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martes, 3 de mayo de 2011

Evangelio del Miércoles II Semana de Pascua. Ciclo A. 04 de mayo 2011

Evangelio del Miércoles II Semana de Pascua. Ciclo A. 04 de mayo 2011.

† Lectura del santo Evangelio según san Juan (3, 16-21)
Gloria a ti, Señor.

Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna.
Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.
El que creee en él, no es juzgado; pero el que no cree, ya está juzgado, porque no ha creído en el Nombre del Hijo único de Dios.
Y el juicio está en que vino la luz al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas.
Pues todo el que obra el mal aborrece la luz y no va a la luz, para que no sean censuradas sus obras.
Pero el que obra la verdad, va a la luz, para que quede de manifiesto que sus obras están hechas según Dios.»
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexion:
El verdadero plan de Dios, su verdadera voluntad manifestada en su Hijo es la vida, la salvación. Desgraciadamente, el concepto de la “entrega” de su Hijo al mundo no ha tenido la mejor de las interpretaciones en la historia de la teología y deL estudio bíblico. El evangelista quiere decir que el proyecto del amor de Dios ha llegado a su plenitud en el momento en que ha donado al mundo a su propio Hijo, no para juzgar ni condenar, sino para que el mundo, viendo en él las obras de Padre, pueda encontrar el verdadero y justo camino de la realización y pueda llegar así a una plenitud de vida.
Dios no entregó a su Hijo para que muriera por el mundo; estaríamos hablando de un padre cruel. Se trata del máximo gesto de donación y de la mayor oportunidad para conocer a Dios tal cual es: amor, misericordia, bondad.
No siempre los planes de Dios son comprendidos y asumidos por la humanidad. El proyecto de Dios, desde siempre encontró y sigue encontrando contradictores y opositores; sin embargo, no por eso hay que abandonar la misión confiada por Dios a través de su Hijo.

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