Oficio Divino: Tiempo Ordinario. Ciclo A. 01 DE AGOSTO 2011
LUNES DE LA SEMANA XVIII
Del Común de pastores para un santo obispo y del Común de doctores de la Iglesia. Salterio II.
OFICIO DE LECTURA (6:00); LAUDES (7:00); TERCIA (9:00); SEXTA (12:00); NONA (15:00); VISPERAS (19:00); COMPLETAS (22:00
SAN ALFONSO MARÍA DE LIGORIO, obispo y doctor de la Iglesia. (MEMORIA)
Nació en Nápoles el año 1696; obtuvo el doctorado en ambos derechos, recibió la ordenación sacerdotal e instituyó la Congregación llamada del Santísimo Redentor. Para fomentar la vida cristiana en el pueblo, se dedicó a la predicación y a la publicación de diversas obras, sobre todo de teología moral, materia en la que es considerado un auténtico maestro. Fue elegido obispo de Sant' Agata de' Goti, pero algunos años después renunció a dicho cargo y murió entre los suyos, en Pagami, cerca de Nápoles, el año 1787.
OFICIO DE LECTURA
Si el Oficio de Lectura es la primera oración del día:
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:
Ant. Venid, adoremos al Señor, fuente de la sabiduría.
Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora:
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: HONDO SABER DE DIOS FUE VUESTRA CIENCIA
Hondo saber de Dios fue vuestra ciencia.
su espíritu de verdad os dio a beberla
en la Revelación, que es su presencia
en velos de palabra siempre nueva.
Abristeis el camino para hallarla
a todo el que de Dios hambre tenía,
palabra del Señor que, al contemplarla,
enciende nuestras luces que iluminan.
Saber de Dios en vida convertido
es la virtud del justo, que, a su tiempo,
si Dios le dio la luz, fue lo debido
que fuera su verdad, su pensamiento.
Demos gracias a Dios humildemente,
y al Hijo, su verdad que a todos guía,
dejemos que su Luz, faro esplendente,
nos guíe por el mar de nuestra vida. Amén.
SALMODIA
Ant. 1. Inclina, Señor, tu oído hacia mí; ven a librarme.
Salmo 30 I - SÚPLICA CONFIADA Y ACCIÓN DE GRACIAS.
A ti, Señor, me acojo:
no quede yo nunca defraudado;
tú, que eres justo, ponme a salvo,
inclina tu oído hacia mí;
ven aprisa a librarme,
sé la roca de mi refugio,
un baluarte donde me salve,
tú que eres mi roca y mi baluarte;
por tu nombre dirígeme y guíame:
sácame de la red que me han tendido,
porque tú eres mi amparo.
En tus manos encomiendo mi espíritu:
tú, el Dios leal, me librarás;
tú aborreces a los que veneran ídolos inertes,
pero yo confío en el Señor;
tu misericordia sea mi gozo y mi alegría.
Te has fijado en mi aflicción,
velas por mi vida en peligro;
no me has entregado en manos del enemigo,
has puesto mis pies en un camino ancho.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Inclina, Señor, tu oído hacia mí; ven a librarme.
Ant. 2. Haz brillar, Señor, tu rostro sobre tu siervo.
Salmo 30 II
Piedad, Señor, que estoy en peligro:
se consumen de dolor mis ojos,
mi garganta y mis entrañas.
Mi vida se gasta en el dolor;
mis años, en los gemidos;
mi vigor decae con las penas,
mis huesos se consumen.
Soy la burla de todos mis enemigos,
la irrisión de mis vecinos,
el espanto de mis conocidos:
me ven por la calle y escapan de mí.
Me han olvidado como a un muerto,
me han desechado como a un cacharro inútil.
Oigo las burlas de la gente,
y todo me da miedo;
se conjuran contra mí
y traman quitarme la vida.
Pero yo confío en ti, Señor,
te digo: «Tú eres mi Dios.»
En tu mano está mi destino:
líbrame de los enemigos que me persiguen;
haz brillar tu rostro sobre tu siervo,
sálvame por tu misericordia.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Haz brillar, Señor, tu rostro sobre tu siervo.
Ant. 3. Bendito sea el Señor, que ha hecho por mí prodigios de misericordia.
Salmo 30 III
¡Qué bondad tan grande, Señor,
reservas para tus fieles,
y concedes a los que a ti se acogen
a la vista de todos!
En el asilo de tu presencia los escondes
de las conjuras humanas;
los ocultas en tu tabernáculo,
frente a las lenguas pendencieras.
Bendito el Señor, que ha hecho por mí
prodigios de misericordia
en la ciudad amurallada.
Yo decía en mi ansiedad:
«Me has arrojado de tu vista»;
pero tú escuchaste mi voz suplicante
cuando yo te gritaba.
Amad al Señor, fieles suyos;
el Señor guarda a sus leales,
y a los soberbios les paga con creces.
Sed fuertes y valientes de corazón
los que esperáis en el Señor.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Bendito sea el Señor, que ha hecho por mí prodigios de misericordia.
V. Enséñame, Señor, a caminar con lealtad.
R. Porque tú eres mi Dios y Salvador.
PRIMERA LECTURA
Del primer libro de los Reyes 21, 1-21. 27-29
ELÍAS DEFENSOR DE LA JUSTICIA PARA CON LOS POBRES
En aquel tiempo, Nabot de Yizreel tenía una viña junto al palacio de Ajab, rey de Samaria, y Ajab habló a Nabot, diciendo:
«Dame tu viña para que me sirva de huerto para hortalizas, ya que está contigua a mi casa, y yo te daré por ella una viña mejor que ésta, o si parece bien a tus ojos te daré su precio en dinero.»
Respondió Nabot a Ajab:
«Líbreme el Señor de darte la herencia de mis padres.»
Se fue Ajab a su casa triste e irritado por la palabra que le dijo Nabot de Yizreel:
«No te daré la heredad de mis padres.»
Se acostó en su lecho, volvió su rostro y no quiso comer. Vino hacia él su mujer, Jezabel, y le habló:
«¿Porqué está triste tu espíritu y por qué no quieres comer?»
El le respondió:
«Porque he hablado con Nabot de Yizreel y le he dicho: "Dame tu viña por dinero o, si lo prefieres, te daré una viña a cambio", y me dijo: "No te daré mi viña."»
Su mujer, Jezabel, le dijo:
«¿Y eres tú el que ejerces la realeza en Israel? Levántate, come y alégrate. Yo te daré la viña de Nabot de Yizreel.»
Entonces ella escribió cartas en nombre de Ajab y las selló con su sello, y envió las cartas a los ancianos y notables que vivían junto a Nabot. En las cartas había escrito:
«Proclamad un ayuno y haced sentar a Nabot a la cabeza del pueblo. Haced que se sienten frente a él dos malvados que lo acusarán diciendo: "Has maldecido a Dios y al rey", y lo sacaréis y lo apedrearéis para que muera.»
Los hombres de la ciudad, los ancianos y notables que vivían junto a Nabot en su ciudad, hicieron lo que Jezabel les había mandado, de acuerdo con lo escrito en las cartas que les había remitido. Proclamaron un ayuno e hicieron sentar a Nabot a la cabeza del pueblo. Llegaron los dos malvados, se sentaron frente a él y lo acusaron delante del pueblo, diciendo:
«Nabot ha maldecido a Dios y al rey.»
Lo sacaron fuera de la ciudad, lo apedrearon y murió. En seguida enviaron a decir a Jezabel:
«Nabot ha sido apedreado y ha muerto.»
Cuando Jezabel oyó que Nabot había sido apedreado y muerto, dijo a Ajab:
«Levántate, toma posesión de la viña de Nabot, el de Yizreel, el que se negó a dártela por dinero, pues Nabot ya no vive, ha muerto.»
Apenas oyó Ajab que Nabot había muerto, se levantó y bajó a la viña de Nabot, el de Yizreel, para tomar posesión de ella. Entonces fue dirigida la palabra del Señor a Elías tesbita, de esta manera:
«Levántate, baja al encuentro de Ajab, rey de Israel, que está en Samaria. Está en la viña de Nabot, a donde ha bajado para apropiársela. Le hablarás de esta manera: "Así habla el Señor: Has asesinado ¿y además usurpas?" Luego le dirás: "Por esto, así habla el Señor: En el mismo lugar en que los perros han lamido la sangre de Nabot, lamerán también los perros tu propia sangre."»
Ajab dijo a Elías:
«Has vuelto a encontrarme, enemigo mío.» Respondió:
«Te he vuelto a encontrar porque te has vendido para hacer el mal a los ojos del Señor. Yo mismo voy a traer el mal sobre ti y voy a barrer tu posteridad y a exterminar todo varón de los de Ajab, libre o esclavo, en Israel.»
Cuando Ajab oyó estas palabras desgarró sus vestidos y se puso un saco sobre su carne, ayunó y se acostaba con el cilicio puesto; y caminaba abatido. Entonces fue dirigida la palabra del Señor a Elías tesbita, diciéndole:
«¿Has visto cómo Ajab se ha humillado en mi presencia? Por haberse humillado en mi presencia, no traeré el mal en vida suya; en vida de su hijo traeré el mal sobre su casa.»
RESPONSORIO St 4, 8. 9. 10; 5, 6
R. Purificad, pecadores, vuestras manos; lavad vuestros corazones, los que obráis con doblez. * Llorad y lamentaos, humillaos en la presencia del Señor.
V. Habéis condenado al justo y le habéis dado muerte, pues él no os opone resistencia.
R. Llorad y lamentaos, humillaos en la presencia del Señor.
SEGUNDA LECTURA
De las obras de San Alfonso María de Ligorio, obispo.
(Tratado sobre la práctica del amor a Jesucristo, edición latina, Roma 1909, pp. 9-14)
EL AMOR A CRISTO
Toda la santidad y la perfección del alma consiste en el amor a Jesucristo, nuestro Dios, nuestro sumo bien y nuestro redentor. La caridad es la que da unidad y consistencia a todas las virtudes que hacen al hombre perfecto.
¿Por ventura Dios no merece todo nuestro amor? Él nos ha amado desde toda la eternidad. «Considera, oh hombre -así nos habla-, que yo he sido el primero en amarte. Aún no habías nacido, ni siquiera existía el mundo, y yo ya te amaba. Desde que existo, yo te amo.»
Dios, sabiendo que al hombre se lo gana con beneficios, quiso llenarlo de dones para que se sintiera obligado a amarlo: «Quiero atraer a los hombres a mi amor con los mismos lazos con que habitualmente se dejan seducir: con los vínculos del amor.» Y éste es el motivo de todos los dones que concedió al hombre. Además de haber dado un alma dotada, a imagen suya, de memoria, entendimiento y voluntad, y un cuerpo con sus sentidos, no contento con esto, creó, en beneficio suyo, el cielo y la tierra y tanta abundancia de cosas, y todo ello por amor al hombre, para que todas aquellas creaturas estuvieran al servicio del hombre, y así el hombre lo amara a él en atención a tantos beneficios.
Y no sólo quiso darnos aquellas creaturas, con toda su hermosura, sino que además, con el objeto de conquistarse nuestro amor, llegó al extremo de darse a sí mismo por entero a nosotros. El Padre eterno llegó a darnos a su Hijo único. Viendo que todos nosotros estábamos muertos por el pecado y privados de su gracia, ¿que es lo que hizo? Llevado por su amor inmenso, mejor aún, excesivo, como dice el Apóstol, nos envió a su Hijo amado para satisfacer por nuestros pecados y para restituirnos a la vida, que habíamos perdido por el pecado.
Dándonos al Hijo, al que no perdonó, para perdonarnos a nosotros, nos dio con él todo bien: la gracia, la caridad y el paraíso, ya que todas estas cosas son ciertamente menos que el Hijo: El que no perdonó a su propio Hijo, sino que lo entregó a la muerte por todos nosotros, ¿cómo no nos dará con él todo lo demás?
RESPONSORIO Sal 144, 19-20; 1Jn 3, 9
R. El Señor satisface los deseos de sus fieles, escucha sus gritos, y los salva. * El Señor guarda a los que lo aman.
V. Quien ha nacido de Dios no comete pecado, porque su germen permanece en él.
R. El Señor guarda a los que lo aman.
ORACIÓN.
OREMOS,
Dios nuestro, que propones constantemente a tu Iglesia nuevos modelos de vida cristiana, apropiados a todas las circunstancias en que puedan vivir tus hijos, concédenos imitar el celo apostólico que desplegó el santo obispo Alfonso María de Ligorio por la salvación de sus hermanos, para que, como él, lleguemos también a recibir el premio reservado a tus servidores fieles. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Señor, abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
INVITATORIO
Ant. Venid, adoremos al Señor, fuente de la sabiduría.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Himno: PARA VOSOTROS, EL MISTERIO DEL PADRE.
Para vosotros, el misterio del Padre;
con vosotros, la luz del Verbo;
en vosotros, la llama del Amor
que es fuego.
¡Hontanares de Dios!,
¡hombres del Evangelio!,
¡humildes inteligencias luminosas!,
¡grandes hombres de barro tierno!
El mundo tiene hambre de infinito
y sed de cielo;
las criaturas nos atan a lo efímero
y nos vamos perdiendo en el tiempo.
Para nosotros,
el misterio que aprendisteis del Padre;
con nosotros, la luz que os dio el Verbo;
en nosotros, el Amor ingénito.
¡Hombres de Cristo, maestros de la Iglesia!
dadnos una vida y un anhelo,
la angustia por la verdad,
por el error el miedo.
Dadnos una vida de rodillas
ante el misterio,
una visión de este mundo de muerte
y una esperanza de cielo.
Padre, te pedimos para la Iglesia
la ciencia de estos maestros. Amén.
SALMODIA
Ant. 1. ¿Cuándo entraré a ver el rostro de Dios?
Salmo 41 - DESEO DEL SEÑOR Y ANSIAS DE CONTEMPLAR EL TEMPLO.
Como busca la cierva
corrientes de agua,
así mi alma te busca
a ti, Dios mío;
tiene sed de Dios,
del Dios vivo:
¿cuándo entraré a ver
el rostro de Dios?
Las lágrimas son mi pan
noche y día,
mientras todo el día me repiten:
«¿Dónde está tu Dios?»
Recuerdo otros tiempos,
y mi alma desfallece de tristeza:
cómo marchaba a la cabeza del grupo,
hacia la casa de Dios,
entre cantos de júbilo y alabanza,
en el bullicio de la fiesta.
¿Por qué te acongojas, alma mía,
por qué te me turbas?
Espera en Dios, que volverás a alabarlo:
«Salud de mi rostro, Dios mío.»
Cuando mi alma se acongoja,
te recuerdo,
desde el Jordán y el Hermón
y el Monte Menor.
Una sima grita a otra sima
con voz de cascadas:
tus torrentes y tus olas
me han arrollado.
De día el Señor
me hará misericordia,
de noche cantaré la alabanza
del Dios de mi vida.
Diré a Dios: Roca mía,
¿por qué me olvidas?
¿Por qué voy andando sombrío,
hostigado por mi enemigo?
Se me rompen los huesos
por las burlas del adversario;
todo el día me preguntan:
«¿Dónde está tu Dios?»
¿Por qué te acongojas, alma mía,
por qué te me turbas?
Espera en Dios, que volverás a alabarlo:
«Salud de mi rostro, Dios mío.»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. ¿Cuándo entraré a ver el rostro de Dios?
Ant. 2. Muéstranos, Señor, tu gloria y tu compasión.
Cántico: SUPLICA EN FAVOR DE LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN Sir. 36, 1-7. 13-16
Sálvanos, Dios del universo,
infunde tu terror a todas las naciones;
amenaza con tu mano al pueblo extranjero,
para que sienta tu poder.
Como les mostraste tu santidad al castigarnos,
muéstranos así tu gloria castigándolos a ellos:
para que sepan, como nosotros lo sabemos,
que no hay Dios fuera de ti.
Renueva los prodigios, repite los portentos,
exalta tu mano, robustece tu brazo.
Reúne a todas las tribus de Jacob
y dales su heredad como antiguamente.
Ten compasión del pueblo que lleva tu nombre,
de Israel, a quien nombraste tu primogénito.
Ten compasión de tu ciudad santa,
de Jerusalén, lugar de tu reposo.
Llena a Sión de tu majestad
y al templo de tu gloria.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Muéstranos, Señor, tu gloria y tu compasión.
Ant. 3. Bendito eres, Señor, en la bóveda del cielo.
SALMO 18 A - ALABANZA AL DIOS CREADOR DEL UNIVERSO.
El cielo proclama la gloria de Dios,
el firmamento pregona la obra de sus manos:
el día al día le pasa el mensaje,
la noche a la noche se lo murmura.
Sin que hablen, sin que pronuncien,
sin que resuene su voz,
a toda la tierra alcanza su pregón
y hasta los límites del orbe su lenguaje.
Allí le ha puesto su tienda al sol:
él sale como el esposo de su alcoba,
contento como un héroe, a recorrer su camino.
Asoma por un extremo del cielo,
y su órbita llega al otro extremo:
nada se libra de su calor.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Bendito eres, Señor, en la bóveda del cielo.
LECTURA BREVE Sb 7, 13-14
Aprendí la sabiduría sin malicia, reparto sin envidia, y no me guardo sus riquezas. Porque es un tesoro inagotable para los hombres: los que lo adquieren se atraen la amistad de Dios, porque el don de su enseñanza los recomienda.
RESPONSORIO BREVE
V. El pueblo cuenta su sabiduría.
R. El pueblo cuenta su sabiduría.
V. La asamblea pregona su alabanza.
R. Cuenta su sabiduría.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El pueblo cuenta su sabiduría.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Los sabios brillarán con esplendor de cielo, y los que enseñan la justicia a las multitudes serán como estrellas por toda la eternidad.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Los sabios brillarán con esplendor de cielo, y los que enseñan la justicia a las multitudes serán como estrellas por toda la eternidad.
PRECES
Demos gracias a Cristo, el buen pastor que entregó la vida por sus ovejas, y supliquémosle diciendo:
Apacienta a tu pueblo, Señor.
Señor Jesucristo, tú que en los santos pastores nos has revelado tu misericordia y tu amor,
haz que por ellos, continúe llegando a nosotros tu acción misericordiosa.
Señor Jesucristo, tú que a través de los santos pastores sigues siendo el único pastor de tu pueblo,
no dejes de guiarnos siempre por medio de ellos.
Señor Jesucristo, tú que por medio de los santos pastores eres el médico de los cuerpos y de las almas,
haz que nunca falten en tu Iglesia los ministros que nos guíen por las sendas de una vida santa.
Señor Jesucristo, tú que has adoctrinado a la Iglesia con la prudencia y el amor de los santos,
haz que, guiados por nuestros pastores, progresemos en la santidad.
Se pueden añadir algunas intenciones libres.
Oremos confiadamente al Padre, como Cristo nos enseñó:
Padre nuestro...
ORACIÓN
Dios nuestro, que propones constantemente a tu Iglesia nuevos modelos de vida cristiana, apropiados a todas las circunstancias en que puedan vivir tus hijos, concédenos imitar el celo apostólico que desplegó el santo obispo Alfonso María de Ligorio por la salvación de sus hermanos, para que, como él, lleguemos también a recibir el premio reservado a tus servidores fieles. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
HORA TERCIA
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: EL TRABAJO, SEÑOR, DE CADA DÍA
El trabajo, Señor, de cada día
nos sea por tu amor santificado,
convierte su dolor en alegría
de amor, que para dar tú nos has dado.
Paciente y larga es nuestra tarea
en la noche oscura del amor que espera;
dulce huésped del alma, al que flaquea
dale tu luz, tu fuerza que aligera.
En el alto gozoso del camino,
demos gracias a Dios, que nos concede
la esperanza sin fin del don divino;
todo lo puede en él quien nada puede. Amén.
SALMODIA
Ant. 1. Llamé, y él me respondió.
Salmo 119 - DESEO DE LA PAZ
En mi aflicción llamé al Señor,
y él me respondió.
Líbrame, Señor, de los labios mentirosos,
de la lengua traidora.
¿Qué te va a dar o a mandar Dios,
lengua traidora?
Flechas de arquero, afiladas
con ascuas de retama.
¡Ay de mí, desterrado en Masac,
acampado en Cadar!
Demasiado llevo viviendo
con los que odian la paz;
cuando yo digo: «Paz»,
ellos dicen: «Guerra».
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Llamé, y él me respondió.
Ant. 2. El Señor guarda tus entradas y salidas.
Salmo 120 - EL GUARDIÁN DEL PUEBLO.
Levanto mis ojos a los montes:
¿de dónde me vendrá el auxilio?
El auxilio me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
No permitirá que resbale tu pie,
tu guardián no duerme;
no duerme ni reposa
el guardián de Israel.
El Señor te guarda a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche.
El Señor te guarda de todo mal,
él guarda tu alma;
el Señor guarda tus entradas y salidas,
ahora y por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor guarda tus entradas y salidas.
Ant. 3. Me he alegrado por lo que me dijeron.
Salmo 121 LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN
¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.
Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,
según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia
en el palacio de David.
Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios.»
Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo.»
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Me he alegrado por lo que me dijeron.
LECTURA BREVE Jr 31, 33
Así será la alianza que haré con la casa de Israel, después de aquellos días -oráculo del Señor-: Pondré mi ley en su pecho, la escribiré en sus corazones; yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo.
V. Oh Dios, crea en mí un corazón puro.
R. No me arrojes lejos de tu rostro.
ORACIÓN
OREMOS,
Padre óptimo, Dios nuestro, tú has querido que los hombres trabajemos de tal modo, que, cooperando unos con otros, alcancemos éxitos cada vez mejor logrados; ayúdanos, pues, a vivir en medio de nuestros trabajos, sintiéndonos siempre hijos tuyos y hermanos de todos los hombres. Por Cristo nuestro Señor.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
HORA SEXTA
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: EL PAN DE CADA DÍA
El pan de cada día
dánoslo hoy, Señor, a manos llenas;
convierte en alegría
nuestras labores buenas
y acaricia el dolor de nuestras penas.
¡Horas de tedio largas
sin la presencia buena de tus manos!
¡Ay, las horas amargas
nos vuelven inhumanos,
si no abrimos el alma a los hermanos!
Santifica el momento
de este ruido tenaz, de esta fatiga.
Busquemos el aliento
de tu presencia amiga
que acreciente el esfuerzo y nos bendiga. Amén.
SALMODIA
Ant. 1. Tú que habitas en el cielo, ten misericordia de nosotros.
Salmo 122 - EL SEÑOR, ESPERANZA DEL PUEBLO
A ti levanto mis ojos,
a ti que habitas en el cielo.
Como están los ojos de los esclavos
fijos en las manos de sus señores,
como están los ojos de la esclava
fijos en las manos de su señora,
así están nuestros ojos
en el Señor, Dios nuestro,
esperando su misericordia.
Misericordia, Señor, misericordia,
que estamos saciados de desprecios;
nuestra alma está saciada
del sarcasmo de los satisfechos,
del desprecio de los orgullosos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Tú que habitas en el cielo, ten misericordia de nosotros.
Ant. 2. Nuestro auxilio es el nombre del Señor.
Salmo 123 - NUESTRO AUXILIO ES EL NOMBRE DEL SEÑOR
Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte
-que lo diga Israel-,
si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando nos asaltaban los hombres,
nos habrían tragado vivos:
tanto ardía su ira contra nosotros.
Nos habrían arrollado las aguas,
llegándonos el torrente hasta el cuello;
nos habrían llegado hasta el cuello
las aguas espumantes.
Bendito el Señor, que no nos entregó
como presa a sus dientes;
hemos salvado la vida como un pájaro
de la trampa del cazador:
la trampa se rompió y escapamos.
Nuestro auxilio es el nombre del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Nuestro auxilio es el nombre del Señor.
Ant. 3. El Señor rodea a su pueblo ahora y por siempre.
Salmo 124 - EL SEÑOR VELA POR SU PUEBLO.
Los que confían en el Señor son como el monte Sión:
no tiembla, está asentado para siempre.
Jerusalén está rodeada de montañas,
y el Señor rodea a su pueblo
ahora y por siempre.
No pesará el cetro de los malvados
sobre el lote de los justos,
no sea que los justos extiendan
su mano a la maldad.
Señor, concede bienes a los buenos,
a los sinceros de corazón;
y a los que se desvían por sendas tortuosas,
que los rechace el Señor con los malhechores.
¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor rodea a su pueblo ahora y por siempre.
LECTURA BREVE Jr 32,40
Haré con ellos alianza eterna y no cesaré de hacerles bien. Pondré en sus corazones mi temor para que no se aparten de mí.
V. De Dios viene mi salvación y mi gloria.
R. Él es mi refugio.
ORACIÓN
OREMOS,
Señor, tú eres el dueño de la viña y de los sembrados, tú el que repartes las tareas y distribuyes el justo salario a los trabajadores: ayúdanos a soportar el peso del día y el calor de la jornada sin quejarnos nunca de tus planes. Por Cristo nuestro Señor.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
HORA NONA
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: FUNDAMENTO DE TODO LO QUE EXISTE
Fundamento de todo lo que existe,
de tu pueblo elegido eterna roca,
de los tiempos Señor, que prometiste
dar tu vigor al que con fe te invoca.
Mira al hombre que es fiel y no te olvida,
tu Espíritu, tu paz háganlo fuerte
para amarte y servirte en esta vida
y gozarte después de santa muerte.
Jesús, Hijo del Padre, ven aprisa
en este atardecer que se avecina,
serena claridad y dulce brisa
será tu amor que todo lo domina. Amén.
SALMODIA
Ant. 1. ¡Dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen!
Salmo 118, 41-48
Señor, que me alcance tu favor,
tu salvación según tu promesa:
así responderé a los que me injurian,
que confío en tu palabra;
no quites de mi boca las palabras sinceras,
porque yo espero en tus mandamientos.
Cumpliré sin cesar tu voluntad,
por siempre jamás;
andaré por un camino ancho,
buscando tus decretos;
comentaré tus preceptos ante los reyes,
y no me avergonzaré.
Serán mi delicia tus mandatos,
que tanto amo;
levantaré mis manos hacia ti
recitando tus mandatos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. ¡Dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen!
Ant. 2. Mi alimento es hacer la voluntad del Padre.
Salmo 39, 2-14. 17-18 I - ACCIÓN DE GRACIAS Y PETICIÓN DE AUXILIO
Yo esperaba con ansia al Señor;
él se inclinó y escuchó mi grito;
me levantó de la fosa fatal,
de la charca fangosa;
afianzó mis pies sobre roca,
y aseguró mis pasos;
me puso en la boca un cántico nuevo,
un himno a nuestro Dios.
Muchos, al verlo, quedaron sobrecogidos
y confiaron en el Señor.
Dichoso el hombre que ha puesto
su confianza en el Señor,
y no acude a los idólatras,
que se extravían con engaños.
¡Cuántas maravillas has hecho,
Señor, Dios mío,
cuántos planes en favor nuestro!
Nadie se te puede comparar:
intento proclamarlas, decirlas,
pero superan todo número.
Tú no quieres sacrificios ni ofrendas,
y, en cambio, me abriste el oído;
no pides sacrificio expiatorio,
entonces yo digo: «Aquí estoy
-como está escrito en mi libro-
para hacer tu voluntad.»
Dios mío, lo quiero,
y llevo tu ley en las entrañas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Mi alimento es hacer la voluntad del Padre.
Ant. 3. Yo soy pobre, pero el Señor cuida de mí.
Salmo 39 II
He proclamado tu salvación
ante la gran asamblea;
no he cerrado los labios:
Señor, tú lo sabes.
No me he guardado en el pecho tu defensa,
he proclamado tu fidelidad y tu salvación,
no he negado tu misericordia y tu lealtad
ante la gran asamblea.
Tú, Señor, no me niegues tu clemencia,
que tu misericordia y tu lealtad me guarden siempre,
porque me cercan desgracias sin cuento.
Se me echan encima mis culpas,
y no puedo huir;
son más que los cabellos de mi cabeza,
y me falta el valor.
Señor, dígnate librarme;
Señor, date prisa en socorrerme.
Alégrense y gocen contigo
todos los que te buscan;
digan siempre: «Grande es el Señor»,
los que desean tu salvación.
Yo soy pobre y desdichado,
pero el Señor cuida de mí;
tú eres mi auxilio y mi liberación:
Dios mío, no tardes.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Yo soy pobre, pero el Señor cuida de mí.
LECTURA BREVE Ez 34, 31
Dice el Señor Dios: «Vosotros sois rebaño mío, ovejas de mi grey; y yo soy vuestro Dios.»
V. El Señor es mi pastor, nada me falta.
R. En verdes praderas me hace recostar.
ORACIÓN
OREMOS,
Tú nos has convocado, Señor, en tu presencia en esta misma hora en que los apóstoles subían al templo para la oración de la tarde: concédenos que las súplicas que ahora te dirigimos en nombre de Jesús, tu Hijo, alcancen la salvación a cuantos lo invocan. Por Cristo nuestro Señor.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
VÍSPERAS
Oración de la tarde
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: VERBO DE DIOS, ETERNA LUZ DIVINA.
Verbo de Dios, eterna luz divina,
fuente eternal de toda verdad pura,
gloria de Dios, que el cosmos ilumina,
antorcha toda luz en noche oscura.
Palabra eternamente pronunciada
en la mente del Padre, ¡oh regocijo!,
que en el tiempo a los hombres nos fue dada
en el seno de Virgen, hecha Hijo.
Las tinieblas de muerte y de pecado,
en que yacía el hombre, así vencido,
su verdad y su luz han disipado,
con su vida y su muerte ha redimido.
Con destellos de luz que Dios envía,
no dejéis de brillar, faros divinos;
de los hombres y pueblos sed su guía,
proclamad la verdad en los caminos. Amén.
SALMODIA
Ant. 1. Eres el más bello de los hombres, en tus labios se derrama la gracia.
Salmo 44 I - LAS NUPCIAS DEL REY.
Me brota del corazón un poema bello,
recito mis versos a un rey;
mi lengua es ágil pluma de escribano.
Eres el más bello de los hombres,
en tus labios se derrama la gracia,
el Señor te bendice eternamente.
Cíñete al flanco la espada, valiente:
es tu gala y tu orgullo;
cabalga victorioso por la verdad y la justicia,
tu diestra te enseñe a realizar proezas.
Tus flechas son agudas, los pueblos se te rinden,
se acobardan los enemigos del rey.
Tu trono, ¡oh dios!, permanece para siempre;
cetro de rectitud es tu cetro real;
has amado la justicia y odiado la impiedad:
por eso el Señor, tu Dios, te ha ungido
con aceite de júbilo entre todos tus compañeros.
A mirra, áloe y acacia huelen tus vestidos,
desde los palacios de marfiles te deleitan las arpas.
Hijas de reyes salen a tu encuentro,
de pie a tu derecha está la reina
enjoyada con oro de Ofir.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Eres el más bello de los hombres, en tus labios se derrama la gracia.
Ant. 2. Llega el esposo, salid a recibirlo.
Salmo 44 II
Escucha, hija, mira: inclina el oído,
olvida tu pueblo y la casa paterna:
prendado está el rey de tu belleza,
póstrate ante él, que él es tu señor.
La ciudad de Tiro viene con regalos,
los pueblos más ricos buscan tu favor.
Ya entra la princesa, bellísima,
vestida de perlas y brocado;
la llevan ante el rey, con séquito de vírgenes,
la siguen sus compañeras:
las traen entre alegría y algazara,
van entrando en el palacio real.
«A cambio de tus padres tendrás hijos,
que nombrarás príncipes por toda la tierra.»
Quiero hacer memorable tu nombre
por generaciones y generaciones,
y los pueblos te alabarán
por los siglos de los siglos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Llega el esposo, salid a recibirlo.
Ant. 3. Dios proyectó hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza, cuando llegase el momento culminante.
Cántico: EL PLAN DIVINO DE SALVACIÓN - Ef 1, 3-10
Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.
El nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos consagrados
e irreprochables ante él por el amor.
Él nos ha destinado en la persona de Cristo,
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.
Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.
Éste es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza,
las del cielo y las de la tierra.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Dios proyectó hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza, cuando llegase el momento culminante.
LECTURA BREVE St 3, 17-18
La sabiduría que viene de arriba ante todo es pura y, además, es amante de la paz, comprensiva, dócil, llena de misericordia y buenas obras, constante, sincera. Los que procuran la paz están sembrando la paz; y su fruto es la justicia.
RESPONSORIO BREVE
V. En la asamblea le da la palabra.
R. En la asamblea le da la palabra.
V. Lo llena de espíritu, sabiduría e inteligencia.
R. Le da la palabra.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En la asamblea le da la palabra.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Oh doctor admirable, luz de la Iglesia santa, san Alfonso María de Ligorio, fiel cumplidor de la ley, ruega por nosotros al Hijo de Dios.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Oh doctor admirable, luz de la Iglesia santa, san Alfonso María de Ligorio, fiel cumplidor de la ley, ruega por nosotros al Hijo de Dios.
PRECES
Glorifiquemos a Cristo, constituido pontífice en favor de los hombres en lo que se refiere a Dios, y supliquémosle humildemente diciendo:
Salva a tu pueblo, Señor.
Tú que por medio de pastores santos y eximios has glorificado a tu Iglesia,
haz que todos los cristianos resplandezcan por su virtud.
Tú que por la oración de los santos pastores, que a semejanza de Moisés oraban por el pueblo, perdonaste los pecados de tus fieles,
purifica y santifica también ahora a la santa Iglesia por la intercesión de los santos.
Tú que de entre los fieles elegiste a los santos pastores y, por tu Espíritu, los consagraste como ministros en bien de sus hermanos,
llena también de tu Espíritu a todos los pastores del pueblo de Dios.
Tú que fuiste la heredad de los santos pastores,
no permitas que ninguno de los que fueron adquiridos por tu sangre viva alejado de ti.
Se pueden añadir algunas intenciones libres.
Tú que por medio de los pastores de la Iglesia das la vida eterna a tus ovejas para que nadie las arrebate de tu mano,
salva a los difuntos, por quienes entregaste tu vida.
Digamos juntos la oración que Cristo nos enseñó como modelo de toda oración:
Padre nuestro...
ORACIÓN
Dios nuestro, que propones constantemente a tu Iglesia nuevos modelos de vida cristiana, apropiados a todas las circunstancias en que puedan vivir tus hijos, concédenos imitar el celo apostólico que desplegó el santo obispo Alfonso María de Ligorio por la salvación de sus hermanos, para que, como él, lleguemos también a recibir el premio reservado a tus servidores fieles. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
COMPLETAS
(Oración antes del descanso nocturno)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
EXAMEN DE CONCIENCIA
Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.
Yo confieso ante Dios todopoderoso
y ante vosotros, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,
que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.
V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Himno: CUANDO LA LUZ DEL SOL ES YA PONIENTE
Cuando la luz del sol es ya poniente,
gracias, Señor, es nuestra melodía;
recibe, como ofrenda, amablemente,
nuestro dolor, trabajo y alegría.
Si poco fue el amor en nuestro empeño
de darle vida al día que fenece,
convierta en realidad lo que fue un sueño
tu gran amor que todo lo engrandece.
Tu cruz, Señor, redime nuestra suerte
de pecadora en justa, e ilumina
la senda de la vida y de la muerte
del hombre que en la fe lucha y camina.
Jesús, Hijo del Padre, cuando avanza
la noche oscura sobre nuestro día,
concédenos la paz y la esperanza
de esperar cada noche tu gran día. Amén.
SALMODIA
Ant. Tú, Señor, eres clemente y rico en misericordia.
Salmo 85 - ORACIÓN DE UN POBRE ANTE LAS DIFICULTADES.
Inclina tu oído, Señor; escúchame,
que soy un pobre desamparado;
protege mi vida, que soy un fiel tuyo;
salva a tu siervo, que confía en ti.
Tú eres mi Dios, piedad de mí, Señor,
que a ti te estoy llamando todo el día;
alegra el alma de tu siervo,
pues levanto mi alma hacia ti;
porque tú, Señor, eres bueno y clemente,
rico en misericordia con los que te invocan.
Señor, escucha mi oración,
atiende a la voz de mi súplica.
En el día del peligro te llamo,
y tú me escuchas.
No tienes igual entre los dioses, Señor,
ni hay obras como las tuyas.
Todos los pueblos vendrán
a postrarse en tu presencia, Señor;
bendecirán tu nombre:
«Grande eres tú, y haces maravillas;
tú eres el único Dios.»
Enséñame, Señor, tu camino,
para que siga tu verdad;
mantén mi corazón entero
en el temor de tu nombre.
Te alabaré de todo corazón, Dios mío;
daré gloria a tu nombre por siempre,
por tu grande piedad para conmigo,
porque me salvaste del abismo profundo.
Dios mío, unos soberbios se levantan contra mí,
una banda de insolentes atenta contra mi vida,
sin tenerte en cuenta a ti.
Pero tú, Señor, Dios clemente y misericordioso,
lento a la cólera, rico en piedad y leal,
mírame, ten compasión de mí.
Da fuerza a tu siervo,
salva al hijo de tu esclava;
dame una señal propicia,
que la vean mis adversarios y se avergüencen,
porque tú, Señor, me ayudas y consuelas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Tú, Señor, eres clemente y rico en misericordia.
LECTURA BREVE 1Ts 5, 9-10
Dios nos ha puesto para obtener la salvación por nuestro Señor Jesucristo, que murió por nosotros, para que, velando o durmiendo, vivamos junto con él.
RESPONSORIO BREVE
V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Te encomiendo mi espíritu.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
CÁNTICO DE SIMEÓN Lc 2, 29-32
Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz,
porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos
luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
ORACIÓN
OREMOS,
Concede, Señor, a nuestros cuerpos fatigados el descanso necesario, y haz que la simiente del reino que con nuestro trabajo hemos sembrado hoy crezca y germine para la cosecha de la vida eterna. Por Cristo nuestro Señor.
Amén
BENDICIÓN
V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. Amén.
ANTÍFONA FINAL DE LA SANTÍSIMA VIRGEN
Madre del Redentor, Virgen fecunda,
puerta del cielo siempre abierta,
estrella del mar,
ven a librar al pueblo que tropieza
y se quiere levantar.
Ante la admiración de cielo y tierra,
engendraste a tu santo Creador,
y permaneces siempre virgen.
Recibe el saludo del ángel Gabriel,
y ten piedad de nosotros, pecadores.
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