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miércoles, 30 de noviembre de 2011

Evangelio del Jueves Primera Semana de Adviento. Ciclo A. 1 de diciembre, 2011

Evangelio del Jueves Primera Semana de Adviento. Ciclo A. 1 de diciembre, 2011

† Lectura del santo Evangelio según san Mateo (7, 21. 24-27)
Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “No todo el que me diga ‘¡Señor, Señor!’, entrará en el Reino de los cielos, sino el que cumpla la voluntad de mi Padre, que está en los cielos.
El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica, se parece a un hombre prudente, que edificó su casa sobre roca. Vino la lluvia, bajaron las crecientes, se desataron los vientos y dieron contra aquella casa; pero no se cayó, porque estaba construida sobre roca.
El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica, se parece a un hombre imprudente, que edificó su casa sobre arena. Vino la lluvia, bajaron las crecientes, se desataron los vientos, dieron contra aquella casa y la arrasaron completamente”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión:
En la actualidad, las experiencias de fe se suelen expresar de muy diversas maneras; sin embargo, tienen mucha fuerza fenómenos religiosos en torno a grandes espectáculos, de alabanza, de sanaciones y hasta de exorcismos, con lenguajes alienantes que cumplen un papel “aislante” frente a la realidad.
El evangelio de hoy cuestiona las prácticas religiosas de la sociedad en la que Jesús vivió, pues se centraban en hacer grandes sacrificios y ritos públicos para aparentar la fe en Dios; sin embargo, no es ese el camino más pertinente para confesar la fe en el Dios de la Vida.
Escuchar la Palabra de Dios y ponerla por obra, ese es el proyecto de Jesús; es lo que da solidez a la fe y a la Iglesia misma. Aquí es oportuno tener en cuenta dos dimensiones. Primera: Escuchar la palabra significa estar atentos a las voces multiformes de Dios, saber comprender los signos de los tiempos, disponer todos los sentidos para captar la revelación de Dios en la historia. Segunda: Poner la Palabra por obra no es otra cosa que ser obediente al designio de Dios, actuar coherente y responsablemente en la realidad; es responder como creyentes a los desafíos de los tiempos.
Vivir la fe cristiana de manera responsable y coherente no siempre significa hacer cosas de gran trascendencia; se trata de asumir con alegría la tarea de transformar-liberar en el contexto cercano en el que vivimos.

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