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lunes, 5 de diciembre de 2011

Ordinario de la Misa: Miércoles II Semana de Adviento. Ciclo B. 07 de Diciembre, 2011

Ordinario de la Misa: Miércoles II Semana de Adviento. Ciclo B. 07 de Diciembre, 2011
Memoria de san Ambrosio
Obispo y doctor de la Iglesia
Cuidaré de mis ovejas, dice el Señor
Antífona de Entrada
Cuidaré de mis ovejas, dice el Señor, y les buscaré un pastor que las apaciente, y yo, el Señor,seré su Dios.
Oración Colecta
Oremos:
Señor, tú que hiciste del obispo san Ambrosio un insigne maestro de la fe católica y un valeroso sucesor de los Apóstoles, haz surgir en tu Iglesia pastores según tu corazón, que conduzcan a tu pueblo con valor y sabiduría.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.

Primera Lectura
Lectura del libro del profeta
Isaías (40, 25-31)
“¿Con quién me van a comparar, que pueda igualarse a mí?”, dice el Dios de Israel. Alcen los ojos a lo alto y díganme quién ha creado todos aquellos astros. El es quien cuenta y despliega su ejército de estrellas y a cada una la llama por su nombre; tanta es su omnipotencia y tan grande su vigor, que ninguna de ellas desoye su llamado.
¿Por qué dices tú, Jacob,y lo repites tú, Israel:
“Mi suerte se le oculta al Señor y mi causa no le preocupa a mi Dios?” ¿Es que no lo has oído? Desde siempre el Señor es Dios, creador aun de los últimos rincones de la tierra.
El no se cansa ni se fatiga y su inteligencia es insondable. El da vigor al fatigado y al que no tiene fuerzas, energía. Hasta los jóvenes se cansan y se rinden, los más valientes tropiezan y caen; pero aquellos que ponen su esperanza en el Señor, renuevan sus fuerzas; les nacen alas como de águila, corren y no se cansan, caminan y no se fatigan.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 102
Bendice al Señor, alma mía.
Bendice al Señor, alma mía, que todo mi ser bendiga su santo nombre. Bendice al Señor, alma mía, y no te olvides de sus beneficios.
Bendice al Señor, alma mía.
El perdona tus pecados y cura tus enfermedades; él rescata tu vida del sepulcro y te colma de amor y de ternura.
Bendice al Señor, alma mía.
El Señor es compasivo y misericordioso, lento para enojarse y generoso para perdonar. No nos trata como merecen nuestras culpas, ni nos paga según nuestros
pecados.
Bendice al Señor, alma mía.

Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Ya viene el Señor para salvar a su pueblo. Dichosos los que estén preparados para salir a su encuentro.
Aleluya.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Mateo (11, 28-30)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús dijo:
“Vengan a mí, todos los que están fatigados y agobiados por la carga, y yo los aliviaré.
Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontrarán descanso, porque mi yugo es suave y mi carga, ligera”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión:
La Palabra de Dios hoy nos invita directamente al seguimiento de Jesús, a cargar con él su yugo para que resulte más liviano. Parece una paradoja que Jesús invite a los que están cansados a seguir cargando otros yugos, pero esto se puede comprender reconociendo que las cargas impuestas al pueblo por las clases poderosas eran prácticamente insoportables, sometían a las personas bajo el peso de las leyes, quitándoles su libertad y su dignidad.
Jesús llama a los que están cansados, a los afligidos, que han sido oprimidos por el peso de las estructuras sociales, económicas, políticas y religiosas del Imperio Romano y de la monarquía de turno; los está invitando a construir un proyecto en el que ser generoso, humano, solidario, acogedor, no represente una gran carga, sino una posibilidad de liberación.
Hoy nuestros pueblos están oprimidos bajo estructuras de muerte e injusticia que los poderosos han montado sobre la sangre y el hambre de muchos inocentes. La guerra, el desempleo, los altos costos de la vida, el endeudamiento, siguen siendo pesadas cargas que se oponen al proyecto de Dios, que atentan contra la justicia y la igualdad.

Oración sobre las Ofrendas
Acepta, Señor, los dones que tu Iglesia te ofrece y haz que tu Espíritu Santo nos ilumine, para que podamos celebrar esta Eucaristía con la misma fe que infundió en san Ambrosio, para predicar sin descanso el Evangelio.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio de los Santos I
La gloria de los santos.
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo darte gracias y deber nuestro glorificarte, Padre santo. Porque tu gloria resplandece en cada uno de los santos, ya que, al coronar sus méritos, coronas tus propios dones.
Con su vida, nos proporcionas ejemplo; ayuda, con su intercesión, y por la comunión con ellos, nos haces participar de sus bienes, para que, alentados por testigos tan insignes, lleguemos victoriosos al fin de la carrera y alcancemos con ellos la corona inmortal de la gloria. Por Cristo nuestro Señor.
Por eso, con los ángeles y arcángeles, y con la multitud de los santos, te cantamos un himno de alabanza, diciendo sin cesar:
Santo, Santo, Santo…

Antífona de la Comunión
No sois vosotros los que me habéis elegido, dice el Señor, soy yo quien os ha elegido, para que vayáis y deis fruto y ese fruto perdure.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Tú que nos has reconfortado con este sacramento, haz, Señor, que a imitación de san Ambrosio, cumplamos con valor tu voluntad y podamos alcanzar la vida eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

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