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lunes, 9 de abril de 2012

Ordinario de la Misa: Lunes de la Octava de Pascua. Ciclo B. 09 de Abril, 2012

Ordinario de la Misa: Lunes de la Octava de Pascua. Ciclo B. 09 de Abril, 2012 ¡El Señor ha resucitado! Lunes de la Octava de Pascua Cristo resucitado, ya no puede morir Antífona de Entrada El Señor ha resucitado, como lo había predicho; llenémonos de gozo y de alegría, porque reina eternamente. Aleluya. Se dice Gloria. Oración Colecta Oremos: Dios nuestro, que por medio del bautismo das nuevos hijos a tu Iglesia y la haces crecer continuamente, concédenos vivir siempre de acuerdo con la fe que recibimos en el bautismo. Por nuestro Señor Jesucristo... Amén. Primera Lectura Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (2, 14. 22-33) El día de Pentecostés, se presentó Pedro, junto con los Once, ante la multitud, y levantando la voz, dijo: “Israelitas, escúchenme. Jesús de Nazaret fue un hombre acreditado por Dios ante ustedes, mediante los milagros, prodigios y señales que Dios realizó por medio de él y que ustedes bien conocen. Conforme al plan previsto y sancionado por Dios, Jesús fue entregado, y ustedes utilizaron a los paganos para clavarlo en la cruz. Pero Dios lo resucitó, rompiendo las ataduras de la muerte, ya que no era posible que la muerte lo retuviera bajo su dominio. En efecto, David dice, refiriéndose a él: Yo veía constantemente al Señor delante de mí, puesto que él está a mi lado para que yo no tropiece. Por eso se alegra mi corazón y mi lengua se alboroza; por eso también mi cuerpo vivirá en la esperanza, porque tú, Señor, no me abandonarás a la muerte, ni dejarás que tu santo sufra la corrupción.Me has enseñado el sendero de la vida y me saciarás de gozo en tu presencia. Hermanos, que me sea permitido hablarles con toda claridad; el patriarca David murió y lo enterraron, y su sepulcro se conserva entre nosotros hasta el día de hoy. Pero como era profeta y sabía que Dios le había prometido con juramento que un descendiente suyo ocuparía su trono, con visión profética habló de la resurrección de Cristo, el cual no fue abandonado a la muerte ni sufrió la corrupción. Pues bien, a este Jesús, Dios lo resucitó, y de ello todos nosotros somos testigos. Llevado a los cielos por el poder de Dios, recibió del Padre el Espíritu Santo prometido a él y lo ha comunicado, como ustedes lo están viendo y oyendo”. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor. Salmo Responsorial Salmo 15 Protege, Señor, a los que esperamos en ti. Aleluya. Protégeme, Dios mío, pues eres mi refugio. Yo siempre he dicho que tú eres mi Señor. El Señor es la parte que me ha tocado en herencia; mi vida está en sus manos. Protege, Señor, a los que esperamos en ti. Aleluya. Bendeciré al Señor, que me aconseja, hasta de noche me instruye internamente. Tengo siempre presente al Señor y con él a mi lado, jamás tropezaré. Protege, Señor, a los que esperamos en ti. Aleluya. Por eso se me alegran el corazón y el alma y mi cuerpo vivirá tranquilo, porque tú no me abandonarás a la muerte ni dejarás que sufra yo la corrupción. Protege, Señor, a los que esperamos en ti. Aleluya. Enséñame el camino de la vida, sáciame de gozo en tu presencia y de alegría perpetua junto a ti. Protege, Señor, a los que esperamos en ti. Aleluya. Aclamación antes del Evangelio Aleluya, aleluya. Este es el día del triunfo del Señor, día de júbilo y de gozo. Aleluya. Evangelio † Lectura del santo Evangelio según san Mateo (28, 8-15) Gloria a ti, Señor. Después de escuchar las palabras del ángel, las mujeres se alejaron a toda prisa del sepulcro, y llenas de temor y de gran alegría, corrieron a dar la noticia a los discípulos. Pero de repente Jesús les salió al encuentro y las saludó. Ellas se le acercaron, le abrazaron los pies y lo adoraron. Entonces les dijo Jesús: “No tengan miedo. Vayan a decir a mis hermanos que se dirijan a Galilea. Allá me verán”. Mientras las mujeres iban de camino, algunos soldados de la guardia fueron a la ciudad y dieron parte a los sumos sacerdotes de todo lo ocurrido. Estos se reunieron con los ancianos, y juntos acordaron dar una fuerte suma de dinero a los soldados, con estas instrucciones: “Digan: ‘Durante la noche, estando nosotros dormidos, llegaron sus discípulos y se robaron el cuerpo’. Y si esto llega a oídos del gobernador, nosotros nos arreglaremos con él y les evitaremos cualquier complicación”. Ellos tomaron el dinero y actuaron conforme a las instrucciones recibidas. Esta versión de los soldados se ha ido difundiendo entre los judíos hasta el día de hoy. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús. Comentario: Por medio de la Octava de Pascua, que iniciamos hoy, la Iglesia celebra con gozo el misterio de la resurrección de Jesús, el Cristo. Es una semana que se considera como un solo día, como un Domingo de Pascua prolongado, en donde los creyentes celebramos con alegría la Gran Noticia de la resurrección; es una bella manera de expresar que Jesús sigue actuando en medio de la comunidad humana, que está presente en la historia, a través de su Palabra liberadora. El evangelio que leemos hoy nos presenta dos mensajes diferentes que surgen del hecho de que el sepulcro del Señor está vacío. Por un lado, el mensaje que elabora la institución religiosa de Jerusalén, que se encarga de desprestigiar la acción de los seguidores de Jesús; y por otro, el mensaje comunicado por las mujeres, que tiene como fin anunciarles a los discípulos dónde pueden encontrar al Maestro. Es interesante la misión que Jesús encarga a estas mujeres, pues se convierten en verdaderas anunciadoras de la Buena Noticia; son discípulas con un mensaje válido y fundamental para la comunidad. Un mensaje (kerigma) que se hace experiencia gracias a la fe y al testimonio de hombres y mujeres que han puesto su corazón en la esperanza del Reino. En la primera lectura, el que hacía pocos días le había negado, asustado ante los guardias y las criadas del palacio de Pilato, jurando que ni le conocía, ahora comienza, ante el pueblo y luego ante las autoridades de Israel, una serie de testimonios a cuál más intrépidos, que iremos leyendo a lo largo de esta semana. Entre sus negaciones y su testimonio ha habido un acontecimiento decisivo: la resurrección de Jesús y el envío de su Espíritu en Pentecostés. Pedro y los suyos han madurado mucho en la fe. Esta primera predicación de Pedro es una catequesis clara y contundente sobre la persona de Jesús, dirigida precisamente a los habitantes de Jerusalén, los que habían estado más directamente implicados en su muerte: «vosotros lo matasteis en una cruz, pero Dios lo resucitó, y nosotros somos testigos». Pedro centra con decisión su anuncio en la muerte y resurrección de Jesús. Cuando le vieron morir, parecía como que Dios le abandonaba: «ha salvado a otros, que se salve a sí mismo; si confía en Dios, que le salve, porque ha dicho que es el Hijo de Dios» (Mt 27,42s). El mismo Jesús grita desde la cruz: "¿por qué me has abandonado?". Pero Dios le resucitó, y ahora Pedro y los suyos son testigos de cómo le ha reivindicado delante de todos. En la lectura, y luego en el salmo responsorial, tenemos un ejemplo muy claro de cómo la primera generación «cristianizaba» los salmos, cómo los interpretaba desde Cristo. Allí donde el salmista, un judío creyente sumido en el dolor pero lleno de confianza, afirmaba: «con él a mi derecha no vacilaré... mi carne descansa serena, porque no me entregarás a la muerte ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción, me enseñarás el sendero de la vida», Pedro, y con él la comunidad cristiana, ponen estos sentimientos en boca del mismo Cristo Jesús. Consideran que la resurrección de Jesús ya estaba anunciada proféticamente en este salmo, que ahora resulta un verdadero «Magnificat» puesto en boca del Resucitado. No se dice Credo. Oración sobre las Ofrendas Recibe, Señor, con bondad, nuestras ofrendas, y tú, que nos llamaste a la fe y nos has hecho renacer por el bautismo, guíanos a la felicidad eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén. Prefacio de Pascua I El misterio pascual El Señor esté con ustedes. Y con tu espíritu. Levantemos el corazón. Lo tenemos levantado hacia el Señor. Demos gracias al Señor, nuestro Dios. Es justo y necesario. En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación glorificarte siempre, Señor, pero más que nunca en este día, en que Cristo, nuestra pascua, fue inmolado. Porque Él es el Cordero de Dios que quitó el pecado del mundo: muriendo, destruyó nuestra muerte, y resucitando, restauró la vida. Por eso, con esta efusión de gozo pascual, el mundo entero se desborda de alegría y también los coros celestiales, los ángeles y los arcángeles, cantan sin cesar el himno de tu gloria: Santo, Santo, Santo... Antífona de la Comunión Cristo resucitado, ya no puede morir; la muerte ya no tiene dominio sobre él. Aleluya. Oración después de la Comunión Oremos: Que la gracia de este sacramento, memorial de la Pascua de tu Hijo, fructifique, Señor, en nuestros corazones para que podamos corresponder a los dones de tu amor, que nos abrió el camino de la salvación eterna. Por Jesucristo,nuestro Señor. Amén Fuente: www.lecturadeldia.com

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