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jueves, 15 de marzo de 2012

Evangelio del Viernes III Semana de Cuaresma. Ciclo B. 16 de Marzo, 2012

Evangelio del Viernes III Semana de Cuaresma. Ciclo B. 16 de Marzo, 2012 † Lectura del santo Evangelio según san Marcos (12, 28-34) Gloria a ti, Señor. En aquel tiempo, uno de los escribas se acercó a Jesús y le preguntó: “¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?” Jesús le respondió: “El primero es: Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es el único Señor; amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. El segundo es éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay ningún mandamiento mayor que éstos”. El escriba replicó: “Muy bien, Maestro. Tienes razón, cuando dices que el Señor es único y que no hay otro fuera de él, y amarlo con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo, vale más que todos los holocaustos y sacrificios”. Jesús, viendo que había hablado muy sensatamente, le dijo: “No estás lejos del Reino de Dios”. Y ya nadie se atrevió a hacerle más preguntas. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús. Comentario: El amor es el fundamento de la ley antigua. La pregunta del maestro de la ley por el mandamiento más importante da pie para que Jesús pueda confirmar este principio fundamental de la ley. El amor a Dios implica la totalidad de la persona. Nada puede sustituir al amor de Dios. El amor a Dios trae consecuencias directas para las relaciones de las personas: el amor al próximo guarda estrecha coherencia con el amor a Dios. El amor a Dios pasa, necesariamente, por el amor a las personas que están cerca, sin importar quiénes sean. Y el amor a sí mismo está relacionado con el respeto por la dignidad personal; implica valorarse a sí mismo. Hoy hemos creado muchos diosecillos que desplazan al verdadero Dios: el mercado, el internet, el deporte, etc. Son verdaderos ídolos que nos “engañan” y nos sacan de la realidad. Por otra parte, ¡cuánto nos cuesta reconocer en el rostro de las demás personas el mismo rostro de Dios! Tampoco la persona humana se autovalora: la droga, el alcohol, la prostitución, la promiscuidad, la guerra, la violencia intrafamiliar, etc. Esto demuestra que el amor, como principio de humanización, es el permanente ausente de nuestro mundo.

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