= Jueves 27 de Enero, 2011
El Señor es mi luz y mi salvación
Feria de la 3a. semana del Tiempo Ordinario o memoria libre de santa Ángela de Merici, Virgen
Busquemos a Dios, nuestro Señor
Antífona de Entrada
El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién me hará temblar? Cuando me asaltan mis enemigos, tropiezan y caen.
Oración Colecta
Oremos:
Dios nuestro, de quien todo bien procede, inspíranos propósitos de justicia y santidad y concédenos tu ayuda para poder cumplirlos.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.
Primera Lectura
Lectura de la carta a los
hebreos (10, 19-25)
Hermanos: En virtud de la sangre de Jesucristo tenemos la seguridad de poder entrar en el santuario, porque él nos abrió un camino nuevo y viviente a través del velo, que es su propio cuerpo.Asimismo, en Cristo tenemos un sacerdote incomparable al frente de la casa de Dios.
Acerquémonos, pues, con sinceridad de corazón, con una fe total, limpia la conciencia de toda mancha y purificado el cuerpo por el agua saludable. Mantengámonos inconmovibles en la profesión de nuestra esperanza, porque el que nos hizo las promesas es fiel a su palabra. Estimulémonos mutuamente con el ejemplo al ejercicio de la caridad y las buenas obras.
No abandonemos, como suelen hacerlo algunos, la costumbre de asistir a nuestras asambleas; al contrario, animémonos los unos a los otros, tanto más, cuanto que vemos que el día del Señor se acerca.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial Salmo 23
Busquemos a Dios,
nuestro Señor.
Del Señor es la tierra y lo que ella tiene, el orbe todo y los que en él habitan, pues él lo edificó sobre los mares, él fue quien lo asentó sobre los ríos.
Busquemos a Dios,
nuestro Señor.
¿Quién subirá hasta el monte del Señor? ¿Quién podrá entrar en su recinto santo? El de corazón limpio y manos puras y que no jura en falso.
Busquemos a Dios,
nuestro Señor.
Ese obtendrá la bendición de Dios, y Dios, su salvador, le hará justicia. Esta es la clase de hombres que te buscan y vienen ante ti, Dios de Jacob.
Busquemos a Dios,
nuestro Señor.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Tus palabras, Señor, son una antorcha para mis pasos y una luz en mi sendero.
Aleluya.
Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Marcos (4, 21-25)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud: “¿Acaso se enciende una vela para meterla debajo de una olla o debajo de la cama? ¿No es para ponerla en el candelero? Porque si algo está escondido, es para que se descubra; y si algo se ha ocultado, es para que salga a la luz. El que tenga oídos para oír, que oiga”.
Siguió hablándoles y les dijo:
“Pongan atención a lo que están oyendo. La misma medida que utilicen para tratar a los demás, esa misma se usará para tratarlos a ustedes, y con creces.
Al que tiene, se le dará; pero al que tiene poco, aun eso poco se le quitará”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Reflexión:
La luz es el símbolo más apropiado para hablar de la finalidad del anuncio de la Buena Nueva y de lo que debe ser la comunidad cristiana en el mundo. La Buena Nueva es como una lámpara que se debe poner en un lugar apropiado para que toda la “casa” (la creación, la comunidad) quede iluminada, pueda ver con claridad el misterio de Dios revelado en Jesús y pueda percibir suficientemente los peligros, las ausencias de luz. Es necesario anunciar la Buena Nueva de salvación a toda la humanidad, para que sea escuchada y vivida, celebrada y compartida; no se puede ocultar, pues ella revela el destino final del hombre: vivir plena y dignamente. Quien es partícipe de esta Buena Noticia debe adquirir el compromiso de vivirla y comunicarla; de lo contrario, esta luz, al igual que la semilla en terreno pedregoso, se irá desvaneciendo y morirá. El evangelio de hoy expresa que la mejor manera de mantener encendida la lámpara de la Buena Nueva, de la presencia salvífica de Dios en medio de la comunidad, es a través de una entrega sin medida a los demás; hay que imitar a Dios que se da todo, se ofrece todo para salvar al hombre de la oscuridad.
Oración sobre las Ofrendas
Mira, Señor, con bondad, estos dones que te presentamos humildemente, para que sean gratos a tus ojos y nos hagan crecer en tu amor.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio Común I
Restauración universal en Cristo
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo nuestro Señor.
A quien hiciste fundamento de todo y de cuya plenitud quisiste que participáramos todos. El cual, siendo Dios, se anonadó a sí mismo, y por su sangre derramada en la cruz, puso en paz todas las cosas.Y así, constituido Señor del universo, es fuente de salvación eterna para cuantos creen en él.
Por eso, con los ángeles y los arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo…
Antífona de la Comunión
Señor, tú eres mi amor, mi fuerza y mi refugio, mi liberación y mi ayuda. Tú eres mi Dios.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Que la fuerza redentora de esta Eucaristía nos proteja, Señor, de nuestras malas inclinaciones y nos guíe siempre por el camino de tus mandamientos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
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