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viernes, 18 de marzo de 2011

Oridnario de la Misa. Antífonas, Oraciones, Lecturas y Propios. Sábado I Semana de Cuaresma. Ciclo A. 19 de marzo 2011

Sabado 19 de Marzo, 2011
San José, Esposo de la Virgen María
Solemnidad
Yo tengo mi confianza en ti, Señor
Tú eres mi padre, el Dios que me protege
Antífona de Entrada
Celebremos con alegría la fiesta de san José, el siervo prudente y fiel, a quien el Señor puso al frente de su familia.
Se dice Gloria.
Oración Colecta
Oremos:
Dios todopoderoso, que quisiste poner bajo la protección de san José el nacimiento y la infancia de nuestro Redentor, concédele a tu Iglesia proseguir y llevar a término, bajo su patrocinio, la obra de la redención humana.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.
Primera Lectura
Lectura del segundo libro de
Samuel (7, 4-5. 12-14. 16)
En aquellos días, el Señor le habló al profeta Natán y le dijo:
“Ve y dile a mi siervo David que el Señor le manda decir esto: ‘Cuando tus días se hayan cumplido y descanses para siempre con tus padres, engrandeceré a tu hijo, sangre de tu sangre, y consolidaré su reino.
El me construirá una casa y yo consolidaré su trono para siempre. Yo seré para él un padre y él será para mí un hijo. Tu casa y tu reino permanecerán para siempre ante mí, y tu trono será estable eternamente’ ”.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial Salmo 88
Su descendencia perdurará eternamente.
Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor y daré a conocer que su fidelidad es eterna, pues el Señor ha dicho: “Mi amor es para siempre y mi lealtad, más firme que los cielos.
Su descendencia perdurará
eternamente.
Un juramento hice a David, mi servidor, una alianza pacté con mi elegido: ‘Consolidaré tu dinastía para siempre y afianzaré tu trono eternamente’.
Su descendencia perdurará
eternamente.
El me podrá decir:
‘Tú eres mi padre, el Dios que me protege y que me salva’. Yo jamás le retiraré mi amor ni violaré el juramento que le hice”.
Su descendencia perdurará
eternamente.
Segunda Lectura
Lectura de la carta del apóstol
san Pablo a los romanos
(4, 13. 16-18. 22)
Hermanos: La promesa que Dios hizo a Abraham y a sus descendientes, de que ellos heredarían el mundo, no dependía de la observancia de la ley, sino de la justificación obtenida mediante la fe. En esta forma, por medio de la fe, que es gratuita, queda asegurada la promesa para todos sus descendientes, no sólo para aquellos que cumplen la ley, sino también para todos los que tienen la fe de Abraham. Entonces, él es padre de todos nosotros, como dice la Escritura: Te he constituido padre de todos los pueblos.
Así pues, Abraham es nuestro padre delante de aquel Dios en quien creyó y que da la vida a los muertos y llama a la existencia a las cosas que todavía no existen. El, esperando contra toda esperanza, creyó que habría de ser padre de muchos pueblos, conforme a lo que Dios le había prometido: Así de numerosa será tu descendencia. Por eso, Dios le acreditó esta fe como justicia.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Aclamación antes del Evangelio
Honor y gloria a ti,
Señor Jesús.
Dichosos los que viven en tu casa; siempre, Señor, te alabarán.
Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Mateo
(1, 16. 18-21. 24)
Gloria a ti, Señor.
Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo.
Cristo vino al mundo de la siguiente manera: Estando María, su madre, desposada con José y antes de que vivieran juntos, sucedió que ella, por obra del Espíritu Santo, estaba esperando un hijo. José, su esposo, que era hombre justo, no queriendo ponerla en evidencia, pensó dejarla en secreto.
Mientras pensaba en estas cosas, un ángel del Señor le dijo en sueños: “José, hijo de David, no dudes en recibir en tu casa a María, tu esposa, porque ella ha concebido por obra del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados”.
Cuando José despertó de aquel sueño, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Reflexión:
“En el vientre de María el Verbo se hizo carne; en el taller de José el Verbo se hizo clase” (Pedro Casaldáliga). Junto a José, hombre bueno, honrado y trabajador, Jesús creció y aprendió a ganarse el pan de cada día. Cuando a los doce años el inquieto adolescente de Nazaret andaba buscando su propia identidad, José sufrió en silencio y ocultó su propio desasosiego para no inquietar más a María. Cuando lo encontraron en el Templo, no le hizo ningún reproche. Sólo habló María en nombre de los dos. Y él guardó silencio. Imagino las manos callosas de José acariciando a Jesús o enseñándole a rezar el “Shema”: "Escucha, oh Israel, el Señor es nuestro Dios, el Señor es Uno". José, como buen padre, educador formidable de Jesús. -- Uno de los grandes males de nuestros días es la falta de responsabilidad de los varones frente a los hijos que engendran. Se necesitan dos para engendrar un hijo. También se necesitan dos para su desarrollo. Que la fiesta de San José ayude a despertar la responsabilidad de los papás y les ayude en la difícil tarea de educar, sostener y mantener una familia.
Se dice Credo.
Oración de los Fieles
Celebrante:
Invoquemos a Dios, que confió a San José la custodia de su Hijo, y pidámosle que por su intercesión escuche lo que con fe queremos pedirle.
Digamos:
Te rogamos, óyenos.
Para que la Iglesia del nuevo milenio cristiano sea como San José, fiel custodia, de los misterios del Verbo de Dios y para que se vea enriquecida con la constante intercesión del esposo de la Virgen María.
Oremos al Señor.
Te rogamos, óyenos.
Para que San José, que fue un trabajador fiel y un padre ejemplar, consiga de Dios que a nadie falte trabajo e interceda por los que deben mantener y educar una familia.
Oremos al Señor.
Te rogamos, óyenos.
Para que mirando a San José, que supo contemplar al Hijo de Dios, muchos jóvenes fijen su mirada en Jesucristo que los ama, y lo sigan con generosidad: pidamos especialmente por los seminaristas y por los que los acompañan en su formación.
Oremos al Señor.
Te rogamos, óyenos.
Para que quienes hoy celebran su onomástico, a ejemplo de su santo, vivan con sencillez de corazón y con deseo de los bienes eternos, sean fieles custodios de la fe que han recibido y gocen un día de la felicidad eterna de Dios.
Oremos al Señor.
Te rogamos, óyenos.
paz.
Oremos al Señor.
Te rogamos, óyenos.
Para que al celebrar esta Eucaristía dejemos que Dios avive nuestra fe y nos haga testigos de su amor para nuestros hermanos.
Oremos al Señor.
Te rogamos, óyenos.
Celebrante:
Ayúdanos, Señor, y ya que en nombre de San José, fiel custodio de tu Verbo encarnado, te hemos suplicado, no permitas que nunca nos apartemos de Ti, antes bien danos tu luz y tu verdad para permanecer atentos a tu voz y dóciles en tu servicio.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.
Oración sobre las Ofrendas
Concédenos, Señor, celebrar esta Eucaristía con el mismo amor y pureza de corazón con que se entregó san José a servir a tu Hijo unigénito, nacido de la Virgen María.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio de San José
Misión de san José
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno. Y alabar, bendecir y proclamar tu gloria en la solemnidad de san José, el hombre justo que diste por esposo a la Virgen Madre de Dios, el fiel y prudente servidor a quien constituiste jefe de tu familia para que, haciendo las veces de padre, cuidara a tu Hijo unigénito, concebido por obra del Espíritu Santo, Jesucristo nuestro Señor.
Por él, los ángeles y los arcángeles, y todos los coros celestiales celebran tu gloria, unidos en común alegría. Permítenos asociarnos a sus voces cantando humildemente tu alabanza:
Santo, Santo, Santo...
Antífona de la Comunión
Alégrate siervo bueno y fiel. Entra a compartir el gozo de tu Señor.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Señor, protege sin cesar a esta familia tuya que se alegra hoy al celebrar la festividad de san José, y conserva en ella la vida de la gracia que le has comunicado por medio de la Eucaristía.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

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