Evangelio del Sábado II Semana de Pascua. Ciclo A. 07 de mayo 2011.
† Lectura del santo Evangelio según san Juan (6, 16-21)
Gloria a ti, Señor.
Al atardecer del día de la multiplicación de los panes, los discípulos de Jesús bajaron al lago, se embarcaron y empezaron a atravesar hacia Cafarnaúm. Ya había caído la noche y Jesús todavía no los había alcanzado. Soplaba un viento fuerte y las aguas del lago se iban encrespando.
Cuando habían avanzado unos cinco o seis kilómetros, vieron a Jesús caminando sobre las aguas, acercándose a la barca, y se asustaron. Pero él les dijo:
“Soy yo, no tengan miedo”. Ellos quisieron recogerlo a bordo y rápidamente la barca tocó tierra en el lugar a donde se dirigían.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Reflexión:
Si despojamos el relato de la multiplicación del pan de una visión milagrera, fantástica y espiritualizante, entenderemos mejor la travesía del lago y la caminata de Jesús sobre el agua. El lago, la barca, los discípulos, representan a la comunidad, que intenta avanzar en el camino de construcción del proyecto heredado de Jesús, el proyecto del compartir y de la solidaridad, como una alternativa de vida en medio de un sistema que sólo proporciona división y empobrecimiento. Pero las cosas no son fáciles; por más energía que haya, por más ganas que se tengan de avanzar, las dificultades y contradicciones siempre están ahí para entorpecer el camino. Ese es el lago encrespado y revuelto que pone en peligro la estabilidad de la barca-comunidad y la vida de los discípulos.
En tal situación, lo único que trae seguridad al discípulo y a la comunidad es la presencia de Jesús, no siempre clara y nítida para el discípulo. Es entonces cuando Jesús se revela con el “soy yo”, expresión típica de la forma como Dios se revela.
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