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miércoles, 15 de febrero de 2012
Ordinario de la Misa: Jueves VI Semana Tiempo Ordinario. Ciclo B. 16 de Febrero, 2012
Ordinario de la Misa: Jueves VI Semana Tiempo Ordinario. Ciclo B. 16 de Febrero, 2012
A los que esperan en ti Señor, concédeles tu paz
Feria de la 6a. semana del Tiempo Ordinario
Señor Dios, qué valioso es tu amor
Antífona de Entrada
A los que esperan en ti Señor, concédeles tu paz, y cumple así las palabras de tus profetas; escúchame, Señor, y atiende a las plegarias de tu pueblo.
Oración Colecta
Oremos:
Míranos, Señor, con ojos de misericordia y haz que experimentemos vivamente tu amor para que podamos servirte con todas nuestras fuerzas.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.
Primera Lectura
Lectura de la carta del apóstol
Santiago (2, 1-9)
Hermanos: Puesto que ustedes tienen fe en nuestro Señor Jesucristo glorificado, no tengan favoritismos.
Supongamos que entran al mismo tiempo en una reunión un hombre con un anillo de oro, lujosamente vestido, y un pobre andrajoso, y que fijan ustedes la mirada en el que lleva el traje elegante y le dicen: “Tú, siéntate aquí, cómodamente”. En cambio le dicen al pobre: “Tú, párate allá o siéntate aquí en el suelo, a mis pies”.¿No es esto tener favoritismos y juzgar con criterios torcidos?
Queridos hermanos, ¿acaso no ha elegido Dios a los pobres de este mundo para hacerlos ricos en la fe y herederos del Reino que prometió a los que lo aman? Ustedes, en cambio, han afrentado al pobre. ¿Acaso no son los ricos los que los oprimen a ustedes, los que los arrastran a los tribunales? ¿No son ellos los que denigran el nombre ilustre que les impusieron a ustedes?
Si cumplen la ley suprema de la Sagrada Escritura: Amarás a tu prójimo como a ti mismo, obran bien; pero si tienen favoritismos, están cometiendo un pecado y esa ley los acusa como transgresores.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial Salmo 33
El Señor escucha
el clamor de los pobres.
Bendeciré al Señor a todas horas, no cesará mi boca de alabarlo. Yo me siento orgulloso del Señor, que se alegre su pueblo al escucharlo.
El Señor escucha
el clamor de los pobres.
Proclamemos la grandeza del Señor y alabemos todos juntos su poder. Cuando acudí al Señor, me hizo caso y me libró de todos mis temores.
El Señor escucha
el clamor de los pobres.
Confía en el Señor y saltarás de gusto, jamás te sentirás decepcionado, porque el Señor escucha el clamor de los pobres y los libra de todas sus
angustias.
El Señor escucha
el clamor de los pobres.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Tus palabras, Señor, son espíritu y vida. Tú tienes palabras de vida eterna.
Aleluya.
Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Marcos (8, 27-33)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se dirigieron a los poblados de Cesarea de Filipo. Por el camino les hizo esta pregunta: “¿Quién dice la gente que soy yo?”
Ellos le contestaron:
“Algunos dicen que eres Juan el Bautista; otros, que Elías; y otros,que alguno de los profetas”.
Entonces él les preguntó:
“Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?” Pedro le respondió: “Tú eres el Mesías”. Y él les ordenó que no se lo dijeran a nadie. Luego se puso a explicarles que era necesario que el Hijo del hombre padeciera mucho, que fuera rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, que fuera entregado a la muerte y resucitara al tercer día.
Todo esto lo dijo con entera claridad. Entonces Pedro se lo llevó aparte y trataba de disuadirlo. Jesús se volvió, y mirando a sus discípulos, reprendió a Pedro con estas palabras: “¡Apártate de mí, Satanás! Porque tú no juzgas según Dios, sino según los hombres”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Comentario:
Las dos preguntas que Jesús plantea a sus discípulos resuenan hoy con más poder: “¿Quién dice la gente que soy yo?, ¿quién dicen ustedes que soy yo?” Con mucha probabilidad el Evangelio según Marcos fue escrito para responder a estas dos preguntas, no en vano ellas ocupan la mitad del evangelio. El texto que las precede nos presenta el episodio de un ciego que gradualmente recupera la visión en la medida en que se deja conducir por Jesús. El episodio siguiente nos planteará el problema de seguir a Jesús asumiendo su causa y preparándose para asumir la cruz que esta opción comporta. En este punto, este evangelio de hoy nos deja claro que, si bien comenzamos reconociendo a Jesús como maestro autorizado y como profeta de los nuevos tiempos, sin embargo, para confesarlo como Mesías necesitamos caminar con Él, comprender su enseñanza y asumir su estilo de vida. La misión que Jesús realiza supera los límites formales de una religión basada en rituales o en el estricto cumplimiento de la Ley. Su propuesta nos exige conversión y fe en su mensaje de salvación. Reconocer a Jesús como ungido, como Cristo, es reconocer en su camino una alternativa que no puede ser ni ignorada ni minimizada.
Oración sobre las Ofrendas
Acepta, Señor, con bondad, los dones y plegarias de tu pueblo y haz que lo que cada uno ofrece en tu honor, ayude a la salvación de todos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio Común I
Restauración universal en Cristo
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo nuestro Señor.
A quien hiciste fundamento de todo y de cuya plenitud quisiste que participáramos todos. El cual, siendo Dios, se anonadó a sí mismo, y por su sangre derramada en la cruz, puso en paz todas las cosas.
Y así, constituido Señor del universo, es fuente de salvación eterna para cuantos creen en él. Por eso, con los ángeles y los arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo…
Antífona de la Comunión
Señor Dios, qué valioso es tu amor. Por eso los hombres se acogen a la sombra de tus alas.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Que la gracia de esta comunión nos transforme, Señor, tan plenamente, que no sea ya nuestro egoísmo, sino tu amor, el que impulse, de ahora en adelante, nuestra vida.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
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