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viernes, 26 de agosto de 2011

Ordinario de la Misa: Sábado XXI Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 27 de Agosto, 2011

Ordinario de la Misa: Sábado XXI Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 27 de Agosto, 2011

Memoria de Santa Mónica
Cantemos al Señor con alegría
Antífona de Entrada
La mujer que teme al Señor es digna de alabanzas. Sus hijos la llenarán de bendiciones y su marido de elogios.
Oración Colecta
Oremos:
Dios de misericordia y de consuelo, que escuchaste la insistente oración de santa Mónica por la conversión de su hijo Agustín, concédenos, por su intercesión, una viva contrición de nuestros pecados y la seguridad infinita de tu perdón.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.

Primera Lectura
Lectura de la primera carta
del apóstol san Pablo a los
tesalonicenses (4, 9-11)
Hermanos: En cuanto al amor fraterno, no necesitan que les escribamos, puesto que ustedes mismos han sido instruidos por Dios para amarse los unos a los otros.
Y ya lo practican bien con los hermanos de toda Macedonia. Pero los exhortamos a que lo practiquen cada día más y a que procuren vivir en paz unos con otros, ocupándose cada cual de sus asuntos y trabajando cada quien con sus propias manos, como se lo hemos ordenado a ustedes.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 97
Cantemos al Señor
con alegría.
Cantemos al Señor un canto nuevo, pues ha hecho maravillas. Su diestra y su santo brazo le han dado la victoria.
Cantemos al Señor
con alegría.
Alégrense el mar y el mundo submarino, el orbe y todos los que en él habitan. Que los ríos estallen en aplausos y las montañas salten de alegría.
Cantemos al Señor
con alegría.
Regocíjese todo ante el Señor, porque ya viene a gobernar el orbe. Justicia y rectitud serán las normas con las que rija a todas las naciones.
Cantemos al Señor
con alegría.

Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Les doy un mandamiento nuevo, dice el Señor, que se amen los unos a los otros, como
yo los he amado.
Aleluya.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Mateo (25, 14-30)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos esta parábola:
“El Reino de los cielos se parece también a un hombre que iba a salir de viaje a tierras lejanas; llamó a sus servidores de confianza y les encargó sus bienes. A uno le dio cinco talentos; a otro, dos; y a un tercero, uno, según la capacidad de cada uno, y luego se fue.
El que recibió cinco talentos fue enseguida a negociar con ellos y ganó otros cinco. El que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos. En cambio, el que recibió un talento hizo un hoyo en la tierra y allí escondió el dinero de su señor.
Después de mucho tiempo regresó aquel hombre y llamó a cuentas a sus servidores. Se acercó el que había recibido cinco talentos y le presentó otros cinco, diciendo: ‘Señor, cinco talentos me dejaste; aquí tienes otros cinco, que con ellos he ganado’. Su señor le dijo: ‘Te felicito, siervo bueno y fiel. Puesto que has sido fiel en cosas de poco valor te confiaré cosas de mucho valor. Entra a tomar parte en la alegría de tu señor’.
Se acercó luego el que había recibido dos talentos y le dijo:
‘Señor, dos talentos me dejaste; aquí tienes otros dos, que con ellos he ganado’. Su señor le dijo: ‘Te felicito, siervo bueno y fiel. Puesto que has sido fiel en cosas de poco valor, te confiaré cosas de mucho valor. Entra a tomar parte en la alegría de tu señor’.
Finalmente, se acercó el que había recibido un talento y le dijo: ‘Señor, yo sabía que eres un hombre duro, que quieres cosechar lo que no has plantado y recoger lo que no has sembrado. Por eso tuve miedo y fui a esconder tu talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo’.
El señor le respondió: ‘Siervo malo y perezoso. Sabías que cosecho lo que no he plantado y recojo lo que no he sembrado. ¿Por qué, entonces, no pusiste mi dinero en el banco para que, a mi regreso, lo recibiera yo con intereses? Quítenle el talento y dénselo al que tiene diez.
Pues al que tiene se le dará y le sobrará; pero al que tiene poco, se le quitará aun eso poco que tiene.
Y a este hombre inútil, échenlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y la desesperación’ ”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión:
Uno de los elementos que se olvidan al interpretar la parábola de hoy es el principio de proporcionalidad. El inversionista le da a cada uno “según su capacidad”, según la medida de sus posibilidades, y no según su ambición o su capacidad de evadir las responsabilidades. Al leer esta parábola nos damos cuenta de que nuestra actitud no es la de dar más, sino la de pedir más. No tenemos un pliego de ofertas, sino sólo un pliego de peticiones. Queremos más, pero hacemos muy poco con lo que ya tenemos. Nos dejamos arrastrar por la lógica del consumo, de la acumulación, del tener. La parábola nos propone un reto al preguntarnos qué hacemos con lo que hemos recibido, qué podemos dar. La parábola no dice que quien ya da tiene que dar más, sino qué tiene cada uno para compartir de acuerdo a sus posibilidades. Algunos darán más porque han recibido más; otros darán menos porque han producido menos, pero todos los que dan deben ofrecer el ciento por ciento de sus posibilidades. Dar es cuestión de actitud generosa, no de posesión egoísta.
Oración sobre las Ofrendas
Que el sacrificio que vamos a ofrecerte en la festividad de santa Mónica, nos sirva, Señor, para obtener el perdón de nuestros pecados y la salvación eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio de los Santos I
La gloria de los santos.
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo darte gracias y deber nuestro glorificarte, Padre santo. Porque tu gloria resplandece en cada uno de los santos, ya que, al coronar sus méritos, coronas tus propios dones.
Con su vida, nos proporcionas ejemplo; ayuda, con su intercesión, y por la comunión con ellos, nos haces participar de sus bienes, para que, alentados por testigos tan insignes, lleguemos victoriosos al fin de la carrera y alcancemos con ellos la corona inmortal de la gloria. Por Cristo nuestro Señor.
Por eso, con los ángeles y arcángeles, y con la multitud de los santos, te cantamos un himno de alabanza, diciendo sin cesar:
Santo, Santo, Santo...

Antífona de la Comunión
El Reino de los cielos se puede comparar a un comerciante que busca piedras preciosas y, habiendo encontrado una perla de gran valor, vende todos sus haberes y la compra.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Por medio de este sacramento que hemos recibido en la festividad de santa Mónica, danos, Señor, tu luz y tu amor, para que seamos mejores cada día y podamos ayudar a los demás.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

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