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miércoles, 24 de agosto de 2011

Evangelio del Jueves XXI Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 25 de agosto, 2011

Evangelio del Jueves XXI Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 25 de agosto, 2011

† Lectura del santo Evangelio según san Mateo (24, 42-51)
Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Velen y estén preparados, porque no saben qué día va a venir su Señor.
Tengan por cierto que si un padre de familia supiera a qué hora va a venir el ladrón, estaría vigilando y no dejaría que se le metiera por un boquete en su casa. También ustedes estén preparados, porque a la hora en que menos lo piensen, vendrá el Hijo del hombre.
Fíjense en un servidor fiel y prudente, a quien su amo nombró encargado de toda la servidumbre para que le proporcionara oportunamente el alimento. Dichoso ese servidor, si al regresar su amo, lo encuentra cumpliendo con su deber. Yo les aseguro que le encargará la administración de todos sus bienes.
Pero si el servidor es un malvado, y pensando que su amo tardará, se pone a golpear a sus compañeros, a comer y emborracharse, vendrá su amo el día menos pensado, a una hora imprevista, lo castigará severamente y lo hará correr la misma suerte de los hipócritas.
Entonces todo será llanto y desesperación”.

Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión:
El tema de la parusía, de la venida última del Señor, parece un asunto teórico, pero es una realidad práctica e inmediata. Los ejemplos que el evangelio nos da nos ayudan a descubrir cómo esa realidad que creemos lejana acontece ya en cada uno de nuestros actos. ¿Actuamos con la conciencia de él a nuestro lado, o pensamos que está lejos? Si asumimos que él efectivamente está con nosotros, entonces todo lo que hagamos obedecerá a sus enseñanzas y a su ejemplo de vida. Seguir a Jesús no es cuestión de pasear por Tierra Santa, sino dejarle actuar en nosotros. Si pensamos lo segundo, es decir, que si está, está bien lejos, entonces descuidaremos nuestros deberes fraternales y haremos no lo que él nos pide, sino lo que nuestro capricho, nuestro fanatismo o la moda nos dicten. El servidor fiel no actúa bien porque su jefe está junto a él, sino porque el servicio es su forma de relacionarse con los demás. Si mi forma de relacionarme es la antipatía, el desprecio o la rivalidad, entonces poco o nada importa que Jesús venga, porque al fin y al cabo no le reconoceremos porque estamos lejos de él en nuestras acciones.

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