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lunes, 15 de agosto de 2011

Evangelio del Martes XX Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 16 de agosto 2011

Evangelio del Martes XX Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 16 de agosto 2011
Lectura del Evangelio según San Mateo 19,23-30
Gloria a ti, Señor
Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Os aseguro que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. Lo repito: Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios." Al oírlo, los discípulos dijeron espantados: "Entonces, ¿quién puede salvarse?" Jesús se les quedó mirando y les dijo: "Para los hombres es imposible; pero Dios lo puede todo." Entonces le dijo Pedro: "Pues nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué nos va a tocar?" Jesús les dijo: "Os aseguro: cuando llegue la renovación, y el Hijo del hombre se siente en el trono de su gloria, también vosotros, los que me habéis seguido, os sentaréis en doce tronos para regir a las doce tribus de Israel. El que por mí deja casa, hermanos o hermanas, padre o madre, mujer, hijos o tierras, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna. Muchos primeros serán últimos y muchos últimos serán primeros."
Palabra del Señor
Gloria a ti, Señor Jesús
Reflexión
El evangelio de hoy sorprende por su radicalidad. Mientras en la cultura imperante en esa época, así como en la cultura actual, la riqueza es un bien indiscutible, el evangelio se atreve a poner en entredicho esta manera de pensar tan difundida. Y por riqueza no se entiende en la Biblia lo necesario para vivir. La riqueza es la acumulación masiva de recursos más allá de lo que la persona, la familia, la comunidad o, incluso, el grupo social puede o pudiera necesitar. Según el Nuevo Testamento la riqueza se origina en el despojo, la violencia y la opresión. El episodio precedente, llamado del ‘joven rico’, nos ayuda a comprender que aquello que le sobra a alguno le falta a alguien más. Esta manera de pensar ciertamente va en contracorriente, y es así porque el valor supremo se llama ‘Reino de Dios’, es decir, el ejercicio soberano y permanente de Dios sobre las decisiones personales, comunitarias y sociales. Frente al Reino son inaceptables las riquezas obtenidas por coerción, explotación y violencia, aunque se obtengan por los medios permitidos por la ley.

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