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jueves, 15 de marzo de 2012

Ordinario de la Misa: Viernes III Semana de Cuaresma. Ciclo B. 16 de Marzo, 2012

Ordinario de la Misa: Viernes III Semana de Cuaresma. Ciclo B. 16 de Marzo, 2012 Tercer Viernes de Cuaresma Yo soy tu Dios, escúchame Antífona de Entrada Señor, no hay otro dios igual a ti, porque sólo tú eres grande y haces maravillas; porque sólo tú eres Dios. Oración Colecta Oremos: Infunde Señor, en nosotros tu gracia para que podamos dominar nuestras pasiones y permanecer fieles a tus palabras de vida eterna. Por nuestro Señor Jesucristo... Amén. Primera Lectura Lectura del libro del profeta Oseas (14, 2-10) Esto dice el Señor Dios: “Israel, conviértete al Señor, Dios tuyo, pues tu maldad te ha hecho sucumbir. Arrepiéntanse y acérquense al Señor para decirle: ‘Perdona todas nuestras maldades, acepta nuestro arrepentimiento sincero, que solemnemente te prometemos. Ya no nos salvará Asiria, ya no confiaremos en nuestro ejército, ni volveremos a llamar “dios nuestro” a las obras de nuestras manos, pues sólo en ti encuentra piedad el huérfano’. Yo perdonaré sus infidelidades, dice el Señor; los amaré aunque no lo merezcan, porque mi cólera se ha apartado de ellos. Seré para Israel como rocío; mi pueblo florecerá como el lirio, hundirá profundamente sus raíces, como el álamo, y sus renuevos se propagarán; su esplendor será como el del olivo y tendrá la fragancia de los cedros del Líbano. Volverán a vivir bajo mi sombra, cultivarán los trigales y las viñas, que serán tan famosas como las del Líbano. Ya nada tendrá que ver Efraín con los ídolos. Yo te he castigado, pero yo también te voy a restaurar, pues soy como un ciprés, siempre verde, y gracias a mí, tú das frutos. Quien sea sabio, que comprenda estas cosas y quien sea prudente, que las conozca. Los mandamientos del Señor son rectos y los justos los cumplen; los pecadores, en cambio, tropiezan en ellos y caen”. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor. Salmo Responsorial Salmo 80 Yo soy tu Dios, escúchame. Oyó Israel palabras nunca oídas: “He quitado la carga de tus hombros y el pesado canasto de tus manos. Clamaste en la aflicción y te libré. Yo soy tu Dios, escúchame. Te respondí, oculto entre los truenos, y te probé en Meribá, junto a la fuente. Escucha, pueblo mío, mi advertencia. ¡Israel, si quisieras escucharme! Yo soy tu Dios, escúchame. No tendrás otro Dios, fuera de mí, ni adorarás a dioses extranjeros, porque yo el Señor, soy el Dios tuyo, que te sacó de Egipto, tu destierro. Yo soy tu Dios, escúchame. ¡Ojalá que mi pueblo me escuchara y cumpliera Israel mis mandamientos! Comería de lo mejor de mi trigo y yo lo saciaría con miel silvestre”. Yo soy tu Dios, escúchame. Aclamación antes del Evangelio Honor y gloria a ti, Señor Jesús. Conviértanse, dice el Señor, porque ya está cerca el Reino de los cielos. Honor y gloria a ti, Señor Jesús. Evangelio † Lectura del santo Evangelio según san Marcos (12, 28-34) Gloria a ti, Señor. En aquel tiempo, uno de los escribas se acercó a Jesús y le preguntó: “¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?” Jesús le respondió: “El primero es: Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es el único Señor; amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. El segundo es éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay ningún mandamiento mayor que éstos”. El escriba replicó: “Muy bien, Maestro. Tienes razón, cuando dices que el Señor es único y que no hay otro fuera de él, y amarlo con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo, vale más que todos los holocaustos y sacrificios”. Jesús, viendo que había hablado muy sensatamente, le dijo: “No estás lejos del Reino de Dios”. Y ya nadie se atrevió a hacerle más preguntas. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús. Comentario: El amor es el fundamento de la ley antigua. La pregunta del maestro de la ley por el mandamiento más importante da pie para que Jesús pueda confirmar este principio fundamental de la ley. El amor a Dios implica la totalidad de la persona. Nada puede sustituir al amor de Dios. El amor a Dios trae consecuencias directas para las relaciones de las personas: el amor al próximo guarda estrecha coherencia con el amor a Dios. El amor a Dios pasa, necesariamente, por el amor a las personas que están cerca, sin importar quiénes sean. Y el amor a sí mismo está relacionado con el respeto por la dignidad personal; implica valorarse a sí mismo. Hoy hemos creado muchos diosecillos que desplazan al verdadero Dios: el mercado, el internet, el deporte, etc. Son verdaderos ídolos que nos “engañan” y nos sacan de la realidad. Por otra parte, ¡cuánto nos cuesta reconocer en el rostro de las demás personas el mismo rostro de Dios! Tampoco la persona humana se autovalora: la droga, el alcohol, la prostitución, la promiscuidad, la guerra, la violencia intrafamiliar, etc. Esto demuestra que el amor, como principio de humanización, es el permanente ausente de nuestro mundo. Oración sobre las Ofrendas Mira, Señor, con benevolencia los dones que te presentamos; que te sean agradables y se conviertan para nosotros en fuente de salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén. Prefacio de Cuaresma I Significado espiritual de la Cuaresma El Señor esté con ustedes. Y con tu espíritu. Levantemos el corazón. Lo tenemos levantado hacia el Señor. Demos gracias al Señor, nuestro Dios. Es justo y necesario. En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo nuestro Señor. Por Él concedes a tus hijos anhelar, año tras año, con el gozo de habernos purificado, la solemnidad de la Pascua, para que dedicados con mayor entrega a la alabanza divina y al amor fraterno, por la celebración de los misterios que nos dieron nueva vida, lleguemos a ser con plenitud hijos de Dios. Por eso, con los ángeles y los arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria: Santo, Santo, Santo... Antífona de la Comunión Amar a Dios con todo el corazón y al prójimo como a uno mismo, vale más que todos los sacrificios. Oración después de la Comunión Oremos: Que la fuerza de tu espíritu vigorice, Señor, todo nuestro ser para que podamos obtener plenamente la salvación, cuya prenda hemos recibido en esta Eucaristía. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

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