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domingo, 31 de julio de 2011

Lecturas del Lunes XVIII Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 1ro. de Agosto 2011

Lecturas del Lunes XVIII Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 1ro. de Agosto 2011
Lectura del Libro de Los Números 11,4b-15
Yo solo no puedo cargar con este pueblo
En aquellos días, los israelitas dijeron: "¡Quién pudiera comer carne! Cómo nos acordamos del pescado que comíamos gratis en Egipto, y de los pepinos y melones y puerros y cebollas y ajos. Pero ahora se nos quita el apetito de no ver más que maná." El maná se parecía a semilla de coriandro con color de bedelio; el pueblo se dispersaba a recogerlo, lo molían en el molino o lo machacaban con el almirez, lo cocían en la olla y hacían con ello hogazas que sabían a pan de aceite. Por la noche caía el rocío en el campamento y, encima de él, el maná.
Moisés oyó cómo el pueblo, familia por familia, lloraba, cada uno a la entrada de su tienda, provocando la ira del Señor; y disgustado, dijo al Señor: "¿Por qué tratas mal a tu siervo y no le concedes tu favor, sino que le haces cargar con todo este pueblo? ¿He concebido yo a todo este pueblo o lo he dado a luz, para que me digas: "Coge en brazos a este pueblo, como una nodriza a la criatura, y llévalo a la tierra que prometí a sus padres"? ¿De dónde sacaré pan para repartirlo a todo el pueblo? Vienen a mí llorando: "Danos de comer carne". Yo solo no puedo cargar con todo este pueblo, pues supera mis fuerzas. Si me vas a tratar así, más vale que me hagas morir; concédeme este favor, y no tendré que pasar tales penas."
Palabra de Dios
Te Alabamos Señor
Salmo responsorial: 80
Aclamad a Dios, nuestra fuerza.

Mi pueblo no escuchó mi voz, / Israel no quiso obedecer: / los entregué a su corazón obstinado, / para que anduviesen según sus antojos.

R. Aclamad a Dios, nuestra fuerza.

¡Ojalá me escuchase mi pueblo / y caminase Israel por mi camino!: / en un momento humillaría a sus enemigos / y volvería mi mano contra sus adversarios.

R. Aclamad a Dios, nuestra fuerza.

Los que aborrecen al Señor te adularían, / y su suerte quedaría fijada; / te alimentaría con flor de harina, / te saciaría con miel silvestre.

R. Aclamad a Dios, nuestra fuerza.
Lectura del Santo Evangelio según San Mateo 14,13-21
Gloria a ti, Señor
Alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición y dio los panes a los discípulos; los discípulos se los dieron a la gente
En aquel tiempo, al enterarse Jesús de la muerte de Juan, el Bautista, se marchó de allí en barca, a un sitio tranquilo y apartado. Al saberlo la gente, lo siguió por tierra desde los pueblos. Al desembarcar, vio Jesús el gentío, le dio lástima y curó a los enfermos. Como se hizo tarde, se acercaron los discípulos a decirle: "Estamos en despoblado y es muy tarde, despide a la multitud para que vayan a las aldeas y se compren de comer." Jesús les replicó: "No hace falta que vayan, dadles vosotros de comer." Ellos le replicaron: "Si aquí no tenemos más que cinco panes y dos peces." Les dijo: "Traédmelos." Mandó a la gente que se recostara en la hierba y, tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos; los discípulos se los dieron a la gente. Comieron todos hasta quedar satisfechos y recogieron doce cestos llenos de sobras. Comieron unos cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños.
Palabra del Señor
Gloria a ti, Señor Jesús
Reflexión:
Jesús se aleja de los centros urbanos al enterarse de la atroz muerte de Juan Bautista, pero las multitudes le siguen. Jesús sana a los enfermos que se suman a la multitud. Así da cumplimiento a un propósito que ha asumido y que ha compartido con la comunidad que camina en pos de él (cf. Mt 9,36). Propósito que ha comenzado con la comunicación de la palabra, la misión compartida, la lucha solidaria contra el mal y la asunción de la responsabilidad pastoral. En este episodio la comunidad (Jesús y discípulos más cercanos) amplía sus límites en el momento en que el mismo Jesús comienza a compartir su propio alimento, de modo que se solidarizan con el pueblo de Israel, que busca el camino del Señor con sincero corazón. El alimento compartido es escaso, sin embargo la bendición que se imparte al comenzar la cena y la generosidad al repartirlo hacen que sea abundante. La precariedad de recursos no es un obstáculo ni para seguir a Jesús ni para hacer realidad su propuesta. Los doce canastos llenos de sobras simbolizan la eficacia de esa acción profética de Jesús, que convierte la escasez en una ocasión para la solidaridad.

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