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lunes, 9 de abril de 2012

Ordinario de la Misa: Martes de la Octava de Pascua. Ciclo B. 10 de Abril, 2012

Ordinario de la Misa: Martes de la Octava de Pascua. Ciclo B. 10 de Abril, 2012 Pónganse a salvo de este mundo corrompido Martes de la Octava de Pascua El Señor nos llenará de gloria eternamente Antífona de Entrada El Señor les dará a beber el agua de la sabiduría; se apoyarán en él y no vacilarán. El los llenará de gloria eternamente. Aleluya. Se dice Gloria. Oración Colecta Oremos: Señor, tú que nos has librado del pecado por medio de la muerte y resurrección de tu Hijo, prosigue en nosotros la obra liberadora de tu gracia y concédenos el gozo de celebrar la Pascua eterna, que ya desde ahora nos llena de esperanza y alegría. Por nuestro Señor Jesucristo... Amén. Primera Lectura Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (2, 36-41) El día de Pentecostés, dijo Pedro a los judíos: “Sepa todo Israel, con absoluta certeza, que Dios ha constituido Señor y Mesías al mismo Jesús, a quien ustedes han crucificado”. Estas palabras les llegaron al corazón y preguntaron a Pedro y a los demás apóstoles: “¿Qué tenemos que hacer, hermanos?” Pedro les contestó: “Arrepiéntanse y bautícense en el nombre de Jesucristo, para el perdón de sus pecados y recibirán el Espíritu Santo. Porque las promesas de Dios valen para ustedes y para sus hijos y también para todos los paganos que el Señor, Dios nuestro, quiera llamar, aunque estén lejos”. Con éstas y otras muchas razones los instaba y exhortaba, diciéndoles: “Pónganse a salvo de este mundo corrompido”. Los que aceptaron sus palabras se bautizaron, y aquel día se les agregaron unas tres mil personas. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor. Salmo Responsorial Salmo 32 En el Señor está nuestra esperanza. Aleluya. Sincera es la palabra del Señor y todas sus acciones son leales. El ama la justicia y el derecho, la tierra llena está de sus bondades. En el Señor está nuestra esperanza. Aleluya. Cuida el Señor de aquellos que lo temen y en su bondad confían; los salva de la muerte y en épocas de hambre les da vida. En el Señor está nuestra esperanza. Aleluya. En el Señor está nuestra esperanza, pues él es nuestra ayuda y nuestro amparo. Muéstrate bondadoso con nosotros, puesto que en ti, Señor, hemos confiado. En el Señor está nuestra esperanza. Aleluya. Aclamación antes del Evangelio Aleluya, aleluya. Este es el día del triunfo del Señor, día de júbilo y de gozo. Aleluya. Evangelio † Lectura del santo Evangelio según san Juan (20, 11-18) Gloria a ti, Señor. El día de la resurrección, María se había quedado llorando junto al sepulcro de Jesús. Sin dejar de llorar, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados en el lugar donde había estado el cuerpo de Jesús, uno en la cabecera y el otro junto a los pies. Los ángeles le preguntaron: “¿Por qué estás llorando, mujer?” Ella les contestó: “Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo habrán puesto”. Dicho esto, miró hacia atrás y vio a Jesús de pie, pero no sabía que era Jesús. Entonces él le dijo: “Mujer, ¿por qué estás llorando? ¿A quién buscas?” Ella, creyendo que era el jardinero, le respondió: “Señor, si tú te lo llevaste, dime dónde lo has puesto”. Jesús le dijo: “¡María!” Ella se volvió y exclamó: “¡Rabuní!”, que en hebreo significa ‘maestro’. Jesús le dijo: “Déjame ya, porque todavía no he subido al Padre. Ve a decir a mis hermanos: ‘Subo a mi Padre y su Padre, a mi Dios y su Dios’ ”. María Magdalena se fue a ver a los discípulos para decirles que había visto al Señor y para darles su mensaje. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús. Comentario: El relato que leemos hoy nos enseña la nueva relación que se instaura entre Dios y el ser humano ahora que Jesús ha resucitado. María Magdalena continúa creyendo que Jesús irremediablemente ha muerto y por tal razón busca y solicita con preocupación su cadáver; María, igual que los otros seguidores del Maestro, ha dado por finalizado un proyecto de vida alternativo, pues el líder ha sido asesinado por las autoridades del momento. Es necesaria entonces la intervención de Jesús para que María vuelva a creer, para que nuevamente se encienda con fuerza la llama de la fe (Cfr. v.16). Magdalena reconoce a la persona que le está hablando gracias a su fe; sin embargo, la relación con su Señor desde ahora no puede ser la misma de antes (“¡Déjame!”); se descarta el contacto físico, espacial y temporal, y se da inicio a un vínculo de mayor intimidad, que es expresado por el evangelista a través de las apariciones que suceden en la pascua, las cuales tienen como elemento común la permanencia mutua: yo permanezco en ustedes y ustedes en mí. Es importante revisar en nuestra experiencia de fe si la resurrección nos está permitiendo vincularnos con mayor profundidad y compromiso en la vivencia del Reino. No se dice Credo. Oración sobre las Ofrendas Acepta, Señor, en tu bondad, los dones que te presentamos, y concédenos tu protección para conservar tu gracia y conseguir la felicidad eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén. Prefacio de Pascua I El misterio pascual El Señor esté con ustedes. Y con tu espíritu. Levantemos el corazón. Lo tenemos levantado hacia el Señor. Demos gracias al Señor, nuestro Dios. Es justo y necesario. En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación glorificarte siempre, Señor, pero más que nunca en este día, en que Cristo, nuestrapascua, fue inmolado. Porque Él es el Cordero de Dios que quitó el pecado del mundo: muriendo, destruyó nuestra muerte, y resucitando, restauró la vida. Por eso, con esta efusión de gozo pascual, el mundo entero se desborda de alegría y también los coros celestiales, los ángeles y los arcángeles, cantan sin cesar el himno de tu gloria: Santo, Santo, Santo... Antífona de la Comunión Puesto que habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas del cielo, donde Cristo está sentado a la derecha de Dios; aficionaos a los bienes del cielo, no a los de la tierra. Aleluya. Oración después de la Comunión Oremos: Tú que nos has concedido la gracia inmerecida del bautismo, purifica, Señor, y fortalece nuestros corazones, para que podamos alcanzar un día la felicidad eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén. Fuente: www.lecturadeldia.com

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