Evangelio del Miércoles I Semana Tiempo Ordinario. Ciclo B. 11 de Enero, 2012
† Lectura del santo Evangelio según san Marcos (1, 29-39)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama, con fiebre, y enseguida le avisaron a Jesús. El se le acercó, y tomándola de la mano, la levantó. En ese momento se le quitó la fiebre y se puso a servirles.
Al atardecer, cuando el sol se ponía, le llevaron a todos los enfermos y poseídos del demonio, y todo el pueblo se apiñó junto a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó a muchos demonios, pero no dejó que los demonios hablaran, porque sabían quién era él.
De madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, Jesús se levantó, salió y se fue a un lugar solitario, donde se puso a orar. Simón y sus compañeros lo fueron a buscar, y al encontrarlo, le dijeron:
“Todos te andan buscando”.
El les dijo:
“Vamos a los pueblos cercanos para predicar también allá el Evangelio, pues para eso he venido”. Y recorrió toda Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando a los demonios.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Comentario:
Jesús distingue perfectamente lo urgente de lo prioritario. Lo urgente, atender a todos los que buscan alivio en sus palabras de liberación, sanación y sabiduría; lo prioritario, anunciar el reino de Dios a todo el pueblo sediento de esperanza. Esa claridad de discernimiento nace de su oración constante, que no le quita tiempo a su ministerio sino que lo alimenta y fortalece. Atrás deja un grupo humano que, como la suegra de Pedro, lo recibe y apoya; adelante, aparece el gran desafío de la misión. Todos los que seguimos a Jesús nos sentimos cautivados por sus palabras y por su estilo de vida; sus prioridades vitales son un referente al cual acudir en nuestro diario discernimiento. La sociedad en la que vivimos nos abruma con infinidad de ofertas distractivas que nos proveen de información inútil y nos crean necesidades superfluas; las palabras y el testimonio de vida de Jesús nos dan la claridad necesaria para distinguir lo prioritario de lo urgente.
Debemos atender las urgencias de cada día, relacionadas con el trabajo, la familia y otras preocupaciones reales; pero no podemos perder de vista lo prioritario: seguir a Jesús y anunciar su mensaje.
No hay comentarios:
Publicar un comentario