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lunes, 28 de marzo de 2011

Ordinario de la Misa: Antífonas, Oraciones, Lecturas y Propios. Martes III Semana de Cuaresma. Ciclo A. 29 de marzo 2011

Martes 29 de Marzo, 2011
Yo te invoco porque tú me respondes, Dios mío
Feria de la 3a. semana de Cuaresma
Todavía es tiempo, dice el Señor, arrepiéntanse
Antífona de Entrada
Yo te invoco porque tú me respondes, Dios mío; atiéndeme y escucha mis palabras. Cuídame como a la niña de tus ojos y cúbreme bajo la sombra de tus alas.
Oración Colecta
Oremos:
Que tu gracia, Señor, nos acompañe, para que nos impulse a entregarnos a tu servicio y nos obtenga siempre tu ayuda.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.

Primera Lectura
Lectura del libro del profeta
Daniel (3, 25. 34-43)
En aquel tiempo, Azarías oró al Señor, diciendo: “Señor, Dios nuestro, no nos abandones nunca; por el honor de tu nombre no rompas tu alianza; no apartes de nosotros tu misericordia, por Abraham, tu amigo, por Isaac, tu siervo, por Jacob, tu santo, a quienes prometiste multiplicar su descendencia, como las estrellas del cielo y las arenas de la playa.
Pero ahora, Señor, nos vemos empequeñecidos frente a los demás pueblos y estamos humillados por toda la tierra, a causa de nuestros pecados. Ahora no tenemos príncipe ni jefe ni profeta; ni holocausto ni sacrificio ni ofrenda ni incienso; ni lugar donde ofrecerte las primicias y alcanzar misericordia.
Por eso, acepta nuestro corazón adolorido y nuestro espíritu humillado, como un sacrificio de carneros y toros, como un millar de corderos cebados. Que ése sea hoy nuestro sacrificio y que sea perfecto en tu presencia, porque los que en ti confían no quedan defraudados.
Ahora te seguiremos de todo corazón; te respetamos y queremos encontrarte; no nos dejes defraudados. Trátanos según tu clemencia y tu abundante misericordia. Sálvanos con tus prodigios y da gloria a tu nombre”.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 24
Sálvanos, Señor,
tú que eres misericordioso.
Descúbrenos, Señor, tus caminos, guíanos con la verdad de tu doctrina. Tú eres nuestro Dios y salvador y tenemos en ti nuestra esperanza.
Sálvanos, Señor,
tú que eres misericordioso.
Acuérdate, Señor, que son eternos tu amor y tu ternura. Según ese amor y esa ternura, acuérdate de nosotros.
Sálvanos, Señor,
tú que eres misericordioso.
Porque el Señor es recto y bondadoso, indica a los pecadores el sendero, guía por la senda recta a los humildes y descubre a los pobres sus caminos.
Sálvanos, Señor,
tú que eres misericordioso.

Aclamación antes del Evangelio
Honor y gloria a ti,
Señor Jesús.
Todavía es tiempo, dice el Señor. Arrepiéntanse de todo corazón y vuélvanse a mí, que soy compasivo y misericordioso.
Honor y gloria a ti,
Señor Jesús.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Mateo (18, 21-35)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Pedro se acercó a Jesús y le preguntó:
“Si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces tengo que perdonarlo? ¿Hasta siete veces?” Jesús le contestó:
“No sólo hasta siete, sino hasta setenta veces siete”.
Entonces Jesús les dijo:
“El Reino de los cielos es semejante a un rey que quiso ajustar cuentas con sus servidores. El primero que le presentaron le debía muchos millones. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él, a su mujer, a sus hijos y todas sus posesiones, para saldar la deuda. El servidor, arrojándose a sus pies, le suplicaba, diciendo: ‘Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo’.El rey tuvo lástima de aquel servidor, lo soltó y hasta le perdonó la deuda.
Pero, apenas había salido aquel servidor, se encontró con uno de sus compañeros, que le debía poco dinero. Entonces lo agarró por el cuello y casi lo estrangulaba, mientras le decía: ‘Págame lo que me debes’. El compañero se le arrodilló y le rogaba: ‘Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo’. Pero el otro no quiso escucharlo, sino que fue y lo metió en la cárcel hasta que le pagara la deuda.
Al ver lo ocurrido, sus compañeros se llenaron de indignación y fueron a contar al rey lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo:
‘Siervo malvado. Te perdoné toda aquella deuda porque me lo suplicaste. ¿No debías tú también haber tenido compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?’ Y el señor, encolerizado, lo entregó a los verdugos para que no lo soltaran hasta que pagara lo que debía.
Pues lo mismo hará mi Padre celestial con ustedes, si cada cual no perdona de corazón a su hermano”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión:
Según Pablo Freire, el oprimido tiene incrustada en su interior la figura del opresor. Critica y teme al opresor, pero, a la primera de cambio, lo imita. El siervo inmisericorde actúa con su compañero lo mismo que temía que el amo actuara con él. Pero la parábola de Jesús no está hablando de cualquier amo, sino del Padre misericordioso, capaz de perdonar los pecados más profundos y las deudas más inmensas. Él es capaz de un amor y un perdón que no lleva cuenta de las faltas, que no está acechando al pecador para castigarlo. Si entendiéramos esto, tal vez nos sería más fácil empezar a perdonar, a perdonarnos a nosotros mismos y a pedir perdón. Nuestra fe en el Padre perdonador, gratuitamente dadivoso y compasivo, nos lleva a sentir la urgencia de vivir el perdón como algo profundamente enraizado en ella. Sin perdón no hay fe auténtica en Dios ni en el hermano. Solamente si cultivamos la grandeza de pedir perdón y aprendemos a dar el perdón al estilo de Dios, con corazón grande, podremos liberarnos del miedo, de la imagen del opresor que tenemos dentro, y empezar a ser verdaderamente humanos, como Jesús.


Oración sobre las Ofrendas
Que este sacrificio que vamos a ofrecerte nos purifique, Señor, de nuestros pecados y nos obtenga la ayuda de tu poder.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio de Cuaresma II
La penitencia de espíritu
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno. Porque misericordiosamente estableciste este tiempo especial de gracia para que tus hijos busquen de nuevo la pureza del corazón y así, libres de todo afecto desordenado, de tal manera se apliquen a las realidades transitorias, que más bien pongan su corazón en las que duran para siempre.
Por eso, con los ángeles y los arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria.
Santo, Santo, Santo...

Antífona de la Comunión
Señor ¿quién puede hospedarse en tu casa y descansar en tu monte santo? El que procede honradamente y practica la justicia.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Que nuestra participación en este misterio, renueve, Señor, toda nuestra vida y nos alcance tu perdón y tu ayuda.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

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