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miércoles, 2 de marzo de 2011

Evangelio del Jueves VIII Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 03 de marzo 2011

Evangelio del Jueves VIII Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 03 de marzo 2011.

† Lectura del santo Evangelio según san Marcos (10, 46-52)
Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó en compañía de sus discípulos y de mucha gente, un ciego, llamado Bartimeo, se hallaba sentado al borde del camino pidiendo limosna. Al oír que el que pasaba era Jesús nazareno, comenzó a gritar: “¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!”
Muchos lo reprendían para que se callara, pero él seguía gritando todavía más fuerte: “¡Hijo de David, ten compasión de mí!”
Jesús se detuvo entonces y dijo: “Llámenlo”. Y llamaron al ciego, diciéndole: “¡Ánimo! Levántate, porque él te llama”. El ciego tiró su manto; de un salto se puso en pie y se acercó a Jesús. Entonces le dijo Jesús:
“¿Qué quieres que haga por ti?”
El ciego le contestó: “Maestro, que pueda ver”. Jesús le dijo: “Vete; tu fe te ha salvado”.
Al momento recobró la vista y comenzó a seguirlo por el camino.

Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión:
Marcos encuadra el camino de Jesús a Jerusalén entre dos cegueras: el ciego de Betsaida (8,22-26) y el ciego de Jericó (10,46-52). En el camino con Jesús se van curando las cegueras. Hay ciegos que no quieren ver porque no les conviene. Pero hay ciegos que no pueden ver por condicionamientos de educación, prejuicios, cultura. Bartimeo estaba ciego, también espiritualmente, por la Ley y por la institución judía, que se encargaba de volver ciega a la gente y dejarla luego postrada a la orilla del camino. Por eso el ciego sigue llamando a Jesús con ese título que a Jesús no le gustaba: Hijo de David. Pero Bartimeo quería ver. ¡Ojalá como él descubramos la oportunidad de abrir los ojos y de seguir a Jesús en su camino! Escucharemos como Bartimeo las palabras que nos llaman a la responsabilidad de nuestra propia curación: Tu fe te ha salvado. ¡Ojalá que, como él, nos volvamos discípulos del Maestro y de su camino de fe, solidaridad, servicio y justicia! Debemos preguntarnos: ¿Somos ciegos porque nos conviene y queremos seguir así o, como Bartimeo, sinceramente queremos ver?

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