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martes, 15 de marzo de 2011

Ordinario de la Misa. Antífonas, Oraciones, Pf. de Cuaresma, Propios. Miércoles I Semana de Cuaresma. Ciclo A. 16 de marzo 2011

Miercoles 16 de Marzo, 2011
Crea en mí, Señor, un corazón puro
Feria de la 1a. semana de Cuaresma
Señor, apiádate de mí y olvida mis ofensas
Antífona de Entrada
Recuerda, Señor, que tu ternura y tu misericordia son eternas y no permitas que nos derrote el enemigo. Sálvanos, Dios de Israel, de todas nuestras angustias.
Oración Colecta
Oremos:
Mira, Señor, con bondad a tu pueblo, que con fervor desea entregarse más a ti y concédele que la práctica de las buenas obras renueve su alma, ya que con sus privaciones se esfuerza por dominar su cuerpo.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.
Primera Lectura
Lectura del libro del profeta
Jonás (3, 1-10)
En aquellos días, el Señor volvió a hablar a Jonás y le dijo: “Levántate y vete a Nínive, la gran capital, para anunciar ahí el mensaje que te voy a indicar”.
Se levantó Jonás y se fue a Nínive, como le había mandado el Señor. Nínive era una ciudad enorme: hacían falta tres días para recorrerla. Jonás caminó por la ciudad durante un día, pregonando: “Dentro de cuarenta días Nínive será destruida”.
Los ninivitas creyeron en Dios, ordenaron un ayuno y se vistieron de sayal, grandes y pequeños. Llegó la noticia al rey de Nínive, que se levantó del trono, se quitó el manto, se vistió de sayal, se sentó sobre ceniza y en nombre suyo y de sus ministros, mandó proclamar en Nínive el siguiente decreto: “Que hombres y animales, vacas y ovejas, no prueben bocado, que no pasten ni beban; que todos se vistan de sayal e invoquen con fervor a Dios y que cada uno se arrepienta de su mala vida y deje de cometer injusticias. Quizá Dios se arrepienta y nos perdone, aplaque el incendio de su ira y así no moriremos”.
Cuando Dios vio sus obras y cómo se convertían de su mala vida, cambió de parecer y no les mandó el castigo que había determinado imponerles.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial Salmo 50
A un corazón contrito, Señor, no lo desprecias.
Por tu inmensa compasión y misericordia, Señor, apiádate de mí y olvida mis ofensas. Lávame bien de todos mis delitos y purifícame de mis pecados.
A un corazón contrito, Señor, no lo desprecias.
Crea en mí, Señor, un corazón puro, un espíritu nuevo para cumplir tus mandamientos. No me arrojes, Señor, lejos de ti, ni retires de mí tu santo espíritu.
A un corazón contrito, Señor, no lo desprecias.
Tú, Señor, no te complaces en los sacrificios y si te ofreciera un holocausto, no te agradaría. Un corazón contrito te presento y a un corazón contrito, tú nunca lo desprecias.
A un corazón contrito, Señor, no lo desprecias.
Aclamación antes del Evangelio
Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Todavía es tiempo, dice el Señor. Arrepiéntanse de todo corazón y vuélvanse a mi, que soy compasivo y misericordioso.
Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Lucas (11, 29-32)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, la multitud se apiñaba alrededor de Jesús y éste comenzó a decirles: “La gente de este tiempo es una gente perversa. Pide una señal, pero no se le dará más señal que la de Jonás. Pues así como Jonás fue una señal para los habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del hombre para la gente de este tiempo.
Cuando sean juzgados los hombres de este tiempo, la reina del sur se levantará el día del juicio para condenarlos, porque ella vino desde los últimos rincones de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón.
Cuando sea juzgada la gente de este tiempo, los hombres de Nínive se levantarán el día del juicio para condenarla, porque ellos se convirtieron con la predicación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Reflexión:
Cuando no podemos conectarnos a internet, decimos: No hay señal, no hay conexión. Entre Jesús y su generación no había conexión. Pedían señales y signos. También a nosotros nos falta fe en Jesús y en su proyecto, que crece en lo pequeño y madura en la perseverancia fiel y sincera. Porque no podíamos ver a Dios, él se hizo hombre y unificó en Jesús lo que vemos y lo que creemos. Jesús es la mayor Señal del Padre. Él supera a Jonás y a Salomón. Su muerte y resurrección será el signo de la fidelidad del Padre a todo lo que él hizo para inaugurar su Reino en nuestra historia. Pero la generación de Jesús, con el cerebro lavado por el ritualismo y la religión de la retribución, no supo ver los signos de Dios en Jesús. Hoy vemos a muchos cristianos buscando milagros y signos espectaculares. ¿Qué o quién nos lavó el cerebro? ¿Qué o quién nos volvió ciegos al evangelio? Y ¿cómo nos libraremos de la terrible amenaza de no haber sabido ver, en la entrega servicial de Jesús, el Rostro de Dios?
Oración sobre las Ofrendas
Te presentamos, Señor, este pan y este vino que tú mismo nos has dado para que te los ofreciéramos, a fin de que, al convertirlos tú en el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, nos obtengan la salvación eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio de Cuaresma I
Significado espiritual de la Cuaresma
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo nuestro Señor. Por Él concedes a tus hijos anhelar, año tras año, con el gozo de habernos purificado, la solemnidad de la Pascua, para que dedicados con mayor entrega a la alabanza divina y al amor fraterno, por la celebración de los misterios que nos dieron nueva vida, lleguemos a ser con plenitud hijos de Dios.
Por eso, con los ángeles y los arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo...
Antífona de la Comunión
Que se alegren, Señor, cuantos en ti confían, que se regocijen eternamente porque tú estás con ellos.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Tú, Señor, que no cesas de invitarnos a tu mesa, concédenos que la recepción de este sacramento sea para nosotros fuente de vida eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

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