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sábado, 23 de octubre de 2010

Lecturas y Oraciones del Sábado XXIX Semana Tiempo Ordinario. Ciclo C. 23 de octubre 2010

Sabado 23 de Octubre,2010
Santa María en Sábado
Memoria libre
Vamos a la casa del Señor
Antífona de Entrada
María, el Altísimo te ha bendecido más que a todas las mujeres de la tierra, y de tal manera te ha glorificado, que los hombres no cesan de alabarte.
Oración Colecta
Oremos:
Por intercesión de la santísima Virgen María, llena de gracia, cuya gloriosa memoria estamos celebrando, haz, Señor, que también nosotros podamos participar de los dones de tu amor.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.

Primera Lectura
Lectura de la carta del apóstol
san Pablo a los efesios
(4, 7. 11-16)
Hermanos: Cada uno de nosotros ha recibido la gracia en la medida en que Cristo se la ha dado. El fue quien concedió a unos ser apóstoles; a otros, ser profetas; a otros, ser evangelizadores; a otros, ser pastores y maestros. Y esto, para capacitar a los fieles, a fin de que, desempeñando debidamente su tarea, construyan el cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a estar unidos en la fe y en el conocimiento del Hijo de Dios, y lleguemos a ser hombres perfectos, que alcancemos en todas sus dimensiones la plenitud de Cristo.
Así, ya no seremos como niños, zarandeados por las olas y llevados de un lado para otro por el viento de cualquier doctrina, a merced de hombres malvados y astutos, que conducen engañosamente al error. Por el contrario, viviendo sinceramente en el amor, creceremos en todos sentidos, unidos a aquel que es la cabeza: Cristo. De él, todo el cuerpo recibe su organización, su cohesión y su ida, según la actividad propia de cada una de las partes, y así el cuerpo va creciendo y construyéndose por medio del amor.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 121
Vamos a la casa del Señor.
¡Qué alegría sentí cuando me dijeron: “Vayamos a la casa del Señor”! Y hoy estamos aquí, Jerusalén, jubilosos, delante de tus puertas.
Vamos a la casa del Señor.
A ti, Jerusalén, suben las tribus, las tribus del Señor, según lo que a Israel se le ha ordenado, para alabar el nombre del Señor.
Vamos a la casa del Señor.

Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
No quiero la muerte del pecador, sino que se arrepienta y viva, dice el Señor.
Aleluya.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Lucas (13, 1-9)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, algunos hombres fueron a ver a Jesús y le contaron que Pilato había mandado matar a unos galileos, mientras estaban ofreciendo sus sacrificios. Jesús les hizo este comentario: “¿Piensan ustedes que aquellos galileos, porque les sucedió esto, eran más pecadores que todos los demás galileos? Ciertamente que no; y si ustedes no se convierten, perecerán de manera semejante. Y aquellos dieciocho que murieron aplastados por la torre de Siloé, ¿piensan acaso que eran más culpables que todos los demás habitantes de Jerusalén? Ciertamente que no; y si ustedes no se arrepienten, perecerán de manera semejante”.
Entonces les dijo esta parábola: “Un hombre tenía una higuera plantada en su viñedo; fue a buscar higos y no los encontró. Dijo entonces al viñador: ‘Mira, durante tres años seguidos he venido a buscar higos en esta higuera y no los he encontrado. Córtala. ¿Para qué ocupa la tierra inútilmente?’
El viñador le contestó: ‘Señor, déjala todavía este año; voy a aflojar la tierra alrededor y a echarle abono, para ver si da fruto. Si no, el año que viene la cortaré’ ”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión:
El texto lucano está compuesto por dos partes. La primera es una exhortación al arrepentimiento y a la conversión. La segunda es una parábola que nos habla de la compasión tan exigida en el seguimiento de Jesús, y de la crítica a un discipulado pasivo, timorato e improductivo. El evangelista Lucas nos pone de cara con una de las actitudes fundamentales del discipulado cristiano: el arrepentimiento y la consiguiente reconciliación, mostrándonos que Jesús es compasivo y misericordioso, pero no blandengue ni mucho menos alcahuete. De fondo, lo que Jesús propone es un cambio de mentalidad que lleve al ser humano a transformar las bases de sus relaciones personales, interpersonales y comunitarias, haciéndolas relaciones en resistencia no violenta, justas y generadoras de vida digna. En este sentido, la parábola de la higuera viene a dar la profundidad que necesita el discípulo de poder luchar contra las adversidades y conflictos que se presentan en el seguimiento, exigiéndole la tarea de poder dar frutos nacidos de la semilla del evangelio. Aunque dichos frutos requieren de tiempo y de condiciones apropiadas para madurar, todo tiene un límite. La productividad de la palabra de Dios se pondrá de manifiesto cuando demos abundantes frutos de solidaridad y fraternidad.


Oración sobre las Ofrendas
Jubilosos de poder celebrar la festividad de la Madre de tu Hijo, te presentamos, Señor, estas ofrendas de alabanza, y te pedimos que por este santo, intercambio de dones, se acrecienten en nosotros los frutos de la redención eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio de Santa María Virgen III
María, modelo de la Iglesia
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, y alabarte en esta festividad de la Virgen María.
Porque al aceptar ella a tu Unigénito en su corazón inmaculado, mereció concebirlo en su seno virginal y, al dar a luz a Cristo, preparó el nacimiento de la Iglesia.
Porque al aceptar, junto a la cruz, el encargo de tu amor, recibió como hijos a todos los hombres, redimidos por la sangre de Cristo.
Porque al unirse a las oraciones de los apóstoles y de los discípulos, que esperaban la venida del Espíritu Consolador, se convirtió en el modelo de la Iglesia suplicante y, desde su asunción gloriosa a los cielos, sigue mostrando su amor y protección a la Iglesia que peregrina hacia la vida eterna, hasta que venga el Señor, lleno de gloria.
Por eso, con todos los ángeles y santos, te alabamos sin cesar, diciendo:
Santo, Santo, Santo...

Antífona de la Comunión
Me llamarán bienaventurada todas las generaciones, porque ha puesto Dios sus ojos en la humildad de su esclava.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Habiendo recibido el sacramento celestial, te pedimos, Señor, que cuantos hemos celebrado con veneración, la memoria de la santísima Virgen María, merezcamos participar del banquete eterno.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

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