. Uno de ellos, al que Jesús tanto amaba, se hallaba reclinado a su derecha. Simón Pedro le hizo una seña y le preguntó: “¿De quién lo dice?”
Entonces él, apoyándose en el pecho de Jesús, le preguntó:
“Señor, ¿quién es?”
Le contestó Jesús:
“Aquel a quien yo le dé este trozo de pan, que voy a mojar”. Mojó el pan y se lo dio a Judas, hijo de Simón el Iscariote; y tras el bocado, entró en él Satanás.
Jesús le dijo entonces a Judas:
“Lo que tienes que hacer, hazlo pronto”. Pero ninguno de los comensales entendió a qué se refería; algunos supusieron que, como Judas tenía a su cargo la bolsa, Jesús le había encomendado comprar lo necesario para la fiesta o dar algo a los pobres. Judas, después de tomar el bocado, salió inmediatamente. Era de
noche.
Una vez que Judas se fue, Jesús dijo:
“Ahora ha sido glorificado el Hijo del hombre y Dios ha sido glorificado en él. Si Dios ha sido glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo y pronto lo glorificará. Hijitos, todavía estaré un poco con ustedes. Me buscarán, pero como les dije a los judíos, así se lo digo a ustedes ahora: ‘A donde yo voy, ustedes no pueden ir’ ”. Simón Pedro le dijo: “Señor, ¿a dónde vas?”
Jesús le respondió:
“A donde yo voy, no me puedes seguir ahora; me seguirás más tarde”.
Pedro replicó:
“Señor, ¿por qué no puedo seguirte ahora? Yo daré mi vida por ti”.
Jesús le contestó:
“¿Conque darás tu vida por mí? Yo te aseguro que no cantará el gallo, antes de que
me hayas negado tres veces”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Comentario:
Jesús anuncia la traición de Judas y la negación de Pedro. Y también podríamos añadir el abandono de sus discípulos. Estos acontecimientos se dan en el contexto de una cena pascual, fraternal, conmemorativa de la liberación de Israel. Pero más allá de la historia de los hechos, vamos a mirar el significado existencial de los mismos. La actitud de Judas revela una actitud de ambición de riqueza y de poder. Algunos estudiosos dicen que Judas estaría buscando la toma del poder y estaría convencido de que, entregando a Jesús, las masas se iban a alzar en rebelión, y los romanos y sus cómplices serían expulsados. Pero nada de eso pasó, pues las fuerzas ideológicas y represivas actuaron con mayor sagacidad. La actitud de Pedro revela el entusiasmo inicial del seguidor de Jesús que está dispuesto a todo, pero que, a la hora de afrontar las duras consecuencias del seguimiento, se confunde y retrocede. – Todos, de alguna manera, nos sentimos retratados en Judas o en Pedro. A veces somos capaces como Judas de vender hasta las personas, por alcanzar objetivos particulares; o, como Pedro, retroceder ante las dificultades cuando habíamos decidido llegar hasta las últimas consecuencias. La fidelidad y la radicalidad son valores muy costosos en el seguimiento de Jesús.
Oración de los Fieles
Celebrante:
Antes de compartir el memorial de la muerte y resurrección de Jesús, reconozcamos nuestras limitaciones y necesidades, y pidamos a Dios que nos escuche y bendiga al pueblo que Él redimió con la Sangre de Jesús. Digamos:
Escúchanos, Padre.
Para que Jesús, que nos llamó a ser sus testigos, nos dé su gracia para dar frutos de santidad y buenas obras y para vivir unidos a Él.
Oremos.
Escúchanos, Padre.
Para que la Iglesia siempre se acoja a Jesús, en Él se vea libre de sus enemigos y encuentre en su cruz y resurrección su refugio y salvación.
Oremos.
Escúchanos, Padre.
Para que cuantos, de alguna manera, han traicionado su fe y sus principios, arrastrados por la seducción del pecado y la indiferencia, contemplando a Cristo que dio su vida por ellos, vuelvan a Él y le invoquen como Dios y salvador.
Oremos.
Escúchanos, Padre.
Para que el Bautismo, que van a recibir los catecúmenos, los purifique de sus faltas, los llene del Espíritu Santo y los haga ser testigos convencidos y coherentes del Evangelio de Jesús.
Oremos.
Escúchanos, Padre.
Para que los que trabajan social o apostólicamente en favor de los más pobres, no cesen en su empeño por transformar nuestra sociedad.
Oremos.
Escúchanos, Padre.
Para que como Jesús demos nuestra vida por nuestros hermanos y busquemos el
Reino de Dios y su justicia.
Oremos.
Escúchanos, Padre.
Celebrante:
Acepta, Señor, nuestras oraciones y haz que la colaboración de los misterios de nuestra fe nos haga cada vez más fieles en la vivencia de nuestra vocación cristiana, y más firmes en el seguimiento de Jesús, el crucificado, que vive y reina
por los siglos de los siglos.
Amén.
Oración sobre las Ofrendas
Acepta, Señor, con bondad este pan y este vino que te presentamos, y concede a cuantos quieres hacernos partícipes del Cuerpo y de la Sangre de tu Hijo, llegar a poseerlo plenamente en tu Reino.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio de la Pasión del Señor II
La victoria de la pasión
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno,por Cristo nuestro Señor.
Porque se acercan ya los días santos de la pasión salvadora y la gloriosa resurrección de Jesucristo nuestro Señor, en los que celebramos su triunfo sobre la soberbia del demonio y recordamos el misterio de nuestra redención.
Por eso, los ángeles te cantan con júbilo eterno y nosotros nos unimos a sus voces, cantando humildemente tu alabanza:
Santo, Santo, Santo...
Antífona de la Comunión
Dios no escatimó la vida de su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, y con él nos ha dado todos los bienes.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Por medio de este sacramento, que ya desde ahora nos comunica tu fuerza, concédenos, Padre misericordioso, participar de la vida eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
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