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lunes, 15 de agosto de 2011

Ordinario de la Misa: Lunes XX Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 15 de Agosto, 2011

Ordinario de la Misa: Lunes XX Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 15 de Agosto, 2011
Solemnidad de la Asunción de la Virgen María
Misa del día
Santo es su nombre
María fue llevada al cielo y los ángeles se alegran
Antífona de Entrada
Un gran signo apareció en el cielo; una mujer vestida del sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre su cabeza.
Se dice Gloria.
Oración Colecta
Oremos:
Dios todopoderoso y eterno, que hiciste subir al cielo en cuerpo y alma a la inmaculada Virgen María, Madre de tu Hijo, concédenos vivir en este mundo sin perder de vista los bienes del cielo y con la esperanza de disfrutar eternamente de su gloria.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.

Primera Lectura
Lectura del libro
del Apocalipsis
del apóstol san
Juan (11, 19; 12,1-6. 10)
Se abrió el templo de Dios en el cielo y dentro de él se vio el arca de la alianza. Apareció entonces en el cielo una figura prodigiosa: una mujer envuelta por el sol, con la luna bajo sus pies y con una corona de doce estrellas en la cabeza. Estaba encinta y a punto de dar a luz y gemía con los dolores del parto.
Pero apareció también en el cielo otra figura: un enorme dragón, color de fuego, con siete cabezas y diez cuernos, y una corona en cada una de sus siete cabezas. Con su cola barrió la tercera parte de las estrellas del cielo y las arrojó sobre la tierra.
Después se detuvo delante de la mujer que iba a dar a luz, para devorar a su hijo, en cuanto éste naciera. La mujer dio a luz un hijo varón, destinado a gobernar todas las naciones con cetro de hierro; y su hijo fue llevado hasta Dios y hasta su trono. Y la mujer huyó al desierto, a un lugar preparado por Dios.
Entonces oí en el cielo una voz poderosa, que decía: “Ha sonado la hora de la victoria de nuestro Dios, de su dominio y de su reinado, y del poder de su
Mesías”.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 44
De pie, a tu derecha,
está la reina.
Hijas de reyes salen a tu encuentro. De pie, a tu derecha, está la reina, enjoyada con oro de Ofir.
De pie, a tu derecha,
está la reina.
Escucha, hija, mira y pon atención: olvida a tu pueblo y la casa paterna; el rey está prendado de tu belleza; ríndele homenaje, porque él es tu señor.
De pie,a tu derecha,
está la reina.
Entre alegría y regocijo van entrando en el palacio real. A cambio de tus padres, tendrás hijos, que nombrarás príncipes por toda la tierra.
De pie, a tu derecha,
está la reina.

Segunda Lectura
Lectura de la primera carta
del apóstol san Pablo a los
corintios (15, 20-27)
Hermanos: Cristo resucitó, y resucitó como la primicia de todos los muertos. Porque si por un hombre vino la muerte, también por un hombre vendrá la resurrección de los muertos.
En efecto, así como en Adán todos mueren, así en Cristo todos volverán a la vida; pero cada uno en su orden: primero Cristo, como primicia; después, a la hora de su advenimiento, los que son de Cristo.
Enseguida será la consumación, cuando, después de haber aniquilado todos los poderes del mal, Cristo entregue el Reino a su Padre. Porque él tiene que reinar hasta que el Padre ponga bajo sus pies a todos sus enemigos. El último de los enemigos en ser aniquilado, será la muerte, porque todo lo ha sometido Dios bajo los pies de Cristo.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
María fue llevada al cielo y todos los ángeles se alegran.
Aleluya.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Lucas (1, 39-56)
Gloria a ti, Señor.
En aquellos días, María se encaminó presurosa a un pueblo de las montañas de Judea, y entrando en la casa de Zacarías, saludó a Isabel. En cuanto ésta oyó el saludo de María, la creatura saltó en su seno.
Entonces Isabel quedó llena del Espíritu Santo, y levantando la voz, exclamó: “¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que la madre de mi Señor venga a verme? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el
niño saltó de gozo en mi seno.
Dichosa tú, que has creído, porque se cumplirá cuanto te fue anunciado de parte del Señor”.
Entonces dijo María:
“Mi alma glorifica al Señor y mi espíritu se llena de júbilo en Dios, mi salvador, porque puso sus ojos en la humildad de su esclava.
Desde ahora me llamarán dichosa todas las generaciones, porque ha hecho en mí grandes cosas el que todo lo puede. Santo es su nombre y su misericordia llega de generación en generación a los que lo temen.
Ha hecho sentir el poder de su brazo: dispersó a los de corazón altanero, destronó a los potentados y exaltó a los humildes. A los hambrientos los colmó de bienes y a los ricos los despidió sin nada.
Acordándose de su misericordia, vino en ayuda de Israel, su siervo, como lo había prometido a nuestros padres, a Abraham y a su descendencia para siempre”.
María permaneció con Isabel unos tres meses y luego regresó a su casa.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión:
A la mitad del mes de agosto, estalla la alegría en la liturgia de la Iglesia. En el hemisferio norte, coincide -o se le ha hecho coincidir- con las fiestas ancestrales de la canícula del verano boreal. La alegría de la plenitud de las cosechas llega a su plenitud ahora al celebrar la Asunción de la Virgen María. Ella, la madre de Jesús, es la «primera cristiana», debería ser también la primera en llegar hasta Jesús. La fe de la iglesia ha querido ver en ella la confirmación definitiva de que nuestra esperanza tiene sentido. De que esta vida, aunque nos parezca que está enferma de muerte, está en realidad preñada de vida, de una vida que se manifiesta ya en nosotros y que debemos celebrar ya aquí y ahora. Y en primer lugar, en María, Madre de Jesús y Madre nuestra.

En la primera lectura encontramos un combate frontal entre la debilidad de una mujer a punto de dar a luz y la crueldad de un monstruo perverso y poderoso que se ha apropiado de una buena parte del mundo y quiere arrebatarle el hijo a la mujer. El Apocalipsis, hace un relato rico en simbología en el cual las comunidades cristianas pueden estar representadas en la mujer, reconociendo que un sector del cristianismo de los primeros días tuvo un alto influjo de la persona de María y de la presencia femenina en medio de ellas, como sostenedoras de la fe y la radicalidad. Por otra parte el monstruo, es un sinónimo del aparato imperial. Con sus respectivas cabezas y cuernos representa los tentáculos del poder civil, militar, cultural, económico y religioso, que está empeñado en eliminar al cristianismo, por su talante profético, ya que se ha tornado incómodo para los poderosos de la tierra.

La segunda lectura, abre bellamente con una metáfora de la resurrección de Cristo como primer fruto de la cosecha, y luego clarifica cómo todos lo que en Cristo viven, en Cristo mueren, también en Cristo resucitarán. Se trata de una afirmación de la vida plena para los que asumen el proyecto de Jesús como propio y en ese sentido se hacen partícipes de la Gloria de la resurrección.

En el evangelio, el canto de alegría de María que se proclama en el Evangelio se hace nuestro canto. Tenemos pocos datos sobre María en los evangelios. Los estudiosos nos dirán que, casi seguro, este cántico, el Magnificat, no fue pronunciado por María, sino que es una composición del autor del Evangelio de Lucas. Pero no hay duda de que, aun sin ser histórico, recoge el auténtico sentir de María, sus sentimientos más profundos ante la presencia salvadora de Dios en su vida. Es un cántico de alabanza. Esa es la respuesta de María ante la acción de Dios. Alabar y dar gracias. No se siente grande ni importante por ella misma, sino por lo que Dios está haciendo a través de ella. "Proclama mi alma la grandeza del Señor". María goza de esa vida en plenitud. Su fe la hizo vivir ya en su vida la vida nueva de Dios. Hay un detalle importante. Lo que nos cuenta el evangelio no sucede en los últimos días de la vida de María, cuando ya suponemos que había experimentado la resurrección de Jesús, sino antes del nacimiento de su Hijo. Ya entonces María estaba tan llena de fe que confiaba totalmente en la promesa de Dios. María tenía la certeza de que algo nuevo estaba naciendo. La vida que ella llevaba en su seno, aún en embrión, era el signo de que Dios se había puesto en marcha y había empezado actuar en favor de su pueblo.

María, llena de confianza en Dios, anuncia que Él se ha puesto a favor de los pobres y desheredados de este mundo. La acción de Dios cambia totalmente el orden social de nuestro mundo: derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes. No es eso lo que estamos acostumbrados a ver en nuestra sociedad. Tampoco en tiempos de María. La vida de Dios se ofrece a todos, pero sólo los humildes, los que saben que la salvación sólo viene de Dios, están dispuestos a acogerla. Los que se sienten seguros con lo que tienen, esos lo pierden todo. María supo confiar y estar abierta a la promesa de Dios, confiando y creyendo más allá de toda esperanza. Hoy María anima nuestra esperanza y nuestro compromiso para transformar este mundo, para hacerlo más como Dios quiere: un lugar de fraternidad, donde todos tengamos un puesto en la mesa que nos ha preparado Dios. Pero en este día María anima sobre todo nuestra alabanza y acción de gracias. María nos invita a mirar a la realidad con ojos nuevos y descubrir la presencia de Dios, quizá en embrión, pero ya presente, a nuestro alrededor. María nos invita a cantar con gozo y proclamar, con ella, las grandezas del Señor.
Para la revisión de vida
Celebramos hoy una fiesta en honor de la Virgen, lo cual es una buena ocasión para reflexionar sobre nuestra manera de honrarla. Alguien dijo que Dios la llenó de gracia y nosotros de joyas. ¿Acaso pretendemos enmendarle la plana a Dios? ¿No es mejor tratar de parecernos a ella en su fe, su esperanza, su amor y su disponibilidad, que llenarla de joyas, mantos y folclores que más ocultan que revelan su verdadera imagen?
Para la reunión de grupo
- Solemos ver, en la figura de la mujer del relato del Apocalipsis, a la Madre de Jesús, que lo engendra y lo da a luz, pero que también está rodeada en su vida de penalidades del mismo tipo que las de su Hijo y en conexión con Él. ¿Tengo esta visión realista de la vida de María o soy de los que piensan que los pajaritos y los ángeles estaban todo el día poniendo música de fondo a su vida?
- La resurrección de Cristo no es sólo un final feliz para su vida de entrega y fidelidad, sino el adelanto del destino que a todos nos espera; primicia de este triunfo final que a todos nos aguarda es María, que también sigue a su Hijo en este destino. ¿Es ésta mi esperanza, estoy convencido de que también a mí y a todos nos espera este final?
Para la oración de los fieles
- Por la Iglesia, para que proclame la Asunción de María con un compromiso cada día mayor y más eficaz con los pobres y oprimidos. Roguemos al Señor.
- Por todos nosotros, para que la proclamación del Magníficat nos lleve a ser solidarios con los que sufren. Roguemos...
- Por los ricos y los poderosos, para que no pongan su corazón en sus riquezas, sino que sirvan con ellas a los pobres. Roguemos...
- Por los enfermos y los moribundos, para que hagan frente a su dolor con la esperanza de quienes se saben llamados a la vida. Roguemos...
- Por todos nuestros seres queridos difuntos, para que gocen ya de la plenitud de la vida de la resurrección, junto con María y Jesucristo. Roguemos...
- Por todos nosotros, para que confiemos plenamente en el amor de Dios y cumplamos en todo su voluntad. Roguemos...
Oración comunitaria
Dios, Padre nuestro, que has llevado a María a alcanzar ya junto a ti la misma plenitud de vida de Jesucristo; te pedimos que nos conceda que, siendo, como ella, fieles en el cumplimiento de tu voluntad, lleguemos a participar también nosotros de la gloria de la resurrección. Por Jesucristo.

Se dice Credo.
Oración de los Fieles
Celebrante:
Pidamos al Señor, en esta fiesta de la Virgen María, que al contemplar su rostro en la gloria se acuerde que somos sus hijos y nos bendiga. Digamos juntos como hermanos:
Por María escúchanos.
Por la Iglesia: que como María todos los cristianos dejemos que Jesús se encarne en nuestras vidas. Oremos al Señor.
Por María escúchanos.
Por todos los hombres del tercer milenio: que la presencia pascual de María en la gloria, avive la esperanza en la gloria futura.
Oremos al Señor.
Por María escúchanos.
Por los pastores de la Iglesia y los misioneros: que la Virgen les alcance fidelidad y coherencia de vida con el Evangelio.
Oremos al Señor.
Por María escúchanos.
Por los sacerdotes y consagrados: que la Madre de Dios, en plena posesión de la gloria merecida por Jesús, le presente sus vidas, para que las bendiga y haga fecundas.
Oremos al Señor.
Por María escúchanos.
Por los jóvenes: que la figura gloriosa de María les infunda el amor a la pureza, la fortaleza en la fe y la valentía en el compromiso evangélico.
Oremos al Señor.
Por María escúchanos.
Por nosotros y por los que ya han dejado este mundo: que seamos transformados en la gloria y gocemos contemplando cara a cara a Dios.
Oremos al Señor.
Por María escúchanos.

Celebrante:
Por intercesión de María escucha nuestras oraciones, haz que vivamos en constante actitud de servicio a nuestros hermanos, y que viviendo el amor esperemos tu llegada en gloria.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.

Oración sobre las Ofrendas
Acepta, Señor, este sacrificio que vamos a ofrecerte para celebrar la Asunción de la Virgen María y ayúdanos, por su intercesión, a buscarte y a vivir siempre en tu amor.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Prefacio propio
La gloriosa Asunción
de la Virgen.
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo nuestro Señor.
Porque hoy ha sido llevada al cielo la Virgen Madre de Dios, figura y primicia de la Iglesia, garantía de consuelo y esperanza para tu pueblo, todavía peregrino en la tierra. Con razón no permitiste, Señor, que conociera la corrupción del sepulcro aquella que, de un modo inefable, dio vida en su seno y carne de su carne al autor de toda vida, Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor.
Por eso, unidos a los ángeles, te aclamamos llenos de alegría:
Santo, Santo, Santo...

Antífona de la Comunión
Desde ahora me llamarán dichosa todas las generaciones, porque ha hecho en mí grandes cosas el que todo lo puede.
Santo es su nombre.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Tú que nos has hecho partícipes de este sacramento de vida eterna, concédenos, Señor, por intercesión de la Virgen María, en este día de su Asunción al cielo, alcanzar la gloria de la resurrección.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

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