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martes, 16 de agosto de 2011

Ordinario de la Misa: Miércoles XX Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 17 de Agosto, 2011

Ordinario de la Misa: Miércoles XX Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 17 de Agosto, 2011
Todo depende de tu voluntad, Señor
Feria de la 20a. semana del Tiempo Ordinario
La palabra de Dios es viva y eficaz
Antífona de Entrada
Todo depende de tu voluntad, Señor, y nadie puede resistirse a ella. Tú has hecho los cielos y la tierra y las maravillas que contienen. Tú eres el Señor del universo.
Oración Colecta
Oremos:
Padre lleno de amor, que nos concedes siempre más de lo que merecemos y deseamos, perdona misericordiosamente nuestras ofensas y otórganos aquellas gracias que no hemos sabido pedirte y tú sabes que necesitamos.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.

Primera Lectura
Lectura del libro de los Jueces
(9, 6-15)
En aquellos días, se reunieron todos los hombres de Siquem y todas las familias de Bet-Mil-Lo y proclamaron rey a Abimélek, junto a la encina de la piedra memorial que hay en Siquem. Se lo anunciaron a su hermano Jotam, quien subió a la cumbre del monte Garizim, y desde ahí levantó la voz y clamó:
“Escúchenme hombres de Siquem, y que Dios los escuche a ustedes. Una vez los árboles fueron a buscarse un rey. Le dijeron al olivo: ‘Sé nuestro rey’. Pero el olivo les respondió:
‘¿Voy a renunciar al aceite que utilizan los dioses y los hombres, para ir a presumir por encima de los árboles?’
Entonces, los árboles le dijeron a la higuera: ‘Ven a ser nuestro rey’. La higuera les respondió:
‘¿Voy a renunciar a mis dulces y sabrosos frutos, para ir a presumir por encima de los árboles?’
Le dijeron luego los árboles a la vid: ‘Ven a ser nuestro rey’.
La vid les respondió:
¿Voy a renunciar a mi vino, que alegra a los dioses y a los hombres, para ir a presumir por encima de los árboles?’
Finalmente, todos los árboles le dijeron a la zarza: ‘Ven a ser nuestro rey’. La zarza les respondió: ‘Si de veras quieren hacerme su rey, vengan a descansar bajo mi sombra. Pero si no es así, que brote fuego de la zarza y devore a los cedros del Líbano’
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 20
De tu poder, Señor,
se alegra el rey.
De tu poder, Señor, se alegra el rey, se alegra con el triunfo que le has dado. Le otorgaste lo que él tanto anhelaba, no rechazaste el ruego de sus labios.
De tu poder, Señor,
se alegra el rey.
Lo colmaste, Señor, de bendiciones, con oro has coronado su cabeza. La vida te pidió, tú se la diste,una vida por siglos duradera.
De tu poder, Señor,
se alegra el rey.
Tu victoria, Señor, le ha dado fama, lo has cubierto de gloria y de grandeza. Sin cesar le concedes tus favores y lo colmas de gozo en tu presencia.
De tu poder, Señor,
se alegra el rey.

Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
La palabra de Dios es viva y eficaz y descubre los pensamientos e intenciones del corazón.
Aleluya.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Mateo (20, 1-16)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos esta parábola:
“El Reino de los cielos es semejante a un propietario que, al amanecer, salió a contratar trabajadores para su viña. Después de quedar con ellos en pagarles un denario por día, los mandó a su viña.
Salió otra vez a media mañana, vio a unos que estaban ociosos en la plaza y les dijo:
‘Vayan también ustedes a mi viña y les pagaré lo que sea justo’. Salió de nuevo a medio día y a media tarde e hizo lo mismo.
Por último, salió también al caer la tarde y encontró todavía otros que estaban en la plaza y les dijo:
‘¿Por qué han estado aquí todo el día sin trabajar?’
Ellos le respondieron:
‘Porque nadie nos ha contratado’.
El les dijo:
‘Vayan también ustedes a mi viña’.
Al atardecer, el dueño de la viña le dijo a su administrador: ‘Llama a los trabajadores y págales su jornal, comenzando por los últimos hasta que llegues a los primeros’. Se acercaron, pues, los que habían llegado al caer la tarde y recibieron un denario cada uno.
Cuando les llegó su turno a los primeros, creyeron que recibirían más; pero también ellos recibieron un denario cada uno.
Al recibirlo, comenzaron a reclamarle al propietario, diciéndole: ‘Esos que llegaron al último sólo trabajaron una hora, y sin embargo, les pagas lo mismo que a nosotros, que soportamos el peso del día y del calor’.
Pero él respondió a uno de ellos: ‘Amigo, yo no te hago ninguna injusticia. ¿Acaso no quedamos en que te pagaría un denario?Toma, pues, lo tuyo y vete.
Yo quiero darle al que llegó al último lo mismo que a ti. ¿Qué no puedo hacer con lo mío lo que yo quiero? ¿O vas a tenerme rencor porque yo soy bueno?’.
De igual manera, los últimos serán los primeros, y los primeros, los últimos”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

El evangelio de hoy coloca en relación directa dos principios básicos que organizan la vida humana: la justicia y la necesidad. Mientras el primer grupo de trabajadores espera obtener una retribución por encima de lo pactado, el grupo de trabajadores contratados a la última hora reciben un salario completo y en primer lugar. Esto puede parecer paradójico, pero debemos descubrir que el señor de la viña actúa observando la justicia en cuanto paga a los obreros el salario justo, pactado previamente; mientras se muestra generoso con los trabajadores necesitados que logran llegar a la viña poco antes de que concluya la jornada laboral. Se contraponen así dos maneras de pensar, una, la que acepta la mayor parte de la gente, se llama ‘retribución’. En esta lógica lo importante es la proporcionalidad entre las expectativas y el pago. Si damos, esperamos recibir. La otra manera de pensar, comprendida por pocas personas, se llama ‘gracia’. El evangelio busca el equilibrio entre el principio de la justicia, respetado, y el principio de la necesidad y la gracia.

Oración sobre las Ofrendas
Acepta, Señor, este sacrificio de alabanza que tu mismo instituiste, y realiza en nosotros la obra de santificación que con su muerte nos mereció tu Hijo, que vive y reina por los siglos de los siglos.
Amén.

Prefacio Común VII
Cristo, huésped y peregrino
en medio de nosotros.
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo darte gracias, Señor, Padre santo, Dios de la alianza y de la paz. Porque tú llamaste a Abraham y le mandaste salir de su tierra, para constituirlo padre de todas las naciones.
Tú suscitaste a Moisés para librar a tu pueblo y guiarlo a la tierra de promisión. Tú, en la etapa final de la historia, has enviado a tu Hijo, como huésped y peregrino en medio de nosotros, para redimirnos del pecado y de la muerte; y has derramado el Espíritu, para hacer de todas las naciones un solo pueblo nuevo, que tiene como meta, tu reino, como estado, la libertad de tus hijos, como ley, el precepto del amor.
Por estos dones de tu benevolencia, unidos a los ángeles y a los santos, cantamos con gozo el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo...

Antífona de la Comunión
Bueno es el Señor con los que en él confían, con aquellos que no cesan de buscarlo.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Que esta comunión, Señor, sacie nuestra hambre y nuestra sed de ti y nos transforme en tu Hijo, Jesucristo, que vive y reina por los siglos de los siglos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

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