Lecturas del Bautismo del Señor. Ciclo B. 09 de Enero, 2012
Para los Lugares donde se celebró ayer la Epifanía del Señor
PRIMERA LECTURA
LECTURA DEL LIBRO DE ISAÍAS 42, 1-4.6-7
Así dice el Señor:
--Mirad a mi siervo, a quien sostengo; mi elegido a quien prefiero. Sobre él he puesto mi espíritu, para que traiga el derecho a las naciones: No gritará, no clamará, no voceará por las calles. La caña cascada no la quebrará, el pábilo vacilante no lo apagará. Promoverá fielmente el derecho, no vacilará ni se quebrará hasta implantar el derecho en la tierra y sus leyes, que esperan las islas. Yo, el Señor, te he llamado con justicia, te he tomado de la mano, te he formado y te he hecho alianza de un pueblo, luz de las naciones. Para que abras los ojos de los ciegos, saques a los cautivos de la prisión, y de la mazmorra a los que habitan en tinieblas.
Palabra de Dios
SALMO RESPONSORIAL
SALMO 28
R.- EL SEÑOR BENDICE A SU PUEBLO CON LA PAZ
Hijos de Dios, aclamad al Señor,
aclamad la gloria del nombre del Señor,
postraos ante el Señor en el atrio sagrado.
R.- EL SEÑOR BENDICE A SU PUEBLO CON LA PAZ
La voz del Señor sobre las aguas,
el Señor sobre las aguas torrenciales.
La voz del Señor es potente,
la voz del Señor es magnifica.
R.- EL SEÑOR BENDICE A SU PUEBLO CON LA PAZ
El Dios de la gloria ha tronado.
El Señor descorteza las selvas.
En su templo un grito unánime: ¡Gloria!
El Señor se siente por encima del aguacero,
el Señor se sienta como rey eterno
R.- EL SEÑOR BENDICE A SU PUEBLO CON LA PAZ
SEGUNDA LECTURA
LECTURA DEL LIBRO DEL HECHO DE LOS APÓSTOLES 10, 34-38
En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo:
-- Está claro que Dios no hace distinciones; acepta al que lo teme y práctica la justicia, sea de la nación que sea. Envió su palabra a los israelitas anunciando la paz que traería Jesucristo, el Señor de todos. Conocéis lo que sucedió en el país de los judíos, cuando Juan predicaba el bautismo, aunque la cosa empezó en Galilea. Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo; porque Dios estaba con él.
Palabra de Dios
ALELUYA Mc 1, 11
Los cielos se abrieron y se oyó la voz del Padre: Este es mi Hijo, el Amado, escuchadle.
EVANGELIO
LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS 1, 7-11
En aquel tiempo proclamaba Juan:
-- Detrás de mí viene el que puede más que yo, y yo no merezco ni agacharme para desatarle las sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero el os bautiza con Espíritu Santo.
Por entonces llegó Jesús desde Nazaret de Galilea a que Juan lo bautizara en el Jordán. Apenas salió del agua, vio rasgarse el cielo y al Espíritu bajar hacia él como una paloma. Se oyó una voz del cielo:
--Tú eres mi hijo amado, mi predilecto.
Palabra del Señor
Comentario:
Para Jesús sentirse “Hijo amado” implica llevar una luz de esperanza a las personas que viven en la angustia y la miseria. Las palabras que Jesús descubre como un llamado de su Padre se las comunica el profeta Isaías en ‘el cántico del siervo’ que parece como primera lectura. Jesús acude al llamado de Juan al igual que una gran parte de Israel; pero, a diferencia de ellos, para Jesús se hace evidente la urgencia de realización de la alianza que Dios ha dejado como testamento de su voluntad, pues como dice Isaías “yo te he llamado para ser alianza del pueblo y luz de las naciones”.
El bautismo de Juan es un llamado a todo el pueblo de Dios para que cambie su manera de pensar y se comprometa en un nuevo estilo de vida. La misión y el llamado de Juan Bautista se ubican en el desierto, símbolo de la peregrinación de Israel. Allí el pueblo de Dios tiene de manera permanente la posibilidad de reencontrarse con Dios y recuperar el ardor de la primera llamada que los condujo de la esclavitud a la tierra prometida.
Juan propone el símbolo del bautismo para representar un cambio en la manera de pensar. La palabra bautismo significa inmersión. El pueblo es sumergido por Juan en las aguas del Jordán para representar el cambio necesario antes de dar el primer paso en la tierra prometida. El pueblo que escucha el llamado de Juan quiere renovarse en las aguas del Jordán y confesar su falta de fidelidad a la alianza que Dios ha hecho con ellos. Ya no serán más un pueblo tranquilizado en su conciencia por los ritos religiosos, sino un grupo humano nuevo, dispuesto a hacer realidad la alianza de Dios.
El bautismo de Jesús va más allá de la inmersión en el agua y se convierte en una unción del Espíritu. Su tarea no va a consistir, como Juan, sólo en un llamado a la conversión, sino en un testimonio de la urgencia y posibilidad de instaurar el Reino de Dios por medio de la conversión al evangelio y la fe en su capacidad de redimir la existencia humana. Al igual que Jesús los cristianos nos descubrimos como hijos amados, predilectos, enviados por el Padre a anunciar el evangelio ante la inminencia del Reino de Dios que ya se acerca. Para cualquier cristiano, el bautismo lo compromete a realizar la misma misión que Jesús se propuso.
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