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viernes, 17 de febrero de 2012
Evangelio del Sabado VI Semana Tiempo Ordinario. Ciclo B. 18 de Febrero, 2012.
Evangelio del Sabado VI Semana Tiempo Ordinario. Ciclo B. 18 de Febrero, 2012.
† Lectura del santo Evangelio según san Marcos (9, 2-13)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús tomó aparte a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con ellos a un monte alto y se transfiguró en su presencia. Sus vestiduras se pusieron esplendorosamente blancas, con una blancura que nadie puede lograr sobre la tierra. Después se les aparecieron Elías y Moisés,conversando con Jesús.
Entonces Pedro le dijo a Jesús:
“Maestro, ¡qué a gusto estamos aquí! Hagamos tres chozas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías”. En realidad no sabía lo que decía, porque estaban asustados.
Se formó entonces una nube, que los cubrió con su sombra, y de esta nube salió una voz que decía: “Este es mi Hijo amado; escúchenlo”. En ese momento miraron alrededor y no vieron a nadie sino a Jesús, que estaba solo con ellos.
Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó que no contaran a nadie lo que habían visto, hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos. Ellos guardaron esto en secreto, pero discutían entre sí qué querría decir eso de “resucitar de entre los muertos”.
Le preguntaron a Jesús:
“¿Por qué dicen los escribas que primero tiene que venir Elías?” El les contestó: “Si fuera cierto que Elías tiene que venir primero y tiene que poner todo en orden, entonces ¿cómo es que está escrito que el Hijo del hombre tiene que padecer mucho y ser despreciado?
Por lo demás, yo les aseguro que Elías ha venido ya y lo trataron a su antojo, como estaba escrito de él”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Comentario:
El episodio de la transfiguración, como el del bautismo, nos descubre que lo esencial de la experiencia espiritual de Jesús radica en el descubrirse como hijo amado del Padre. Tanto la espiritualidad del que lucha contra la idolatría, representada en la figura de Elías, como la espiritualidad del profeta legislador, representada en la figura de Moisés, quedan incluidas en esta nueva espiritualidad filial en la que lo esencial es el amor a la causa del Padre y la escucha traducida en obediencia. La propuesta de las tres tiendas de Pedro queda desplazada por la voz que viene del cielo y que exige el reconocimiento de Jesús como el hijo por excelencia, y la obediencia a él, como respuesta de fe. A Jesús se le comprende en relación con la Ley y los Profetas, es decir, con las enseñanzas del Antiguo Testamento, pero se le acepta en su realidad de ser la voz autorizada de Dios. El ascenso al monte para escuchar el mensaje de Dios es el paso necesario antes de hacer realidad esa experiencia en la vida cotidiana. Jesús nos invita a participar en su transfiguración, pero, al mismo tiempo, a vivir todas las vicisitudes de la vida ordinaria.
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