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viernes, 4 de marzo de 2011

Oridinario de la Misa. Sábado VIII Semana Tiempo Ordionario. Ciclo A. 05 de marzo 2011

= Sabado 05 de Marzo, 2011
Santa María en Sábado
Memoria libre
Los mandatos del Señor alegran el corazón
Antífona de Entrada
Te aclamamos, santa Madre de Dios, porque has dado a luz al Rey que gobierna cielo y tierra por los siglos de los siglos.
Oración Colecta
Oremos:
Señor, concede a tus hijos gozar siempre de completa salud de alma y cuerpo; y por la intercesión de la gloriosa siempre Virgen María, líbranos de las tristezas de esta vida y concédenos disfrutar de las alegrías eternas.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.

Primera Lectura
Lectura del libro del
Eclesiástico (Sirácide) (51, 17-27)
Te doy gracias y te alabo, Señor, y bendeciré tu nombre para siempre. Desde mi adolescencia, antes de que pudiera pervertirme, decidí buscar abiertamente la sabiduría.
En el templo se la pedí al Señor y hasta el fin de mis días la seguiré buscando. Dio su flor y maduró, como racimo de uvas, y mi corazón puso en ella su alegría.
Mi pie avanzó por el camino recto, pues desde mi juventud seguí sus huellas; tan pronto como le presté oídos, la recibí y obtuve una gran instrucción.
La sabiduría me ha hecho progresar, por eso glorificaré al que me la concedió. Decidí ponerla en práctica, busqué ardorosamente el bien y no quedé defraudado. Luché por ella con toda mi alma, cumpliendo cuidadosamente la ley.
Levanté mis brazos hacia el cielo y deploré conocerla tan poco. Concentré en ella mis anhelos y con un corazón puro la poseí. Desde el principio ella me conquistó, por eso jamás la abandonaré.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 18
Los mandatos del Señor
alegran el corazón.
La ley del Señor es perfecta del todo y reconforta el alma; inmutables son las palabras del Señor y hacen sabioal sencillo.
Los mandatos del Señor
alegran el corazón.
En los mandamientos del Señor hay rectitud y alegría para el corazón; son luz los preceptos del Señor para alumbrar el camino.
Los mandatos del Señor
alegran el corazón.
La voluntad de Dios es santa y para siempre estable; los mandatos del Señor son verdaderos y enteramente justos.
Los mandatos del Señor
alegran el corazón.
Más deseables que el oro y las piedras preciosas las normas del Señor, y más dulces que la miel de un panal que gotea.
Los mandatos del Señor
alegran el corazón.

Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Que la palabra de Cristo habite en ustedes abundantemente. Háganlo todo dando gracias a Dios Padre por medio de Cristo.
Aleluya.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Marcos (11, 27-33)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegaron de nuevo a Jerusalén, y mientras Jesús caminaba por el templo, se le acercaron los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos, y le preguntaron: “¿Con qué autoridad haces todo esto? ¿Quién te ha dado autoridad para actuar así?”
Jesús les respondió: “Les voy a hacer una pregunta. Si me la contestan, yo les diré con qué autoridad hago todo esto. El bautismo de Juan, ¿era cosa de Dios o de los hombres? Contéstenme”.
Ellos se pusieron a razonar entre sí: “Si le decimos que de Dios, nos dirá: ‘Entonces ¿por qué no le creyeron?’, y si le decimos que de los hombres...” Pero, como le tenían miedo a la multitud, pues todos consideraban a Juan como verdadero profeta, le respondieron a Jesús: “No lo sabemos”. Entonces Jesús les replicó: “Pues tampoco yo les diré con qué autoridad hago todo esto”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión:
Autoridad es el poder de hacer obedecer, dar órdenes y tomar decisiones. Los discípulos llamaron a Jesús “Señor”, reconociendo su autoridad. Le dieron el derecho de tomar decisiones sobre sus vidas: les llamó, les envió, les hizo caminar con él por los caminos de Galilea, les obligó a mirar de frente la realidad del sufrimiento del pueblo. Jesús probó su autoridad con sus enseñanzas, transmitiéndoles lo que había oído del Padre. Demostró su autoridad sobre la naturaleza, caminando sobre el mar y multiplicando el pan para el pueblo hambriento. Mostró su autoridad misericordiosa sobre el dolor y la muerte. Expresó su autoridad moral viviendo una vida de total coherencia. Reveló su autoridad espiritual perdonando los pecados y transformando unas vidas marginadas en vidas dignas y útiles. ¿Por qué, entonces, los jefes judíos le cuestionan su autoridad? ¿Qué intereses y privilegios políticos, económicos y religiosos estaba desmantelando Jesús, que las “autoridades” lo cuestionan? Preguntémonos: ¿Reconocemos a Jesús como nuestro Señor y le damos el derecho de gobernar nuestras vidas?
Oración sobre las Ofrendas
Padre lleno de bondad, que nos socorra el inmenso amor de tu Hijo unigénito para que, quien al nacer de la Virgen María, no menoscabó la integridad de la Madre, sino que la consagró, nos libre de nuestras culpas y haga acepta a ti nuestra oblación.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio de Santa María Virgen I
Maternidad de la santísima
Virgen María
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno. Y alabar, bendecir y proclamar tu gloria en la conmemoración de Santa María, siempre virgen: Porque ella concibió a tu único Hijo por obra del Espíritu Santo y sin perder la gloria de su virginidad, hizo brillar sobre el mundo la luz eterna, Jesucristo nuestro Señor.
Por él, los ángeles y los arcángeles y todos los coros celestiales, celebran tu gloria, unidos en común alegría. Permítenos asociarnos a sus voces, cantando humildemente tu alabanza:
Santo, Santo, Santo...

Antífona de la Comunión
Dichosa la Virgen María, que llevó en su seno al Hijo del eterno Padre.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Señor, al recibir el sacramento celestial en esta conmemoración de la santísima Virgen María, te pedimos que nos concedas celebrar dignamente, a imitación suya, el misterio de nuestra redención.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

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