Evangelio del Lunes VIII Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 28 de febrero 2011.
Lectura del Santo Evangelio según San Marcos 10,17-27
Gloria a Ti Señor
Vende lo que tienes y sígueme
En aquel tiempo, cuando salía Jesús al camino, se le acercó uno corriendo, se arrodilló y le preguntó: "Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?" Jesús le contestó: "¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie bueno más que Dios. Ya sabes los mandamientos: no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no estafarás, honra a tu padre y a tu madre." Él replicó: "Maestro, todo eso lo he cumplido desde pequeño." Jesús se le quedó mirando con cariño y le dijo: "Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dales el dinero a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo, luego sígueme." A estas palabras, él frunció el ceño y se marchó pesaroso, porque era muy rico.
Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: "¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el reino de Dios!" Los discípulos se extrañaron de estas palabras. Jesús añadió: "Hijos, ¡qué difícil les es entrar en el reino de Dios a los que ponen su confianza en el dinero! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios." Ellos se espantaron y comentaban: "Entonces, ¿quién podrá salvarse?" Jesús se les quedó mirando y les dijo: "Es imposible para los hombres, no para Dios. Dios lo puede todo."
Palabra del Señor
Gloria a Ti Señor Jesús
Reflexión:
El relato de hoy debe ser leído desde el contexto de la subida de Jesús a Jerusalén, camino que deben recorrer los discípulos y todos los que realmente quieran seguirle: Es el camino de la cruz. Precisamente en este recorrido aparece un hombre muy rico que desea seguirle. Por lo que nos dice el texto, este hombre es un buen judío, es piadoso y cumplidor de los mandamientos de Dios, cosa que le permitiría tener la conciencia tranquila y la bendición de Dios (justificando de esta manera sus riquezas); sin embargo, Jesús le hace ver que, para obtener la vida eterna y para poder seguirle, es necesario algo más. No basta con cumplir y ser un buen hombre; no basta con acumular méritos y prácticas religiosas; hace falta lo esencial: la misericordia y la justicia con el prójimo, vender todo y darse todo a los demás; es decir, tener las manos vacías para poder seguir al Maestro y obtener así las riquezas del Reino. Sólo quien es capaz de abrir toda su existencia al amor y a la solidaridad con los hermanos, especialmente con los más pobres, puede comprender y participar del Reino de Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario