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miércoles, 3 de agosto de 2011

Evangelio del Jueves XVIII Semana T. O. Ciclo A. 4 de agosto 2011

Evangelio del Jueves XVIII Semana T. O. Ciclo A. 4 de agosto 2011

† Lectura del santo Evangelio según san Mateo (16, 13-23)
Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, cuando llegó Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: “¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?” Ellos le respondieron: “Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que Jeremías o alguno de los profetas”.
Luego les preguntó:
“Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?” Simón Pedro tomó la palabra y le dijo: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”.
Jesús le dijo entonces:
“¡Dichoso tú, Simón, hijo de Juan, porque esto no te lo ha revelado ningún hombre, sino mi Padre, que está en los cielos! Y yo te digo a ti que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Los poderes del infierno no prevalecerán sobre ella. Yo te daré las llaves del Reino de los cielos; todo lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo”. Y les ordenó a sus discípulos que no dijeran a nadie que él era el Mesías.
A partir de entonces, comenzó Jesús a anunciar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén para padecer allí mucho de parte de los ancianos, de los sumos sacerdotes y de los escribas; que tenía que ser condenado a muerte y resucitar al tercer día.
Pedro se lo llevó aparte y trató de disuadirlo, diciéndole:
“No lo permita Dios, Señor.
Eso no te puede suceder a ti”.
Pero Jesús se volvió a Pedro y le dijo: “¡Apártate de mí, Satanás, y no intentes hacerme tropezar en mi camino, porque tu modo de pensar no es el de Dios,
sino el de los hombres!”

Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión:
El evangelio de Mateo nos conduce de manera progresiva por tres títulos que nos ayudan a comprender la misión de Jesús. El primero de ellos, con el que Jesús se identifica plenamente, es el de ‘Hijo del Hombre’. Se refiere en los escritos apocalípticos del Antiguo Testamento a la persona que se ha identificado plenamente con la voluntad de Dios. El segundo título es el de ‘profeta’, en analogía con los antiguos profetas de Israel. El profeta en la Biblia es ‘un hombre de Dios’ que asume la tarea de reconducir al pueblo hacia la experiencia original del encuentro con Dios, de acuerdo con las exigencias de la Alianza. El tercer título ‘Cristo’, entendido como ungido o Mesías, se refiere a la persona que realiza una acción salvífica a favor del pueblo de Dios. Esta acción salvífica podía ser malinterpretada si fuera entendida únicamente desde un punto de vista que excluye de ella la espiritualidad, como dimensión constitutiva. La intervención de Pedro es acertada por que reconoce la acción salvífica de Jesús de Nazaret. Pero la misma intervención sería equivocada si se interpreta únicamente en un sentido puramente social.

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